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Autor Tema: HISTORIA  (Leído 52131 veces)

VANIO

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HISTORIA
« en: 24 horas »

Abro este tema con la intención de que vayamos exponiendo temas históricos, artículos de interés, libros de historia, anécdotas, etc. A mí es un tema que me apasiona y espero que a vosotros también. Claro esta que podemos debatir sobre lo que pasó o lo que pudo pasar, la historia tiene muchas interpretaciones y nosotros no vamos a poner verjas al campo.
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VANIO

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Re:HISTORIA
« Respuesta #1 en: 24 horas »

9-11-11

Para empezar voy a rendir un pequeño homenaje a Luis Daoíz que junto a Pedro Velarde, Jacinto Ruiz, Juan Van Halen y José Heceta desobedecieron las órdenes de sus superiores y se prestaron a luchar junto al pueblo de Madrid sabiendo que iban a morir.
Así se recupera el uniforme de un héroe

Para que las esencias de un héroe regresen a este mundo 200 años después de muerto, lo primero es hidratarlo. No a él, por supuesto, sino al objeto que ha preservado su ADN todo este tiempo: su uniforme de batalla. Limpiar e hidratar con vapor de agua fría fue el primer paso para documentar las últimas horas del capitán Luis Daoíz, héroe del 2 de mayo de 1808. Sabíamos que fue asesinado por las tropas francesas a golpe de bayoneta, pero desconocíamos qué heridas provocaron su muerte. Su guerrera, expuesta en el Museo del Ejército en Toledo, arroja luz sobre uno de los personajes más épicos de nuestra historia.
“Fue una pieza muy complicada de intervenir. No solo por su carga histórica sino porque el personaje murió con ella puesta. Tuvimos que parar en muchos momentos para que entrasen los estudios de ADN, la dirección técnica del museo, los historiadores, con el fin de no borrar ninguna huella de la historia”, rememora Mercedes Amézaga, restauradora jefe del uniforme de Daoíz. El uniforme estaba roído por las ratas y en proceso de descomposición, pero hubo un factor de gran ayuda a la hora de determinar que correspondía, efectivamente, al capitán de artillería: la pieza estaba inundada de sangre.
Al ir recuperando la forma y la textura, la guerrera reveló los puntos exactos donde penetraron las bayonetas francesas, hasta desvelar finalmente tres pinchazos mortales: dos a la altura del corazón y otro más en el espacio intercostal derecho. “Muchas veces son las piezas las que te dan toda la documentación. En los bolsillos puedes encontrar papeles, documentos, y esos te llevan a investigar. Por eso es bueno que varias disciplinas trabajen juntas”, apunta Amézaga. “En este caso, el uniforme nos muestra que Daoíz murió desangrado y de forma lenta. Tuvo que pasar unas últimas horas terribles”, asevera.
Los relatos de la época nos muestran al capitán Daoíz trasladado con urgencia a casa de unos paisanos tras ser triturado a bayonetazos por los soldados del ejército de Napoleón. Es su castigo por haber liderado el alzamiento popular contra la invasión francesa. Morirá a las pocas horas, y sus restos serán depositados en la iglesia de San Martín. Daoíz es enterrado con su uniforme junto al otro héroe del 2 de mayo, el capitán Pedro Velarde, este no obstante envuelto en una lona. Cuando la iglesia se derrumba en 1811, los huesos de Daoíz y Velarde son reubicados con todos los honores en la Colegiata de San Isidro en Madrid. Pero en este caso se le extrae el uniforme y se guarda en una urna, depositada en el Museo de Artillería. En esa urna, que cambia de ubicación en un par de ocasiones, permanece oculta la guerrera de Daoíz hasta el año 2014, cuando es redescubierta de manera casual. La sorpresa inicial da pie a los trabajos de investigación que concluyeron el pasado verano.
“La importancia histórica del uniforme es enorme, porque al fin y al cabo es el héroe del 2 de mayo. Además, no existe ningún uniforme de oficial de artillería de esa época, es el primer ejemplar del que disponemos”, indica el general Juan Bosco Valentín-Gamazo, director del Museo del Ejército. Mientras el general cuenta los entresijos del tesoro más reciente de la historiografía española, en los talleres de restauración, los técnicos trabajan en un amasijo de tela azul marino muy prometedor. Se trata del calzón que, supuestamente, completaba el uniforme con el que murió Daoíz. De confirmarse la pertenencia, una de las imágenes más populares del personaje, la que lo viste elegantemente con guerrera azul marino y pantalón blanco, se iría al garete. “Tendríamos que pintar de azul los calzones en todos los cuadros”, bromea el general Valentín-Gamazo.

FIN DE LA PRIMERA PARTE
























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VANIO

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Re:HISTORIA
« Respuesta #2 en: 24 horas »


Así se recupera el uniforme de un héroe
“Por eso es tan importante invertir en restauración. Si no conocemos nuestro pasado, no vamos a conocer nuestro presente. Restaurar nos ayuda a comprender muchísimas cosas, aparte de recuperar el valor estético e histórico de las piezas”, considera Luis Miguel Muñoz, quien participó en la recuperación del uniforme de Daoíz como especialista en metales. Suyo es el mérito de desvelar que los 40 botones de la guerrera eran lisos, una petición ex profeso del capitán, puesto que los botones y elementos metálicos de las guerreras de artillería de la época solían estar grabadas en relieve. “Hemos restaurado piezas muy interesantes, pero esta es especial por el personaje. Te metes muchísimo, vas viendo todo lo que sufrió, los bayonetazos, que siguió luchando, y luego por supuesto todos los hechos que después acontecieron. La historia de España cambió por dos hombres, Daoíz y Velarde. Por eso es una pieza muy bonita”, abunda Amézaga.
La recuperación del uniforme de Daoíz es una muestra del potencial de nuestros restauradores y de los ‘milagros’ históricos que se pueden conseguir cuando fluye la financiación, en este caso de la Fundación Museo del Ejército. Sin embargo, la profesión ha sufrido una tremenda sacudida en los años de crisis. Si antes eran varias decenas las empresas que se repartían los trabajos de restauración, ahora sobreviven apenas 10 y con muchos apuros. No solo en Europa, sino en países teóricamente menos desarrollados como Panamá invierten porcentajes mucho mayores que España en conservación de patrimonio.
“En España disponemos de grandes restauradores, estamos diría entre los mejores del mundo y tenemos un perfil mucho más polifacético que en otros países. Nuestro problema es básicamente económico. El 90% de los encargos proviene de estamentos públicos, y estos redujeron sus presupuestos debido a la crisis. Aparte de que no tenemos un colegio regulado que vele por nuestros intereses”, explica Muñoz. Con esa carga de precariedad a sus espaldas, decenas de técnicos se enfrentan cada día al reto de devolver al presente los secretos mejor guardados de nuestro pasado.

http://www.elconfidencial.com/cultura/2015-11-09/asi-se-recupera-el-uniforme-de-un-heroe_1089095/


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Re:HISTORIA
« Respuesta #3 en: 24 horas »

Hola, Vanio.

En primer lugar, quiero darte las gracias por este tema que has abierto hoy, HISTORIA, que me chifla, dicho sea de paso.

También, felicitarte por ese ensayo que haces sobre Daoíz; naturalmente conozco la versión de la Guerra del 2 de Mayo; en cuanto a lo del uniforme, no tenía ni idea. Francamente interesante, y estoy de acuerdo contigo: para conocer nuestro presente no podemos desconocer nuestro pasado.

Me verás por aquí. Y confío, y te ruego, que cuando me equivoque, me rectifiques.

La Cibeles

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VANIO

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Re:HISTORIA
« Respuesta #4 en: 24 horas »

Hola, Vanio.

En primer lugar, quiero darte las gracias por este tema que has abierto hoy, HISTORIA, que me chifla, dicho sea de paso.

También, felicitarte por ese ensayo que haces sobre Daoíz; naturalmente conozco la versión de la Guerra del 2 de Mayo; en cuanto a lo del uniforme, no tenía ni idea. Francamente interesante, y estoy de acuerdo contigo: para conocer nuestro presente no podemos desconocer nuestro pasado.

Me verás por aquí. Y confío, y te ruego, que cuando me equivoque, me rectifiques.

