No, no estoy hablando de mantener los medicamentos y lejía fuera del alcance de los niños, tampoco del denostado cigarrillo, en absoluto, hablo de la gente tóxica, sí, las personas que nos complican la vida y no se relacionan sanamente con el entorno: los tóxicos.
Hay un amplio abanico de ellos, seguro que conocemos a alguno o lo tenemos al lado: descalificadores, falsos, psicópatas, manipuladores, quejicas, victimistas y lloricas, mediocres... podría seguir veinte líneas más, pero no quiero, como muestra es suficiente.
Estas personas suelen ser una pesada carga, difíciles de soportar, siempre consiguen sacar lo peor de nosotros y nos llenan de frustración, los encontramos en nuestro entorno social, laboral e incluso familiar y ¡mucho cuidado con ellos! porque son peligrosos para nuestra salud emocional y mental, hay que mantenerlos a raya, tenemos que enfrentarnos a ellos sin morir en el intento o volvernos tarumbas perdidos. Es importante detectarlos antes de que ataquen, a veces son seductores y se muestran encantadores, esto sucede con la pareja tóxica sin ir más lejos, ellos y ellas, que no hay diferencia de sexo en este asunto; sí, porque de repente nuestro príncipe o princesa se transforma en un controlador, en alguien que manipula sin piedad nuestros sentimientos y nos empuja de la nube rosa de amor arrojándonos a las tinieblas. Ahí están, llamando constantemente para saber dónde estamos -unos pelmas- a continuación llegan los celos enfermizos o el lloriqueo constante, lo peor es cuando estos intoxicadores profesionales se topan con personas sumisas y de poco carácter que siguen su juego, un destrozo, desde luego los rebeldes que se enfrentan a la situación desarman rápidamente al tóxico no soportando manipulaciones ni sometimientos, los tóxicos suelen ser cobardicas.
Y es que nuestra emociones están ahí para disfrutarlas, para sentirlas, pero no para que dominen nuestras vidas y se vuelvan incontrolables, sí, me refiero a las emociones tóxicas que haberlas haylas, vaya que sí, y siempre, siempre nos causarán heridas emocionales difíciles de curar, a éstas no podemos ponerles una tirita, aunque tampoco es cuestión de ser perfectos porque la perfección suele ser aburrida, sería interesante, eso sí, alcanzar la ansiada paz interior como si fuésemos monjes budistas calvos vestidos con túnicas azafrán, pero si no lo conseguimos -cosa altamente probable en estos tiempos revueltos- al menos podemos pulir nuestra estupenda colección de errores hasta hacerlos parecer perfectos y para ello lo último que necesitamos es un tarado, o tarada, toxico que envenene nuestra mente.
Es de todos conocido que el mundo está lleno de personas nocivas, ya lo dijo Antonio Machado en uno de sus maravillosos poemas cuando habló de "la mala gente que camina y va apestando la tierra"... ¡Hay tanta!
No quiero gente tóxica en mi vida, que sensación de alivio sentimos cuando nos alejamos del "homo manipulador" ¡al fin solos! pensamos, porque en verdad esta gente además de tóxicos son un verdadero coñazo.
Recordad, rodearos siempre de personas que valoren vuestros sueños.
La Bruja de Gredos os desea una feliz semana.
Quiero dar las gracias a mi amigo Makemyday que me propuso escribir sobre este tema, espero que te haya gustado Makemy.