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LA MOSCA COJONERA CIEGA. UN REGALO DE LA CASA. 23/7/2014

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blancabianca:
¡Oh sorpresa! Aquí estoy de nuevo, a pesar de haber echado el cierre por vacaciones a los malditos lunes, un forero amigo ha tenido la amabilidad de enviarme una divertida historia para que la publique. Es maravilloso, ya me considero una escritora consagrada ¡tengo un negro y todo!

Esta historia es un acaecido, que diría mi padre, ocurrió en un pueblo del sur. Agradezco al forero amigo su amabilidad; aquí está el divertido relato. Disfrutadlo esta noche de verano

blancabianca:
Todas las tardes de invierno y verano se reúnen en el bar casino del pueblo, el Alcalde, El Médico, el Secretario del Ayuntamiento y el Cura, después de comer, para echar la partida de dominó obligatoria, pagando la pareja que pierde. Y como nó, el pelota oficial Macarico el púa. Macarico el púa, era el clásico abogao de secano del pueblo, con pantalón raído de pana negro, camisa blanca y boina, con el cigarro de caldo gallina, apagado, cayendo en los labios. Tenia en su casa, "El Abogado en Casa" un libro publicado en 1935, con cuatro nociones y plantillas de escritos, por lo que en el pueblo, era una autoridad jurídica que por las tardes, era consultado por los vecinos que tenían algún problema, especialmente con las lindes. Se sienta al revés en la silla, con el respaldo por delante, apoyando ambos brazos en el respaldo. Sigue las manos que se realizan y a toro pasado, recrimina a los que se quedan con el seis doble ahorcado criticando las incidencias, soliviantando a los jugadores, ya de por sí alterados por tener que pagar la convidá. A las cuatro o cinco manos de la partida, Macarico, se queda en silencio dormido todas las tardes, dejando caer su ronquido beatífico a los diez minutos. Y así día tras día. D. Juan el médico, un joven de treinta años, ex tunero de pandereta, cachondo y juerguista durante su estancia en la Universidad de Granada, no deja de dar vueltas a su cabeza, para librarse del moscón de Macario. Hasta que cree dar con la solución, para librarse de la pejiguera. Así que un día le preparan la encerrona. Comienzan la partida y como siempre, Macario, dice lo que hubiera hecho para ganar cada partida, hasta que le llega el sueño y se pone a roncar como todos los días.

blancabianca:
Y aquí sigue el final del relato......

.De acuerdo  con el dueño del bar, cierran silenciosamente todas las ventanas y la puerta de bar, dejándolo totalmente a oscuras. Simulan seguir jugando, dando los típicos golpes con las fichas y comentando las jugadas, hasta que se despierta Macario y comienza a gritar desesperado, ¡ me he quedado ciego ! ¡D. Juan, que no veo ! D. Juan le tranquiliza, ¡ déjate de tonterías Macario ! y no interrumpas; siguen simulando la partida, moviendo las fichas repartiéndolas y viendo que no le hacen caso a su desesperación, se levanta Macario y a ciegas, desorientado, sin ver, buscando la puerta del bar, tropezando con mesas y sillas, se dirige hacia la parte del bar, donde está la trampilla abierta del sótano, desorientado,  por donde cae, rondando por las escaleras, fracturándose una pierna, un brazo y una fuerte conmoción en la cabeza. Después de un mes de recuperación con los cuidados de D. Juan, todavía, no sabe si su ceguera fue un episodio pasajero, o una broma pesada, pues se despertó en su casa en la cama a los dos  días.  No ha vuelto a seguir la partida y va al bar solamente por la mañana a tomar el carajillo. Ha dejado de fumar, no sabemos si por efecto del accidente, o por decisión propia.

Y aquí una foto de Macarico el púa, el pobre despeñado y fracturado.


blancabianca:
La foto

Fernando_Luis:
Y todavía se enfadará. Es que no aguantamos una broma...

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