La Cibeles



Muchas gracias Cibeles, espero que cuando quieras participes, cuantos más colaboremos el tema se enriquecerá y aprenderemos todos, que de eso se trata en el fondo.
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Re:HISTORIA
« Respuesta #5 en: 24 horas »

El capitán Luis Daoíz no muestra inicialmente animadversión ante los franceses. Más aún, como oficial ilustrado y masón, admira a Napoleón. Pero a través de los vínculos de parentesco que mantiene en las altas esferas de Palacio, se entera de los turbios manejos galos en la conspiración frustrada del Príncipe de Asturias contra su padre, el Rey Carlos IV. Su opinión sobre los franceses cambiará entonces radicalmente. Desde ese momento, el cuarto de banderas del Parque servirá de amparo a la confabulación de los artilleros, en la que Daoíz ha de sumar voluntades y cooperadores para asegurar su éxito. El plan será luego abortado por el mismo Ministro de la Guerra.
El 1 de mayo de 1808, Daoiz y otros dos oficiales españoles se retan a duelo a la salida de la Fonda de Genieys, con otros tantos oficiales franceses que habían proferido insultos contra la nación española. El desafío, aplazado por los padrinos, nunca habría de tener lugar…
Con esta pequeña semblanza quiero dar a entender que Luis Daoíz era un hombre de mente abierta, que al igual que Jovellanos, se negó a servir a un emperador extranjero aunque tuviera simpatías por algunas de las ideas que venían de Francia.
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Re:HISTORIA
« Respuesta #6 en: 24 horas »

ORTEGA, CONTRA LA FEDERALIZACIÓN DE ESPAÑA


Ahora que media España se ha vuelto federal, cuando hace dos años lo de la Unión quedaba limitado a la caballería de EEUU cuando perseguía apaches, merece la pena recordar el discurso de José Ortega y Gasset, diputado por la Asociación al Servicio de la República, en que ilustró a los diputados de las Cortes Constituyentes sobre las diferencias entre autonomía y federación.
"Autonomía y federación son dos conceptos diferentes; en el primero hay una sola soberanía –la del pueblo español, en este caso–, mientras que en el segundo se aceptan otras soberanías que se asocian para formar una nueva:
Pues bien, confrontándolo con el autonomismo, yo sostengo ante la Cámara, con calificación de progresión ascendente hasta rayar en lo superlativo, que esos dos principios son: primero, dos ideas distintas; segundo, que apenas tienen que ver entre sí; tercero, que, como tendencias y en su raíz, son más bien antagónicas.
El federalismo se preocupa del problema de soberanía; el autonomismo se preocupa de quién ejerza, de cómo haya manera de ejercer en forma descentralizada las funciones del Poder público que aquella soberanía creó.
Porque la soberanía, señores, no es una competencia cualquiera, no es propiamente el poder, no es ni siquiera el Estado, sino que es el origen de todo Poder, de todo Estado y, en él, de toda ley.
Para un pueblo, pasar de unitario a federal es una degradación:
Dislocando, digo, nuestra compacta soberanía fuéramos caso único en la historia contemporánea. Un Estado federal es un conjunto de pueblos que caminan hacia su unidad. Un Estado unitario que se federaliza es un organismo de pueblos que retrograda y camina hacia su dispersión. Ni vosotros ni yo estamos en esta fecha seguros de que el pueblo español, que se ha dormido esta noche dueño de una soberanía unida, sabe, sospecha, que, al despertarse, va a encontrarse su soberanía dispersa.
Y hasta es posible que las regiones convertidas en estados federados se subleven invocando su pedazo de soberanía,
no segmentando la soberanía, haciendo posible que mañana cualquiera región, molestada por una simple ley fiscal, enseñe al Estado, levantisca, sus bíceps de soberanía particular.
Vais a resolver sobre algo que representa la raíz cósmica, ultrajurídica, y últimamente vital de la realidad española; vais a decretar sobre soberanía".

Pues queda meridianamente claro que no es lo mismo una cosa que la otra, aunque más de un político de cuyo nombre prefiero no acordarme, piense que no cambia la cosa sustancialmente. Que interesante sería que los que quieren ejercer el gobierno del país supieran de lo que hablan y tuvieran claros los conceptos que utilizan.




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Re:HISTORIA
« Respuesta #7 en: 24 horas »

11-11-15

Hoy tocaré el tema de la Primera Guerra Mundial. ¿Se pudo haber evitado la guerra?
 Alemania, Francia y Gran Bretaña fueron a la guerra por un asunto, la independencia de Serbia, que no les atañía en absoluto. Eso puede hacer creer que las tres se limitaron a honrar los rígidos pactos que tenían con sus respectivos aliados. Si así hubiera sido, no cabría duda de que la existencia misma de las alianzas tendría una responsabilidad en lo sucedido.Sin embargo, Alemania pudo haber advertido a Austria-Hungría de que no apoyaría sus acciones contra Serbia. Francia pudo haber avisado a Rusia de que no entraría en guerra con Alemania por mor del pequeño reino balcánico.Y Gran Bretaña, según sus acuerdos, ni siquiera estaba obligada a intervenir. La prueba de que quien hubiera querido habría podido mantenerse al margen es que eso fue precisamente lo que hizo Italia, a pesar de estar integrada en la Triple Alianza.
Austria-Hungría dependía diplomáticamente de Alemania. Con su división en doble reino (1867), se debilitó fatalmente. A partir de entonces su política exterior se centró en ver el modo de hacerse con los despojos del moribundo Imperio otomano en los Balcanes. Allí chocó con los intereses rusos, que codiciaban lo mismo. Austria-Hungría, por sí sola, no hubiera podido enfrentarse a Rusia, pero contar con el ejército prusiano podía cambiar radicalmente las cosas.  Es verdad que en ocasiones anteriores Alemania había contenido a Austria. ¿Por qué en julio de 1914 no lo hizo? En 1914 Alemania sólo tenía un aliado, Austria-Hungría.La situación hubiera aconsejado ser prudentes, como tantas otras veces anteriores lo fueron. Sin embargo, esta vez varias consideraciones indujeron a Guillermo II a aconsejar, casi exigir, firmeza a Francisco José: Austria, su único aliado, dejaría de ser tenida por gran potencia si dejaba sin castigar el asesinato del heredero al trono de los Habsburgo, planeado por oficiales de un minúsculo Estado balcánico. Rusia no se atrevería a intervenir por miedo al ejército alemán; y si se aventuraba a hacerlo era preferible que la guerra estallase antes de que San Petersburgo completara el programa de rearme que estaba llevando a cabo y que no estaría concluido antes de 1916.
     Rusia insistió en acudir en defensa de sus hermanos serbios. Alemania la había empujado a aliarse con su enemigo ideológico, la republicana Francia, exportadora de odiosas ideas revolucionarias. Con todo, en 1914 esos recelos estaban superados. Durante la visita del presidente de la república francesa a San Petersburgo en junio, las bandas militares rusas tocaron La Marsellesa entre el júbilo de la aristocracia zarista. Rusia además había sufrido recientes humillaciones a manos de Austria con el respaldo alemán. Estallada la crisis a consecuencia del asesinato de Francisco Fernando, Rusia no estaba dispuesta a dejar pasar una más si los franceses se mantenían firmes a su lado.
  Francia estaba deseando que llegara la ocasión de recuperar Alsacia y Lorena.Pero no fue sólo el ansia de venganza. Mientras Alemania crecía económica y demográficamente, la otrora poderosa Francia se estancaba.si Rusia estaba dispuesta a jugársela, no sería Francia la que la detuviera en un momento que el Elíseo consideró favorable.
   ¿Y Gran Bretaña?   En el continente había surgido una gran potencia que amenazaba con adueñarse del mismo. En su día los ingleses impidieron a españoles y franceses hacer algo similar. Parecía llegada la hora de hacer lo propio con los alemanes. Lo crucial fue que no podía permitir que Alemania derrotara a Francia y a Rusia, se apoderara de sus colonias y se convirtiera en ama y señora del mundo. 
Y así fue como, cuando Austria quiso dar un escarmiento a Serbia, no fueron las alianzas lo que arrastró a las demás potencias, sino que lo hicieron sus intereses.
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Re:HISTORIA
« Respuesta #8 en: 24 horas »

