La verdad es que la gula es un pecado demodé, ya no se lleva nada ser un tragón. Sí, porque desde que nos hemos enterado de que somos lo que comemos nos ha entrado la obsesión por la comida sana y ya no podemos ser gordos felices, entre otras cosas porque hay que pagar dos asientos en el avión y sale carísimo, tampoco se comen ya alimentos insanos que, por cierto, son los más buenos.
El los países desarrollados la comida se ha convertido en una fuente de trastornos alimenticios: anorexia, ortorexia o angustia por comer sólo comida sana y la conocida permarexia u obsesión por las dietas, no hay lugar para la gula, aunque curiosamente se ha comprobado que en épocas duras de crisis, o peor guerras, estos trastornos de la alimentación desaparecen.
Cuando yo era pequeña me comía unos enormes bollos venenosos que se llamaban "negritos", un enorme monte Everest de chocolate relleno de merengue, Tigretones, Bonis, Bucaneros, Pantera Rosa que esta pantera por el color rosa fosforito debía ser lo peor de lo peor, pastelitos basura llenos de gasificantes, colorantes, azúcar y grasas saturadas, sorprendentemente yo no era gorda, pero sí muy feliz cuando me zampaba esas bombas insanas. Y no ahora, que cada vez que te apetece comer un bollito hay una voz en tu cerebro que clama cual profeta en el desierto ¡eso es masa industrial! está lleno de aditivos artificiales y químicos cancerígenos... tomar un café es otra, porque con azúcar ¡nunca! de todos es sabido que el azúcar desencadena la glicación, ese proceso químico que nos envejece prematuramente... sacarina entonces ¡peor, eso es veneno! siempre nos queda la miel para endulzarnos la vida sin pecar, eso suponiendo que las laboriosas abejas no desaparezcan.
Ser glotón ahora es muy complicado, desde luego, porque la lista de delitos alimentarios es interminable: las patatas fritas, las salchichas, las pizzas, el tocino, el chorizo, los lácteos y la lactosa, las carnes rojas, las grasas saturadas... bueno, la verdad es que es muy difícil pecar con una manzana ecológica y un poco de brócoli hervida, batidos de verduras, algas, bayas de Goji para merendar y todo light, por supuesto ¿Quién dijo gula? La nueva cocina es otra moda que tampoco ayuda mucho, eso de plato gigante con comidita diminuta y muy mona en el centro no es comida de glotones. He comido un par de veces en uno de esos restaurantes con alguna estrella Michelín, antes de la crisis por supuesto, la verdad es que el sorbete de fabada estaba bueno, pero no me dio tiempo a enterarme, cuando mis papilas gustativas empezaban a despertar el sorbete se había terminado.
Pero la gula tiene también sus aliados, para los comilones por el mundo existen los buffets libres, en ellos encuentran su paraíso con sinfonías de ensaladas, arroces, pastas, carnes y todo por arrobas, los insaciables afilan el diente preparándose para su partícular "happy hour"; un buffet libre es la antítesis de plato grande y delicioso bocadito mínimo, son un culto al exceso y desencadenan la locura. Recuerdo en cierta ocasión desayunando en un hotel de Liérganes, un preciso pueblo cerca de Santander, como algunos "desayunantes" se volvían locos ante los bollos, bizcochos, pastelitos y tostadas de mil panes diferentes desplegadas en perfecta formación y con una pinta estupenda, llenaban sus platos en equilibrios imposibles, comían yogures, frutas, jamón, quesos, café, te y zumos... yo estaba asustada pensando que alguno de aquellos tres o cuatro tragones explotaría en cualquier momento poniéndolo todo perdido, un homenaje a la gula, sin duda.
También tenemos los concursos de comilones, la dinámica es bastante simple: meterse para el cuerpo cantidades industriales de comida en el menor tiempo posible, son muy populares en el mundo anglosajón y hay concursos de todo lo imaginable, de salchichas, hamburguesas, huevos duros, pizza, albóndigas, he visto alguna vez esto en televisión y puedo asegurar que es el espectáculo más grotesco posible, eso sí que es un canto a la gula desmesurada con formas bastante asquerositas, y todo con el único propósito de ganar un puesto en el famoso libro Guinness de los Récords, estos son algunos ejemplos reales: beber un litro de cerveza en 1,3 segundos, cuatro kilos de pasteles en 8 minutos, 552 ostras en 10 minutos... claro que ninguno de estos tragones es capaz de comerse 50 huevos duros con tanta clase como Paul Newman en "La Leyenda del Indomable", siempre ha habido guapos...
Y para terminar un rápido recorrido por algunos platos exóticos que para mí son la negación de la gula, porque a ver si tiene gracia eso de comer el Fugu, o pez globo japonés, sabiendo que puedes palmar; las arañas fritas de Camboya son un asco, por mucho que te pongan pequeños bocadillos de tarántulas con pimienta negra y lima; gusanos witchely de Australia, saltamontes grillos y hormigas fritas, que una vez me trajo un amigo un bote de hormigas fritas de un viaje por Sudamérica, él decía que eran como pipas, pero no las probé; los escamoles mejicanos, unas larvas de hormiga a las que llaman "caviar de insecto", o la delicia china "Tong zi dan" quue son huevos de aves hervidos en orina de niños, nada apetecibles la verdad.
Desde luego todos tenemos comidas preferentes, que desatan nuestra gula y comidas detestables, yo detesto las vísceras en general, por mucho que los riñones al jerez tengan fama, me muero por unos huevos fritos con patatas o un cocido madrileño, soy de gustos sencillos ¿Y vosotros?
La Bruja de Gredos os desea una estupenda semana... y no pequéis