Soy bastante benevolente e indulgente con los pecadores y con casi todos los pecados capitales, que algunos hasta tienen su chispa, pero si hay algo que no soporto es la avaricia, no, no puedo con los tacaños, ruines, roñosos, rácanos y sórdidos miserables, esos seres cicateros que cuentan sus monedas agazapados en una esquina con sonrisa maléfica y ojos avariciosos que, por cierto, siempre imagino amarillos no sé por qué, y es que "donde hay nobleza hay largueza" dice el viejo refrán y es cierto, las almas nobles no pueden ser cicateras en ningún sentido.
Yo soy de natural derrochador, lo cual no es una virtud en absoluto, más bien lo contrario y asumo mi culpa, pero también soy generosa, desprendida y desinteresada, eso sí que son virtudes que los tacaños y avaros desconocen absolutamente, que estos tipos están dispuestos incluso a pasar penitas con tal de atesorar sus dineritos y no gastar un pavo, ahí tenemos a Harpagón un señor capaz de vender su alma por dinero, muy francés sin ánimo de ofender a nadie. Ebenezer Scrooge, otro tacaño miserable que se las traía, menos mal que a éste le visitaron unos cuantos fantasmas de las Navidades y rectificó a tiempo, me encanta el Cuento de Navidad, y es que la avaricia es un mal que hace que el mundo sea más injusto de lo que ya es.
A los españoles nos tira el lado hidalgo, somos generosos y por lo tanto consideramos la avaricia como un defecto enorme, algo imperdonable, es por eso que detestamos a los protomiserias mezquinos, incluso lo utilizamos como insulto, no suena tan mal decir que fulanito es soberbio, pero si decimos que fulanito es un ruin de la cofradía de "la virgen del puño" el tacaño queda automáticamente descalificado y se lo merece, desde luego. Hay una coplilla popular que nos cuenta que San Martín dio la mitad de su capa a un pobre porque era francés -San Martín, no el pobre- de ser español se la hubiera dado entera, y es que los españoles somos generosos en el más amplio sentido de la palabra, somos incluso dadivosos. No es tan raro que el Estado busque ingresos gravando espectáculos, restaurantes y baretos, porque nunca dejamos de ir a estos sitios por muy maltrecha que esté nuestra economía, incluso nos pagamos con alegría una ronda de cañas cosa que deja alucinados a algunos extranjeros que conozco, ellos son más de lo que nosotros llamamos "escote", o sea lo que viene siendo sacar un euro para su cervecita.
Catalanes, escoceses, judíos, holandeses y suavos, que no suevos, en Alemania, cargan con la fama de ser unos roñosos de manual, no sé si será él típico tópico, pero tengo una buena amiga holandesa que de cicata no tiene nada, es generosa, aunque su marido afirma que, efectivamente, los holandeses son unos roñicas miserables, creo que lo dice con maldad y para curarse en salud porque él es neoyorquino y tiene nariz de judío. Los catalanes, nuestros agarrados nacionales...pues conozco de todo tipo, desde mi amiga Olga, una catalana con más de ocho apellidos, que es extraordinariamente generosa, hasta uno que, volviendo en una ocasión de la playa, no nos dejaba tomar una cerveza en un chiringuito porque según él tenía cervezas en casa, no había manera de convencerle de que una cerveza sabe mejor en un bar, no hay como el sabor de la caña en un bar. Pero cutres hay en todas partes, incluso en Madrid, recuerdo una invitación a cenar de un amigo que cumplia años, cuando llegó la hora de pagar dividió la cuenta entre los cinco invitados, en teoría invitaba él, y nos dijo tenéis que poner tanto... ojipláticos nos dejó, que no sé todavía si es tacaño, tiene mucho morro o va para concejal de urbanismo.
La avaricia, no es lo mismo que la obsesión por acaparar pero casi, no hay más que ver las largas colas que se forman en cualquier centro comercial cuando reparten algo gratis, no importa lo que sea, sobre de sopa de cebolla, papel higiénico o chocolatinas rellenas de guindilla, la gente hace cola y siempre aplica el dos mejor que uno, incluso hay veces que esperan una hora a ver que dan, ni siquiera saben lo que regalan. El buffet libre es otra gran ocasión para detectar roñosos, esos que piensan esto es gratis y tengo que ponerme de todo, por sus platos llenos hasta arriba los conoceréis. Los del síndrome de Diógenes, acumuladores de todo que guardan con avaricia para cuando no haya. Los avariciosos de seguidores en las redes sociales, que en Facebook se pueden comprar seguidores por cientos. Y por últmo los avariciosos del conocimiento, esos que en la facultad tenían apuntes a dos colores, perfectamente ordenados, con letra redondilla y no te los pasaban jamás para fotocopiarlos.
Y los políticos, esos avariciosos que no saben que la avaricia rompe el saco....
Feliz semana y recordad que la generosidad es hermosa.
La Bruja de Gredos.