12-11-15

LA ROCHELLE, DONDE LA PICARDÍA DIO LA VICTORIA A LA ARMADA CASTELLANA

La Rochelle no es más que una pequeña ciudad portuaria en la costa oeste de Francia. Sin embargo, sus aguas se estremecieron en 1.372 cuando las armadas española e inglesa combatieron hasta la muerte en una contienda en la que la estrategia y la picaresca superaron al cañón y el sable. Esa cálida mañana de junio, los castellanos decidieron retirarse del combate hasta que el nivel del mar bajó y las naves británicas, de mayor calado, quedaron atrapadas e inmóviles ante su fuego.
Concretamente, esta batalla naval se sucedió en plena trifulca territorial entre franceses e ingleses quienes, aunque tenían intención de acabar su enfrentamiento en un par de meses, acabaron combatiendo durante más un siglo en la conocida como «Guerra de los Cien Años».
En esas estaba el mundo cuando los galos, faltos como estaban de navíos, decidieron cobrarse un antiguo favor realizado al rey de Castilla Enrique II, a quien habían ayudado a sentar sus reales posaderas en el trono en una de las múltiples guerras civiles de su tierra. Así, haciendo válido como nunca el lema de «hoy por ti y mañana por mí» Francia ordenó al monarca atacar con su armada la Rochelle, en ese momento en manos inglesas a pesar de estar en pleno territorio franco.
Los preparativos
En virtud de su deuda, Enrique decidió enviar una flota formada casi exclusivamente por galeras: buques a remo de poco calado consistentes en una plataforma sobre la que se ubicaban cientos de soldados. El mando de la misma fue entregado a Ambrosio Bocanegra, un experimentado marino que se había convertido en soldado a base de espada y sangre luchando contra los moros.
Por su parte, y cuando recibieron las noticias del asalto, los ingleses armaron una flota para interceptar a los castellanos: «A Eduardo de Inglaterra le importaba la conservación de aquella buena fortaleza por mucho que le costara, y así (…) reunió naos, soldados, provisiones y dinero, confiando la expedición a su yerno Juan de Hastings, conde de Pembroke», explica el ya fallecido historiador y militar Cesáreo Fernández Duro en su obra «La marina de Castilla».
Con todo, y como bien señala el experto en sus escritos, no existe cohesión entre los historiadores a la hora de determinar el número de buques que batallaron aquel día: «Algunos escritores de la época componen a la armada de Castilla de cuarenta naos gruesas y de trece barcos (…) mientras que la Historia belga habla de veintidós navíos españoles». A pesar de ello, la versión más extendida es que la flota Castellana estaba formada por una veintena de galeras mientras que, por parte inglesa, se desconoce la cantidad total de navíos.
Una idea que valió una batalla
Según la mayoría de las crónicas, los ingleses fueron los primeros en arribar a la Rochelle, lugar en el que se prepararon para no dar cuartel a la armada castellana. Ambas fuerzas se avistaron por primera vez el 22 de junio. En cambio, y aunque los marinos y oficiales británicos ansiaban cruzar sables y derramar sangre española aquel mismo día, Bocanegra decidió, para burla de sus enemigos y de sus propios soldados, llevar a cabo una curiosa táctica: izar velas y retirarse de la contienda.
«Siendo en aquel lugar de gran intensidad las mareas vivas, las naos inglesas quedaron varadas en la bajamar, y antes de que flotaran por completo las atacó Bocanegra el día siguiente, utilizando la mayor ligereza y poco calado de las galeras, después de lanzar sobre ellas artificios de fuego que, inmóviles como estaban, no pudieron evitar. La mortandad fue muy grande, por la gente armada que se arrojaba al agua huyendo de las llamas», completa el autor español en su obra.
Después de que se disipara el humo los castellanos observaron como, sin lugar a dudas, la victoria les pertenecía, pues todos los buques ingleses habían sido quemados o habían sido capturados. A su vez, Bocanegra rompió la tradición de asesinar a los prisioneros o arrojarles vivos al agua tras el combate y perdonó la vida a varios caballeros y al conde de Pembroke.



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« Respuesta #10 en: 24 horas »

15-11-15

LA TÚNICA UNA VESTIMENTA MAL VISTA POR LOS PRIMEROS CRISTIANOS

Como buenos seguidores de la locución latina “Panem et circenses” (pan y circo), los emperadores trataban de proporcionar entretenimiento a los ciudadanos de Roma en el Circo Máximo con las carreras de cuadrigas o en el Coliseo (anfiteatro) con las luchas de gladiadores o las de animales (venatio). Tratando siempre de superar lo hecho por sus antecesores, ya fuese por lo original o por la crueldad empleada, se llegaron a recrear combates navales (naumachia) e incluso echaron mano de la Mitología. Una de estas recreaciones mitológicas fue la de Orfeo (tocando su lira logró dormir a Cerbero, el perro de tres cabezas que protegía la entrada del inframundo) en la que el prisionero o el condenado que interpretaba a Orfeo debía amansar con la música a las fieras salvajes con las que se le había encerrado en una jaula -el resultado, un cuerpo descuartizado-. También se recreó la muerte de Hércules, cuando se pone la túnica envenenada es tan insoportable el dolor que pide que lo quemen para terminar con aquel sufrimiento.
En la recreación de la muerte de Hércules al intérprete del papel protagonista se le ponía una túnica de lino impregnada en una sustancia inflamable (posiblemente nafta con algún retardante para prolongar la agonía) que lo convertía en una auténtica antorcha humana. A este tipo de tortura y muerte se le llamó “la túnica molesta“. Aunque fue Nerón el que perfeccionó el método, cuando lo utilizó con los cristianos a los que había acusado de incendiar Roma en el 64, en la Ley de las XII Tablas, el texto legal que contenía las normas para regular la convivencia del pueblo romano, ya se estipulaba la pena de ser quemados vivos (crematio o ad flammas) para los acusados de algunos delitos muy concretos, como los pirómanos.

Muerte de Hércules (1634) – Fco. de Zurbarán



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« Respuesta #11 en: 24 horas »

17-11-15

EL REGIMIENTO ALCÁNTARA CARGÓ PARA SALVAR A SUS COMPAÑEROS

Arengados por el teniente coronel Fernando Primo de Rivera (“Si no lo hacemos, vuestras madres, vuestras mujeres, vuestras novias, dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos”) y sabiendo que iban a la muerte, el Regimiento Alcántara cargó hasta 7 veces para salvar a sus compañeros en Annual. De 691 hombres que componían el regimiento, sólo quedaron 67.
A veces se hace justicia, aunque sea tardía. Aunque sólo sirva para conmover las entrañas de los pocos que aún recuerdan. Es cierto que el ondear de banderas tiene algo de sospechoso, pues entre los pliegues de éstas, sin distinción de colores, suele esconderse mucho hijo de puta. Tampoco quienes conceden o reciben medallas son siempre de limpia ejecutoria. Pero a veces hay excepciones; momentos en los que las cosas se hacen como es debido. Y éste es uno de esos momentos. Noventa y un años después del desastre de Annual de 1921, donde 8.000 soldados españoles fueron exterminados por la estupidez de un rey, la venalidad de los políticos -nada hay nuevo bajo el sol-, la incompetencia de los generales y la desvergüenza de numerosos jefes y oficiales, el gobierno español ha concedido la Laureada de San Fernando, con carácter colectivo, al regimiento de caballería Alcántara, que se sacrificó casi en su totalidad para proteger la retirada de sus compañeros. La Laureada es la máxima condecoración militar española, y se obtiene por acciones extraordinarias en combate. Por aquella jornada, el jefe del regimiento recibió a título póstumo la Laureada individual; pero la tropa, como de costumbre, fue olvidada. Ninguno de los intentos posteriores por honrar su memoria tuvo éxito. Políticos y espadones de diversa ideología, desde el general Franco a la ministra Chacón, coincidieron en no querer remover aquello. Pero al fin, para satisfacción de los nietos y bisnietos de esos hombres, se repara la vergüenza.

Imaginen la escena: las harkas de moros sublevados por Abd el Krim acosan a la desorganizada columna que intenta escapar hacia Melilla abandonando a su suerte a heridos y enfermos. Aquello es una matanza inaudita, y millares de soldados abandonados por jefes y oficiales corren despavoridos, atormentados por la sed, intentando ponerse a salvo. En el camino de Dar Dríus a El Batel y Monte Arruit, la protección de la retaguardia de los fugitivos recae en un regimiento de caballería que todavía se encuentra intacto y bien mandado, el Alcántara nº 14. Su jefe es el teniente coronel Fernando Primo de Rivera, hermano del teniente general del mismo apellido, que en seguida comprende que se está pidiendo a sus 691 hombres que se dejen la piel por salvar a los compañeros. Pero no hay otra. Hace de tripas corazón, arenga a su gente, les dice que toca bailar con la más fea del Rif, y el regimiento, disciplinado y silencioso, se pone en marcha con sus escuadrones protegiendo los flancos y la retaguardia de la columna en retirada. A las cuatro de la tarde, aparte infinidad de escaramuzas parciales, los jinetes de Alcántara ya han tenido que dar su primera carga al galope contra una fuerte concentración enemiga. Pero es en el cruce del río Igán, que está seco y en torno al que se atrincheran miles de rifeños que hacen fuego graneado, donde la columna se arriesga a quedar cercada. Entonces, el teniente coronel les toca a sus hombres la única fibra que a esas alturas, con semejante panorama, cree que puede funcionar: Si no lo hacemos, vuestras madres, vuestras mujeres, vuestras novias, dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos.
Y no lo fueron. Siete veces cargó Alcántara monte arriba y sable en mano, reagrupándose tras cada carga, cada vez menos hombres, más heridos, exhaustos y sedientos jinetes y caballos, una y otra vez bajo la granizada de balas enemigas, entre las zarzas y parapetos rifeños, tan diezmados y agotados al final que la última carga, octava del día, hubo que darla con los caballos al paso, pues ya no podían ni trotar; y aún después se continuó ladera arriba, a pie, combatiendo al arma blanca. Cargaron los soldados, y también el joven trompeta de quince años que llevaba el cornetín de órdenes. Y cuando a la quinta o sexta carga ya no hubo hombres suficientes para cerrar las filas, cargaron también, aunque nadie los obligaba a ello, los tres alféreces veterinarios, y el teniente médico, y hasta el capellán fue adelante con la tropa. Y cuando ya no quedó nadie a quien recurrir, cargaron también los catorce maestros herradores, y con ellos los trece chiquillos de catorce y quince años de la banda de música del regimiento; que, como el joven corneta de órdenes, murieron todos. Y al anochecer, cuando los supervivientes consiguieron llegar a la posición de El Batel, agotados, llenos de heridas, caminando entre las sombras con sus extenuados caballos cogidos de la brida, de los 691 hombres del regimiento sólo quedaban 67. Desde luego, aquel 23 de julio de 1921 los del regimiento Alcántara cumplieron con su teniente coronel. A ellos, ninguna madre, mujer o novia los llamó cobardes.

