Los pedantes, los encantados de haberse conocido,los engreídos, fatuos y presumidos nos rodean. Esos tipos que se creen champán y sólo son gaseosa son una plaga, una lacra, un mal que se extiende como una mancha de aceite, media hora con ellos y acabamos con las neuronas achicharradas. Los pedantes se creen superiores a ti y al mundo en general, son unos pavos reales desplegando sus coloridas plumas, que entornan los ojos para desautorizarte haciendo alarde de sus amplios conocimientos sobre todos los secretos del Universo....y lo peor es que algunos pican en ese ridículo anzuelo.
¿Cómo se convierte un ser humano normalito en un pedante chorreante? pues no lo sé, aunque sí puedo afirmar tajantemente que hay ciertos colectivos inmunizados contra la pedantería: los poligoneros, las canis y los malotes, ellos nunca te dirán con la neurona inflada y una patata en la boca frases como "un cambio de paradigma", jamás te hablarán de "sinergias", no son "proactivos", no tienen "utilidades negativas" ni "incrementos negativos" en sus vidas, y por supuesto no sufren el "Síndrome de las citas", básicamente porque no han leído un libro en su vida. No es que esto sea bueno, en absoluto, pero al menos no te estrujan el cerebro con engoladas chorradas.
Yo he tenido el disgusto de conocer al rey de los pedantes, un sujeto con una extraña barba de chivo, que siempre pasea con un par de libros bajo el brazo para hacerse el interesante, y una vez afirmó -sin que se le moviese una pestaña- en una entrevista publicada en un periódico que había leído tres libros en un día. Este pedante, que se llama Federico, es de esos que te dicen -entornando los ojos- "ocúpate de la alimentación de las aves córvidas, y éstas te extirparán las estructuras de las fosas orbitarias que perciben los estímulos visuales", en realidad está diciendo cría cuervos y te sacarán los ojos. Hace unos tres años tuve la estúpida idea de ayudar a este sujeto a organizar las fiestas de invierno de un pequeño pueblo, no sabía yo ¡ignorante de mí! que este tipo llevaba la voz cantante en el asunto del fiestorro. Durante tres meses cada fin de semana corría yo hacia el pueblo serrano con un saco de maravillosas ideas que el pedante se encargaba de desechar rápidamente, "no está mal" decía entornando los ojos, pero se hará esto otro, ademas de pedante dictadorzuelo. Me torturó doce semanas y media con su selecta verborrea y como sonoro colofón la noche cumbre de la fiesta, cuando se quemaba el romero en el pueblo, me dijo -entornando los ojos- mientras contemplábamos lo estupendamente bien que se lo estaba pasando la plebe "mira, esto es una auténtica catarsis"...ya no pude más, no seas imbécil Federico, le contesté, esto son las fiestas del pueblo... que a gusto me quedé, eso sí que fue una catarsis.
Que Dios aparte a los pedantes de nuestro camino.
La Bruja de Gredos volverá el próximo lunes para destripar a los pedantes enólogos.