Desde la eclosión del movimiento soberanista en Cataluña, en 2012, labandera independentista se ha hecho omnipresente en la comunidad. La enseña que antes solo usaban ERC y otros grupos independentistas se ha convertido de hecho en la bandera «oficial» del movimiento, e incluso CiU, partido en cuyos mítines hasta hace muy poco tiempo era raro ver «estelades», la abraza sin complejos. No obstante, la proliferación de la bandera -una creación de principio de siglo que une a la «senyera» un triángulo azul y una estrella blanca, al modo de la bandera cubana-, ya no se limita a convocatorias políticas: ahora todo lo llena: eventos escolares, deportivos, culturales...
De igual forma, como si fuese un deber de todo independentista que reside en el extranjero, la «estelada» se ha hecho omnipresente en cualquier convocatoria fuera de España, una manera deinternacionalizar el proceso. Es lo que sucedió el pasado 4 de junio en Nueva York, aunque no en un encuentro en la calle, o en un local privado, sino en el interior de una institución del Estado, concretamente en la sede del Instituto Cervantes de la metrópoli estadounidense.
Dentro de las muchas actividades que acoge el Cervantes de Nueva York, el miércoles pasado se celebró un evento para promocionar los vinos de las distintas denominaciones de origen catalanas. LaAsociación Vinícola Catalana (AVC) congregó a 16 productores de vino y cava para enseñar a importadores, restauradores y prensa local una muestra de sus productos. Hasta aquí todo normal, sino fuese por la presencia de una bandera independentista que se colgó detrás de uno de los mostradores que en el patio-jardín del Instituto Cervantes colocaron las bodegas para servir las copas