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Re:HISTORIA
« Respuesta #12 en: 24 horas »

20-11-15

LOS USTACHAS, LOS MONSTRUOS QUE HORRORIZABAN A LOS MISMOS NAZIS

"Un ustacha que no puede sacar al niño del vientre de la madre con una daga, no es un buen ustacha". Estas palabras fueron atribuidas a Ante Pavelic, el líder del movimiento fascista más cruel de la historia, que asesinó a más de 1.000.000 de judíos, serbios y gitanos durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1941, las fuerzas del Eje invadieron Yugoslavia, lo que permitió a sus aliados, los ustachas, formar el Estado Independiente de Croacia, que incluía los territorios de Croacia, Eslovenia y Bosnia-Herzegovina. Ante Pavelic fue el caudillo del nuevo Estado, donde los serbios constituían un tercio de una población de seis millones de habitantes.
El führer ustacha impuso leyes antijudías y antiserbias y emprendió una persecución brutal contra estos dos pueblos con el objetivo de eliminar al menos a un tercio de ellos, y convertir al catolicismo al resto. Los principales blancos del sadismo ustacha fueron los sacerdotes ortodoxos, las mujeres y los niños.
En este sentido, el corresponsal de guerra italiano, Curzio Malaparte, escribió un reportaje sobre la Segunda Guerra Mundial, donde aseguró que durante una entrevista con Ante Pavelic en el despacho del führer, vio un cesto de mimbre que "parecía estar lleno de mejillones u ostras sin concha", pero que el mismo fascista le explicó sonriendo que se trataba de "un regalo de mis leales ustachas. 20 kilos de ojos humanos".
Años más tarde, nacionalistas croatas pusieron en duda la veracidad de este hecho, pero varios testigos y supervivientes del terror afirmaron que la colección de partes de cadáveres fue una tradición para los ustachas, muchos de los que llevaban collares hechos con la lengua, los ojos y las orejas de sus víctimas. El exprisionero Jovo Djuric cuenta que en los años del régimen fascista en algunas ciudades croatas se vendían ojos de serbios: "cada unidad constaba de 30-40 ojos".
Por su parte, Velizar Zecevic, superviviente de la matanza en un pueblo, recuerda que los ustachas empezaron a matar a campesinos encima de un barril gritando que querían recoger sangre como regalo para el cumpleaños de Pavelic.
Fuentes históricas aseguran que entre 1941 y 1945 los ustachas construyeron al menos 25 campos de exterminio, algunos de ellos como el de Sisak o el de Jasterbarsko, fueron exclusivamente para niños. No obstante, se considera que las mayores crueldades contra niños fueron cometidas en el campo de concentración de Jasenovac, donde fueron masacrados al menos 700.000 personas.
En Jasenovac fueron asesinados niños de 1 a 14 años de edad. Un superviviente recuerda que los ustachas quemaron vivos a muchos niños en presencia de sus padres, mientras que a otros prefirieron ahogarlos en el río Sava, que estaba junto al campo de exterminio. El investigador Dragoje Lukic asegura que los niños en pañales fueron disparados o masacrados con hachas. Los ustachas también cometieron otra atrocidad difícil de describir: las niñas de 12-13 años de edad fueron violadas en presencia de sus madres.
Oreskovic, un soldado ustacha, recordaría años más tarde que tuvo que asesinar a dos niños judíos en el campo de exterminio de Pag. "Luburic me ordenó que matara a un niño. Me negué a hacerlo, y él mismo le cortó la garganta para demostrarme cómo se hace. Luego yo mismo aplaste el cráneo del otro niño, después de lo cual Luburic elogió mi trabajo".
Sin embargo, los ustachas no se limitaron a asesinar niños sólo en campos de concentración. El historiador alemán Alfred Miller asegura que en varios pueblos cientos de niños fueron encontrados empalados con los brazos y las piernas torcidos. Así pues, en el pueblo serbio de Prebilovci, los ustachas asesinaron más de 800 personas, entre ellos 296 niños menores de 14 años y 64 niños menores de 2 años.
El historiador Karl Jans Geischer describe algunos de los métodos de tortura más empleados por los ustachas en los campos de exterminio. "Antes de asesinar a los prisioneros, les metían agujas debajo de las uñas, y ponían sal en las heridas abiertas. A los ustachas les encantaba cortar las nariz y las orejas a las víctimas mientras estaban vivas. Luego mutilaban los cuerpos".
Fuentes históricas afirman que los ustachas fueron especialmente crueles con las mujeres. Primero las violaban, y luego las cortaban los pechos y los brazos, mientras que a las embarazadas les abrían el vientre para sacar el bebé no nacido y matarlo. Así asesinaron a la mujer embarazada del sacerdote serbio Spaso Lavruja. Del terror ustacha ni siquiera se libraron las ancianas, a las que sacaban los ojos y enterraban vivas.
En los años del régimen fascista fueron asesinados también cientos de sacerdotes serbios, así como fueron destruidas la mayoría de las iglesias ortodoxas en territorio croata. El sacerdote ciego de Kulen Vakuf, Vukoslav Milanovic, fue forzado a escuchar cómo los ustachas mataban a sus hijos, mientras al sacerdote Branko Dobrosavljevic primero le cortaron el brazo y luego le despellejaron.
Los asesinatos de los ustachas nunca tuvieron la perfección técnica e industrial de los nazis alemanes, pero sus actos de crueldad superaban en ocasiones a las atrocidades del Tercer Reich. En este sentido, los mismos monstruos nazis que estaban en Croacia expresaron su horror ante el terror ustacha, al que consideraban "excesivo y poco eficaz". Así pues, el comisario nazi en Croacia, Herman Neubacher definió las bestialidades ustachas como "el crimen más feroz de la historia, que solo se puede comparar con el infierno de Dante".

En 1945, los ustachas fueron derrotados por el Ejército Rojo, lo que supuso el fin del terror ustacha y el inicio del terror comunista de Josip Broz Tito. Ante Pavelic llegó a escapar a Argentina, donde sufrió un atentado en 1957. Dos años más tarde, el líder ustacha murió en Madrid a causa de sus heridas.






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Re:HISTORIA
« Respuesta #13 en: 24 horas »

24-11-15

LA CAMPANA DE HUESCA

En el año 1134 fallece el rey de Aragón, Alfonso I el Batallador. El rey no tuvo descendencia y su testamento y sucesión levantaron ampollas entre los nobles y la Iglesia:
"En nombre del bien más grande e incomparable que es Dios. Yo Alfonso, rey de Aragón, de Pamplona […] pensando en mi suerte y reflexionando que la naturaleza hace mortales a todos los hombres, me propuse, mientras tuviera vida y salud, distribuir el reino que Dios me concedió y mis posesiones y rentas de la manera más conveniente para después de mi existencia. Por consiguiente temiendo el juicio divino, para la salvación de mi alma y también la de mi padre y mi madre y la de todos mis familiares, hago testamento a Dios, a Nuestro Señor Jesucristo y a todos sus santos. Y con buen ánimo y espontánea voluntad ofrezco a Dios, a la Virgen Marí­a de Pamplona y a San Salvador de Leyre, el castillo de Estella con toda la villa […], dono a Santa Marí­a de Nájera y a San Millán […], dono también a San Jaime de Galicia […], dono también a San Juan de la Peña […] y también para después de mi muerte dejo como heredero y sucesor mí­o al Sepulcro del Señor que está en Jerusalén […] todo esto lo hago para la salvación del alma de mi padre y de mi madre y la remisión de todos mis pecados y para merecer un lugar en la vida eterna…"
Dejaba el reino de Aragón a la Orden del Santo Sepulcro (otros también incluyen a las í“rdenes del Temple y el Hospital). Las órdenes recibieron algunas plazas, pero se acordó buscar una solución a este disparate. La solución fue nombrar sucesor a Ramiro, hermano de Alfonso, que estaba recluido en un monasterio. Ramiro II el Monje (el sobrenombre era evidente) se encontró con un reino asediado por los reinos de Castilla y de Navarra y con unos nobles que querí­an manipularle a su antojo.

El “Monje”, inexperto en las lides del gobierno, decidió pedir consejo al abad del Monasterio de Tomeras. Envió a un mensajero que se reunió con el abad en el huerto, después de plantear los problemas de Ramiro, el abad se limitó a cortar las ramas que sobresalí­an de un seto, sin decir nada. El mensajero no entendí­a nada, pero relato los hechos al rey. El “Monje” comprendió el mensaje del abad y convocó a la nobleza en Huesca. Los hizo pasar uno a uno y los fue decapitando hasta formar con sus cabezas un campana.

Dejó para el final al obispo de Huesca (unos dicen que era el peor de todos y otros que le daba una oportunidad para arrepentirse):
"¿Qué os parece esta campana?", pregunto el rey.
"Le falta el badajo", contestó ufano el obispo.
La respuesta irritó al rey y le contestó: "Vuestra cabeza será el badajo".
El resto de nobles se dieron por enterados y el reino se apaciguó. Abdicó después de 17 años de reinado y se retiró al monasterio del que nunca (creo) le hubiese gustado salir.

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Re:HISTORIA
« Respuesta #14 en: 24 horas »

26-11-15

EL GENOCIDIO DE LOS UMMAN-MANDA HACE 4.500 AÑOS
Hoy en día tenemos pruebas arqueológicas más que suficientes como para poder afirmar que el ser humano lleva masacrando a su prójimo desde que bajó de los árboles y se puso a tirar piedras. Hemos encontrado restos humanos del Paleolítico acribillados a flechazos o a pedradas, e incluso al famoso Ötzi, la momia de los Alpes, parece que le hicieron un tatuaje profundo con una punta de flecha. Uno de los testimonios más antiguos donde se habla de una masacre, lo tenemos en una de las historias referidas al rey acadio Naram-Sin. Cuando se escribió la historia, siglos después de su reinado, se le recordaba como un gran conquistador al que no le temblaba la mano a la hora de despellejar vivo a un enemigo derrotado.
Según dicha historia, un extraño pueblo al que se denomina en las tablillas como “Umman-Manda” se estableció en las llanuras norteñas que hay entre los nacimientos de los ríos Tígris y Éufrates. Sabemos poco de ese misterioso pueblo. Su nombre aparece durante siglos, hasta la época de Ciro el Grande, y su uso parece referirse a un ejército de invasores que arrasaban con todo. Algo así como la leyenda de Atila y los hunos, para entendernos. Se supone que consistieron en varias migraciones de procedencia indoeuropea, o eso parece por los nombres de líderes que se han conservado. También se habla de que desde la época de Naram-Sin ya iban acompañados por animales grandes parecidos a los onagros, lo que hace que algunos investigadores los imaginen como originarios bien de Anatolia o más bien del Caspio, donde por la época acadia ya se había domesticado el caballo. El nombre acadio “Umman-Manda” se puede traducir como “ejército de Manda” o “multitud de Manda”.
Los sumeroacadios no los veían como seres humanos. Aunque esto nos resulte de lo más moderno, una de las reglas del genocidio consiste en negarle a la víctima la naturaleza de humano, como bien podrían decir judíos, armenios, tutsis, rusos, sioux, coreanos, chinos, indígenas australianos, y todos aquellos que han sufrido el exterminio alguna vez. El rey Naram-Sin decidió apuñalar a algunos para ver si eran mortales. Como se desangraron, se dictaminó su desaparición. El hecho de sangrar no hizo que se les viera como humanos normales y corrientes, sino que, simplemente, podían morir. Shakespeare y su personaje Shylock, se sentirían un tanto perplejos ante esa opinión del acadio (*). La decisión de Naram-Sin fue no dejar ni uno. Hizo matar a hombres, mujeres y niños sin compasión. Hay que advertir que los Umman-Manda se defendieron como fieras, y hasta las mujeres tomaron las armas, pero poco pudieron hacer contra los arcos acadios. El rey hizo apilar los cadáveres y quemarlos sin ceremonias religiosas, por no considerarlos humanos. Pero tiempo después otra invasión de Umman-Manda bajó del norte al mando de su rey y, esta vez, comenzaron a arrasar ciudades. Naram-Sin fue derrotado al intentar enfrentarse a ellos, y llegó a la práctica conclusión de que era mejor dejarles hacer a su gusto y que los dioses se encargaran de ellos.
A pesar de aquella terrible matanza con que fueron recibidos, los Umman-Manda siguieron reapareciendo a lo largo de los siglos, como ya dijimos la principio, siendo conocidos por los elamitas, asirios, babilonios e hititas, y se piensa que con el tiempo se establecieron y dieron origen al Imperio Medo.


Victoria de Naram Sin



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Re:HISTORIA
« Respuesta #15 en: 24 horas »

1-12-15

EL ASEDIO MÁS LARGO DE LA HISTORIA, 21 AÑOS

Los que nacieron en el año 1648 en Candia (hoy Heraklion en la isla de Creta) no pudieron salir de las murallas de la ciudad hasta 1669: sufrieron el asedio más largo de la historia… 21 años.

En 1570, el Imperio Otomano invadió Chipre bajo dominio de la República de Venecia -cuenta la leyenda que de esta forma el sultán Selim II se aseguraba el suministro continuo de su vino preferido, el Commandaria-. Aunque se creó la Liga Santa (Corona de España, República de Venecia, República de Génova, los Estados Pontificios y la Orden de Malta) y derrotaron al Imperio Otomano en Lepanto (1571), Chipre permaneció bajo el domino turco durante tres siglos. La otrora rica República de Venecia comenzó a perder rápidamente sus posesiones de ultramar a manos de los turcos hasta que sólo quedó en sus manos la isla de Creta… aunque los turcos no necesitaban ninguna excusa para invadir la isla, un hecho puntual desató las hostilidades…
En 1645, los Caballeros de Malta atacaron un convoy otomano y se refugiaron en Candia (capital de Creta) con el botín… y el harén del sultán Ibrahim I. Craso error, tan craso como todas las mujeres del harén -el sultán estaba obsesionado con las mujeres obesas-. Una fuerza de 60.000 turcos desembarcó en Creta y en tres años tomaron toda la isla… excepto Candia que fue sitiada. La ciudad estaba protegida por 6.000 soldados y apenas contaba con suministros para aguantar un asedio largo. Cortaron el suministro de agua y bombardearon la ciudad durante varios meses, pero la ciudad no caía y la lucha en tierra se estancó. La única solución era hacerles llegar suministros por la cara norte de la fortaleza que daba al mar. La lucha continuó en el mar entre los venecianos y aliados contra los turcos por controlar las rutas marítimas que llevaban suministros a unos y otros. Las victorias en el mar se alternaban pero ninguno conseguía imponerse definitivamente a su oponente. Hubo dos intentos por romper el asedio desde dentro pero fracasaron, así como todos los intentos por tomar la ciudad por parte de los turcos.

En 1669, 21 años después, al capitán general Francesco Morosini sólo le quedaban 3.600 hombres para defender la fortaleza y apenas suministros para seguir aguantando. El 27 de septiembre se rindió la ciudad y los turcos permitieron que los sitiados abandonasen la ciudad con lo que pudiesen cargar.


Sitio de Candia

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Re:HISTORIA
« Respuesta #16 en: 24 horas »

5-12-15

LA CARRERA DE LA VIDA O LA MUERTE

La ley del fratricidio impuesta por Mehmed II, sultán del Imperio Otomano, intentaba evitar las guerras civiles, como le había ocurrido a su abuelo Mehmed I, entre los posibles herederos al título de Sultán. Por esta ley, cuando era nombrado un nuevo Sultán, todos sus hermanos sobrevivientes eran estrangulados con una cuerda de seda. La mayor matanza tuvo lugar en la sucesión de Mehmed III, cuando 19 de sus hermanos fueron asesinados. Esta práctica fue abandonada en el siglo XVII por Ahmed I y sustituida por la prisión en la Kafes, “jaula”, un conjunto de habitaciones en el palacio de Topkapi (Estambul) donde los posibles sucesores al trono se mantenían bajo arresto y en constante vigilancia.
Y si esto hacían con los miembros de su familia, qué no harían con sus enemigos… En tiempos de Selim, apodado el Severo, en un período de 8 años ordenó la muerte de siete visires y otras 30.000 ejecuciones menores. Así que, lo lógico por la alta demanda de trabajo, habría sido crear un cuerpo específico de verdugos, pero ya tenían uno que se dedicaba a “podar y arrancar las malas hierbas“… los bostanci (“jardineros”). Los bostanci, cuerpo compuesto por unos 5.000 hombres, tenían tres funciones: guardia personal del Sultán, verdugos y el mantenimiento de los jardines de palacio.
La sentencia se comunicaba al reo mediante un curioso ritual: el bostanci le entregaba un sorbete, si era blanco se le perdonaba la vida pero si era rojo se le ejecutaba rápidamente (normalmente decapitación). Si el reo era un funcionario de alto nivel (visir, eunuco…), debía ser tratado directamente por el Bostanci Basha (el jefe de los jardineros) y, además, aunque el sorbete fuese rojo todavía tenía una oportunidad para salvar la vida: la carrera de la vida o la muerte.

El condenado a muerte y el Bostanci Basha debían competir en una carrera de unos 300 metros, desde los jardines de palacio hasta la Puerta del Mercado de pescado, en la zona Sur del palacio de Topkapi. Si ganaba el condenado se le conmutada la muerte por el destierro. Si, por otro lado, ganaba el Bostanci-Basha, allí mismo era ejecutado y su cuerpo arrojado al mar.

El último hombre que salvó su vida, al ganar esta carrera de vida o muerte, fue el gran visir Hacı Salih Pasha en noviembre de 1822.

Mehmed II


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Re:HISTORIA
« Respuesta #17 en: 24 horas »

15-12-15

¿DESCIENDEN LOS ANDALUCES DE LOS MOROS?

Antes de nada, me gustaría precisar que el término moro viene del latín maurus, el gentilicio de los habitantes de la provincia romana de Mauritania o Mauretania, zona del norte de África que correspondía a la costa mediterránea de lo que hoy es Marruecos y que nada tiene que ver con el actual país de Mauritania. Como todos sabemos, las oleadas que atravesaron el estrecho de Gibraltar y llegaron a la península Ibérica en 711 eran casi en su totalidad bereberes recientemente islamizados procedentes de esta zona -árabes, lo que se dice árabes, escasos-. Por extensión,  el termino moro acabó por utilizarse para denominar al que profesaba la religión islámica y al musulmán que habitó en España desde el siglo VIII hasta el XV.

Dicho lo cual, la respuesta al título está mucho más cerca del no que del sí. No me atrevo a decir un NO (rotundo) porque casi ocho siglos dan para mucho, pero podemos decir que su legado genético y fisonómico es mínimo comparado con el de otros.
Y ahora vamos al lío…

La ley islámica permití­a que los moros “emparentasen carnalmente” con cristianas (emires, califas y reyezuelos tuvieron a cristianas como concubinas y favoritas), pero las moras no podí­an hacerlo con cristianos, bajo pena de muerte. Por tanto, el único caso posible de mestizaje en al-Andalus era el de padre musulmán y madre cristiana y, lógicamente, sus hijos fueron educados en el Islam. Más tarde, durante la llamada Reconquista, los reinos cristianos del norte fueron vaciando la península de población musulmana conforme se fueron ganando territorios. Tras la toma de Granada en 1492 por los Reyes Católicos, se expulsó a los judí­os y en 1502 se proclamó el decreto de conversión forzosa (obligando a los musulmanes a convertirse o abandonar la pení­nsula), buscando la unificación religiosa. Los moriscos, que así se llamó a los musulmanes que se convirtieron al cristianismo y se quedaron, serían en este momento el único resto de mestizaje, pero la mayoría de ellos siguieron manteniendo en la intimidad sus costumbres, lengua e incluso religión. En 1570, Felipe II envió a su hermanastro Juan de Austria a las Alpujarras para sofocar una rebelión de los moriscos. Tras años ayudando a piratas berberiscos y turcos, Felipe III ordenó la expulsión definitiva de los moriscos en 1609. Así que, la “sangre” mora que quedó en el antiguo al-Andalus fue mínima.

¿Entonces, de dónde procede la población actual de Andalucí­a?

Pues, sencillamente, de los cristianos que repoblaron el sur: leoneses, castellanos, gallegos, aragoneses… Y para dejarlo más claro, en palabras de maestros:

Podréis vosotros, amigos andaluces, gozar de la autonomí­a polí­tica que ahora deseáis. Porque sois nietos de los conquistadores cristianos, podréis vivir autónomos dentro de España. Claudio Sánchez Albornoz (historiador y ministro de la Segunda República)
La ilusión de que los andaluces desciendan de los moros no se sostiene más que en la fantasí­a de algunos pseudo-historiadores y de ciertos conversos al Islam que repudian sus nombres de pila Sebastián, José, Paquita, por Abderramán, Mohamed o Aixa”. Juan Eslava Galán (escritor y ganador del Premio Planeta)
Pero tras el brillo guerrero las loas mas o menos fundadas aparece de modo invariable el interés económico. Interesa que los musulmanes se mantengan – como antes los cristianos- por una básica motivación económica, al menos mientras no se repueblen las nuevas tierras con suficientes norteños, proceso iniciado a mediados del siglo XIII en el valle del Guadalquivir y culminado en las Alpujarras en 1570.  La población sometida (mudéjar), en declive demográfico y económico constante, sobrevive por un tiempo en las áreas rurales y en menor proporción dedicados a la construcción, el servicio doméstico y pequeñas industrias artesanales. La emigración hacia el norte de África y el reino de Granada, espoleada tanto por los alfaquí­es, que no podí­an soportar la idea del mestizaje, como por los conquistadores, va despoblando las morerí­as, de suerte que en tiempos de Alfonso XI habí­an pasado a mejor vida las de Niebla, Carinona, Jerez, Moguer y Constantina, y las de Écija, y Sevilla se redujeron gravemente. Todo ello en paralelo a una afluencia masiva de norteños que castellaniza de forma profunda y radical el centro y oeste de la actual Andalucí­a, volviendo esta realidad histórica innegable ilusorias y de un folklorismo delirante las presentes pretensiones de quienes aseguran muy serios «descender de los moros». Los excelentes estudios del profesor Manuel González Jiménez nos eximen de repetir aquí­ hechos bien aquilatados y probados en la documentación existente. Sabemos que a la muerte de Fernando II ya repoblados los reinos de Jaén y Córdoba, por el Rey Sabio – canonizado en la actualidad como gran protector de moros y judí­os- concentró sus esfuerzos en poblaciones grandes o medianas y en el eje defensivo en torno a la frontera con Granada. Pero no sólo afluyen gallegos, asturianos o leoneses, en Camas se establecen 100 ballesteros catalanes y la toponimia urbana de Sevilla nos aviva la memoria con la denominación de sus viejas calles. Los resultados que presenta R. Arié en el oriente peninsular son muy similares en Valencia, Baleares y Aragón, aunque la repoblación aragonesa en el levante fue más lenta y, por motivaciones económicas, se intentó frenar, al menos al principio, la salida de mano de obra mudéjar. Serafí­n Fanjul (catedrático de Literatura Árabe en en la Universidad Autónoma de Madrid).

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« Respuesta #18 en: 24 horas »

10-1-16

EXPEDICIÓN MALASPINA

Aunque lleva el nombre de Malaspina fue una expedición encabezada por los marinos Alejandro Malaspina y José Bustamante. Sus principales objetivos eran dar la vuelta al mundo (emulando a Elcano) y hacer un estudio exhaustivo (flora, fauna, minas, cartografí­a, etc) de todas las posesiones de la Corona (como James Cook) – es preciso recordar que en 1789 la Corona Española todaví­a se extendí­a por Europa, América y Filipinas -.
El marino italiano Malaspina le presenta su proyecto (polí­tico y cientí­fico) al monarca español, Carlos III. Con el apoyo de Antonio Valdés, ministro de Marina, el proyecto es aprobado el 14 de octubre de 1788.

El rey manda construir en Cádiz dos corbetas, llamada Atrevida y Descubierta (como las de Cook). Capitaneadas por Malaspina y Bustamente. Se seleccionan 204 marinos que acompañaran a 2 médicos, 2 capellanes, un cartógrafo, cuatro pilotos, seis dibujantes y tres naturalistas. El 30 de julio de 1789 zarpan de Cádiz en una travesí­a que durará cinco años.

Parte rumbo a Montevideo, Buenos Aires hasta la Patagonia atravesando el Cabo de Hornos para seguir, bordeando el continente americano, hacia el Norte. Buscaban el paso entre el Pací­fico y el Altántico por el Norte, llegando a Alaska donde cartografí­an la zona pero no encuentran el paso. Cruzan el Pací­fico haciendo escala en Guam, bordean las Marianas y llegan a las Filipinas en marzo de 1972. En Manila los barcos se separan para estudiar las costas de las islas. Vuelven a juntarse para llegar hasta Nueva Zelanda y Australia (donde también cartografí­an la zona). Aquí­ se plantean continuar hasta África, doblando el cabo de Buena Esperanza, o regresar a América y volver a casa. No se sabe bien porqué pero deciden regresar cruzando el Pací­fico hasta Perú y desde allí­ a casa. Llegan a Cádiz en marzo de 1794. La expedición ha sido todo un éxito (se ha cartografiado territorios desconocidos, realizado experimentos cientí­ficos, estudiado flora y fauna autóctonas y palpado la situación de los territorios de la Corona).
Son recibidos como héroes. Se elabora un informe de la expedición, Viaje cientí­fico-polí­tico alrededor del mundo, que es presentado al nuevo monarca Carlos IV. Pero en este paí­s (cuyo segundo deporte nacional, tras la siesta, es la envidia) no podí­a ser todo de color de rosa, así­ que, el valido del inoperante rey, Godoy (hombre fuerte de la Corona) sintió celos de Malaspina y procuró su desgracia. Le acusó de revolucionario y conspirador, encerrrándolo durante 10 años. Tras salir de la cárcel (a instancias de Napoleón), el emperador quisó ganárselo para su causa, pero el marino declinó la oferta y se retiró a Italia donde falleció en 1810.A Bustamante le fue mejor ya que fue gobernador de Montevideo.

A pesar de Godoy, el informe no se destruyó y en 1885 fue publicado por Pedro de Novo y Colson. En él se detallan cartas naúticas, informes de minerí­a, estudios de más de 500 especies y 14.000 plantas, dibujos étnicos y paisajes… uno de los proyectos más importantes de todos los tiempos que casi cae en el olvido.

Fuente: La Gesta Española – José Javier Esparza

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« Respuesta #19 en: 24 horas »

24-1-16

LOS BASUREROS DE LA ANTIGUA ROMA

Un problema que nos acompaña desde siempre es la cantidad de basura que generamos, su retirada, el almacenamiento y su destrucción o reciclaje. Pues este problema ya lo tenía en las ciudades de la Antigüedad. Aún contando con la revolucionaria red de alcantarillado que convirtió al Tíber en una cloaca fluvial y de leyes que prohibían tirar la basura dentro de la ciudad, Roma era una ciudad sucia, muy sucia. En sus calles se acumulaba la basura generada en las viviendas y que la gente arrojaba a la vía pública, excrementos de todo tipo de animales, cadáveres… y frente a esta marea de desechos, algunos stercorari (basureros) que ayudados por los plostra stercoraria (carros de basura) recorrían la ciudad retirando los residuos que depositaban en los puticulum (pudrideros) situadas fuera de la ciudad. En algunas ocasiones, los stercorari se hacían acompañar por cerdos que ayudaban en la limpieza, especialmente con la basura orgánica.
Cacator sic valeas ut tu hoc locum transeas (Hazte un favor y caga en otro sitio)

Así reza una pintada en Pompeya, señal inequívoca de que la gente era un poco guarra. Incluso en algunas tumbas hay epitafios maldiciendo a los cacatores y minctores (creo que no hace falta traducción). Igualmente había que tener cuidado con los fluidos corporales que desde las ventanas se arrojaban a la calle, además sin el aviso de “agua va”. En el caso de que se arrojase no solo el contenido de la vasija que hacía las veces de orinal, sino también el continente, la ley preveía que el lanzador correría con los gastos médicos por las heridas sufridas e indemnizaría al damnificado por los días que no pudiese trabajar.
También fueron pioneros en la recogida selectiva de residuos. Prueba de ello es el monte Testaccio en Roma, una colina artificial de una altura de 50 metros y una base 22.000 metros cuadrados construida con los restos de 25 millones de ánforas en las que transportaba el aceite de oliva desde Hispania hasta la urbe.
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« Respuesta #20 en: 24 horas »

31-1-16

LA SANTA HERMANDAD, EL PRIMER CUERPO POLICIAL DE EUROPA

La España actual debe muchas de sus instituciones a los Reyes Católicos. Siglos antes de que se fundara la Policía Nacional, dichos monarcas comprendieron la necesidad de crear un cuerpo armado que velara por la seguridad de los ciudadanos. Así, en 1476 el reino de Castilla se convirtió en el primero de Europa en tener una organización pública para perseguir a los criminales, aunque en sus inicios también iba detrás de los herejes. Los promotores de la idea fueron el contador mayor de cuentas, el asturiano Alonso de Quintanilla, el primer sacristán, el burgalés Juan de Ortega, y el provisor de Villafranca de Montes de Oca. En marzo de 1476, en la ciudad palentina de Dueñas se organizó la primera reunión general con representantes de las ciudades más importantes de la actual Castilla y León: Burgos, Palencia, Medina, Segovia, Olmedo, Salamanca y Zamora entre otras, componían el Consejo de la Hermandad.
Este cuerpo, la Santa Hermandad que así se hizo llamar, estuvo vigente hasta 1834, cuando se extinguió tras la creación de la Policía diez años antes, en tanto que la Guardia Civil nació en 1844. Su formación ya había tomado forma bajo el reinado de Enrique IV, pero su muerte dejó el proceso inconcluso, hasta que Isabel I, en las cortes de Madrigal, instituyó la Santa Hermandad. Su creación fue una medida hábil, porque limitó la jurisdicción de los alcaldes, actuó no solo contra los malhechores, sino también contra los nobles indisciplinados.

En total se configuró de un cuerpo formado por unos 2.000 hombres armados que podían actuar en todo el territorio de la Corona. El primer capitán fue el duque de Villahermosa, Alfonso de Aragón, hermanastro del rey Fernando el Católico. Consiguió su propósito: lograr la paz en los reinos, la seguridad en los caminos y la tranquilidad en las calles. Fue tan eficaz que hasta participó en la toma de Granada.

Aunque en un principio esta policía rural fue muy eficiente, pronto se convirtió en una carga para los concejos, que eran los encargados de pagarla. Lo hacían mediante el establecimiento del impuesto de la sisa -era muy impopular porque gravaba bienes de primera necesidad y consistía en descontar en el momento de la compra una cantidad en el peso de ciertos productos, la diferencia entre el precio pagado y el de lo recibido era la “sisa”-. Otra de las razones que acrecentó su paulatina innecesariedad fue que los mangas verdes (como se les conocía por su indumentaria) no llegaban nunca a tiempo, por lo que la mayoría de los delitos quedaban impunes, dando lugar al conocido refrán:

¡A buenas horas, mangas verdes!



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Re:HISTORIA
« Respuesta #21 en: 24 horas »

3-2-16

EL AJEDREZ MODERNO NACIÓ EN ESPAÑA HACE 500 AÑOS

El ajedrez arábigo o antiguo era una magnífica excusa para ligar en la Edad Media; más concretamente, para entrar en los aposentos de una mujer sin ser etiquetado de indecente. Tenía su lógica: el juego era mucho más lento que ahora, menos dinámico, porque la pieza que ocupaba el lugar de la dama, alferza, sólo podía ir a una casilla contigua en diagonal. Es decir, las partidas eran muy largas, y se iban mezclando con bailes, conversaciones y requiebros.
 El libro que muy probablemente demostraría el nacimiento del ajedrez moderno en Valencia ha desaparecido. Se trata de Llibre dels jochs partits dels schachs en nombre de 100, publicado por el segorbino Francesch Vicent en 1495. La profunda investigación del historiador valenciano José Antonio Garzón, quien ha dedicado más de media vida a ello, con importantes aportaciones de Ricardo Calvo (1943-2002) y de su viuda, Carmen Romeo, indican que ese libro es el primer tratado de ajedrez moderno. Se sabe que un ejemplar se perdió tras el asalto de las tropas napoleónicas a la abadía de Monstserrat, en 1811. El coleccionista estadounidense John White y el propio Garzón han buscado otros, sin éxito. Se ha convocado el Premio Internacional Von der Lasa, dotado con 18.000 euros, a quien encuentre alguno.
Como casi toda creación española, ésta incluye una polémica. El historiador Joaquín Pérez de Arriaga sostiene que la desaparición del libro de Vicent impide asegurar que el ajedrez moderno se inventara en Valencia, y por tanto debe considerarse a Salamanca como su lugar de nacimiento, basándose en el libro de Lucena, Repetición de amores y arte de ajedrez, impreso en 1497. Sin embargo, los expertos de Valencia consideran que esa obra es, básicamente, una traducción al castellano de la de Vicent, escrita en valenciano.
Sea como fuere, está muy claro que el ajedrez moderno nació en España, un gran imperio entonces, que lo exportó a gran parte de Europa y a América. Sin embargo, la inmensa mayoría de los españoles desconocen ese hecho, lo que seguramente no ocurriría si el país inventor fuera Francia, Alemania o el Reino Unido.
El ajedrez con las reglas actuales nació a finales del siglo XV en España. La diferencia con el que trajeron los musulmanes es la incorporación de la dama, que da un gran dinamismo al juego porque es la pieza más potente, en homenaje a Isabel La Católica. La incorporación de la dama como pieza muy poderosa –la reina Isabel también lo era– tuvo importantes consecuencias sociológicas. La nueva versión del ajedrez era un juego de guerra muy dinámico, que exigía mucha concentración; por tanto, ganar y ligar durante la partida ya eran difícilmente compatibles. Además, se decidió que cuando el peón llegaba a la última fila podía transformarse en dama; es decir, un hombre se transformaba en una mujer, algo inaceptable y sacrílego para el rígido catolicismo de la época. Pero la pasión que despertó el nuevo ajedrez era demasiado grande para ser frenada por esa idiotez; de modo que los italianos encontraron la solución: el pedone pasó a llamarse pedona, y asunto resuelto. Hoy, más de 500 años después, esa pasión sigue enardeciendo a muchos millones de personas en todo el mundo.

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Re:HISTORIA
« Respuesta #22 en: 24 horas »

12-2-16

FANTA, LA COCA-COLA ALEMANA DE LA GUERRA, QUE NO DE LOS NAZIS

¿Quién no se ha tomado alguna vez una Fanta bien fresquita? Bomba de azúcar con agua carbonatada, jarabe de glucosa y con sabor a naranja o limón. ¿Sabéis cuál fue su origen? Si respecto al origen de la Coca-Cola, como ya comentamos, hay diversas versiones, el origen de la Fanta se sitúa inequívocamente en la Alemania de los años 30. A estas alturas de siglo, Coca-Cola ya estaba consolidada y era una gran multinacional que vendía su producto en gran parte del mundo. Lógicamente, también en Alemania donde la multinacional tenía 43 fábricas diseminadas por todo el país. Max Keith, el director de la filial alemana Coca-Cola GmbH, actuaba con cierta independencia de la matriz estadounidense y se atrevía a presentar el refresco como un producto alemán. Una estrategia comercial basada en la mentira pero muy válida en un territorio donde el resentimiento y las consecuencias de la Gran Guerra, además del crecimiento del nacionalsocialismo, hacían que los productos alemanes tuviesen mejor venta que los que venían del exterior.
Durante el inicio de la guerra, Keith fue capaz de mantener la producción, los suministros necesarios para la elaboración y el contacto con la sede de Coca-Cola Company en Atlanta a través de Suiza. Internamente, Estados Unidos estaba inmerso en un mar de dudas respecto a la participación en la guerra, ya que gran parte de la opinión pública pensaba que la guerra era un tema europeo y que no tenía nada que ver con ellos; pero por otro lado no podían permitir que el fascismo siguiese adueñándose del viejo continente y de que su principal aliado y socio europeo, Gran Bretaña, fuese derrotado. Finalmente, tras el ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, Estados Unidos entró en la guerra y los envíos de jarabe de Coca-Cola dejaron de llegar. Ante este panorama, y la imposibilidad de seguir produciendo el refresco estadounidense, Max Keith decidió tirar de imaginación y comenzaron a hacer pruebas para crear otro refresco que sustituyese a la Coca Cola y con suerte mantener las fábricas y los puestos de trabajo. Tras varios intentos, y con la limitación de las escasez de materias primas propia de una guerra,  al fin obtuvieron una bebida con sabor a frutas creada con productos excedentes: suero de leche de vaca, cafeína, azúcar de remolacha, restos del mosto de las manzanas para hacer sidra y cualquier otra fruta que se pudiese conseguir.

Una vez que ya habían encontrado el sustituto de la Coca Cola, ahora había que darle un nombre, así que crearon un concurso en el que serían los propios trabajadores de la empresa los que harían las propuestas . Ganó la propuesta hecha por Joe Knipp, un vendedor que siguió al pie de la letra las indicaciones del director: “que vuelen su imaginación y su fantasía”. Así, propuso Fanta, palabra derivada de Fantasie (fantasía en alemán). Crearon una botella con un diseño exclusivo, la marca fue registrada y comenzaron las ventas. No las tenían todas consigo, ya que estaban temerosos de que el producto no fuese bien recibido por los potenciales clientes, así que decidieron utilizar el tirón del anterior refresco incluyendo la frase “Es un producto de Coca-Cola GmbH”.

En 1943 se vendieron 3 millones de botellas de la nueva bebida en Alemania y los países ocupados. El caso es que, no sólo se vendía como un refresco, sino también como edulcorante para otras bebidas o infusiones debido al racionamiento del azúcar. Y así nació Fanta, bajo el régimen nazi y en plena guerra… pero sería un error decir que fue la bebida de los nazis o un invento de los nazis.  Y respecto a la frase del cineasta estadounidense Michael Moore, cuando dijo “When you drink Fanta, that’s the nazi drink” (Cuando bebes Fanta, eso es la bebida de los nazis), eso en mi tierra se llama tergiversar y manipular la historia.

De Keith se sospechó que colaboraba con el régimen nazi, y tras la guerra se abrió una investigación para determinar su implicación. En su defensa, declaró que él sólo era un empresario y que nunca mostró ninguna simpatía con el nazismo, de hecho nunca se afilió al partido. La conclusión de la investigación fue que no existían pruebas para procesarlo, incluso se descubrió que había ayudado a las poblaciones bombardeadas llevando agua potable en camiones de reparto de la empresa. Tras la guerra, comenzó la reconstrucción de Alemania y Coca-Cola volvió a comercializar su producto, además de volver a construir varias fábricas. Coca-Cola no le hizo ascos al nuevo producto y en 1960 lo compró y comenzó la exportación masiva.

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Re:HISTORIA
« Respuesta #23 en: 24 horas »

13-2-16

EL CRUCIGRAMA QUE CASI REVIENTA EL DESEMBARCO DE NORMANDÍA

Desde principios de 1943 el Primer Ministro británico, Winston Churchill, y el Presidente estadounidense, Franklin D. Roosevelt, se reunieron para planear la invasión del continente, entonces ocupado por los alemanes. Pero no fue hasta 1944 en que se dieron las circunstancias oportunas: los alemanes habían perdido África y los aliados, con el engaño del cadáver encontrado en Huelva, dieron el salto a Sicilia y desde allí al resto de Italia; además, el Ejército Rojo empujaba con mucha fuerza desde le Frente Oriental. Se decidió que la mejor opción era Normandía, en el noroeste de Francia, y la fecha, según la máquina para la predicción de las mareas del matemático británico Arthur Thomas Doodson, el 6 de junio. Lógicamente aquella invasión se debía llevar en secreto y se le dio el nombre en clave de Operación Overlord.
Pero un simple crucigrama, publicado por The Daily Telegraph, estuvo a punto de echar todo por tierra. Miembros del MI5 (servicio de inteligencia que se ocupa del espionaje dentro del Reino Unido) que tenían la costumbre de hacer el crucigrama a diario, se quedaron de piedra cuando comprobaron que desde hacía un tiempo palabras clave alrededor de la Operación Overlord iban apareciendo al resolver el crucigrama:

El 22 de mayo de 1944, apareció Omaha (nombre en  clave de una de las playas del desembarco)
El 27 de mayo de 1944, apareció Overlord (nombre en clave de toda la operación)
El 30 de mayo de 1944, apareció Mulberry (nombre en clave de los puertos flotantes)
El 1 de junio de 1944, apareció Neptuno (nombre en clave del apoyo naval)
Después de estas sorpresas, y a falta sólo de 5 días para el desembarco de Normandía, se revisaron los crucigramas de días anteriores y aparecieron los nombres en clave del resto de las playas del desembarco: Utah, Gold, Sword y Juno. Aquella situación disparó todas las alarmas y el MI5 interrogó a Leonard Dawe, creador de los crucigramas y director de la escuela Strand en el sur de Londres, pensando que era un espía alemán. Después de un riguroso interrogatorio, registro de su casa y despacho, control de cuentas y demás cosas que se hagan en estos casos… se determinó que eran simples casualidades.
Estas simples casualidades parece que no fueron tales, pero tampoco encerraban ningún misterio ni mucho menos labor de espionaje. En 1984, Roland French, un antiguo alumno del colegio Strand, que por aquella época tenía 14 años, contó que, como ejercicio mental, ayudaban al profesor Dawe a hacer los crucigramas proponiendo palabras de determinado número de letras para que luego Dawe buscase las definiciones apropiadas. Aunque todo lo que rodeaba a la Operación Overlord era secreto, parece ser que los niños habían escuchado muchos de estas palabras claves en el campamento de los soldados aliados próximos al colegio y que las proponían porque les hacían gracia. El hecho es que nada tuvo que ver en el resultado final de la Operación Overlord.

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Re:HISTORIA
« Respuesta #24 en: 24 horas »

14-2-16

FRASES Y EXPRESIONES ÚTILES PARA VIAJAR… A LA ANTIGUA ROMA

Hace unos años, antes de emprender un viaje al extranjero, era casi una normal habitual la compra de una guía de viajes del destino en cuestión que, además, incluía algunas frases o expresiones útiles para desenvolverse en lugares de habla no hispana. Hoy en día, estas guías van quedando relegadas en favor de internet o de aplicaciones de los smartphones, pero si alguna vez tenéis la suerte de poder viajar hasta la Antigua Roma, vía teletransportación en el tiempo, seguro que esta guía os será muy útil.

Si tienes la suerte de entablar amistad – o lo que sea – con una bella romana.
Nomen mihi est Javier. Salve! – ¡Hola! Me llamo Javier
Magna cum voluptate – Con mucho gusto
Estne pugio in tunica, an tibi libet me videre? – ¿Tienes una daga en tu túnica o es que te alegras de verme?
Noli me vocare, ego te vocabo – No me llames, yo te llamo a ti
Hora et triginta minuta in mora es – Llegas una hora y media tarde
Lapsus linguae erat – Ha sido un error
Noli me tangere – Quítame las manos de encima
Volo, non valeo – Me encantaría, pero no puedo
Sirem improba – Maldita tentadora
Spero nos familiares – Espero que aún podamos ser amigos.
Vade retro! – ¡Vete!
Haec omnia? – ¿Eso es todo?
Nocte quater – Cuatro veces por noche
Ursus perpauli cerebri sum – Soy un oso con muy poco cerebro
In flagrante delicto – Con las manos en la masa
Fabricare diem – Alégrame el día
Re vera, cara mea, mihi nihil refert – Francamente querida, eso no me importa
Anguis es – Eres una serpiente

Por las calles de Roma
Quo vadis? – ¿Dónde vas?
Mihi ignosce – Perdone
Ubi sum? – ¿Dónde estoy?
Auxilium mihi, si placet? – ¿Puede ayudarme, por favor?
Noli me necare, cape omnem pecuniam meam – No me mate, aquí tiene todo mi dinero
Pace tua – Con su permiso
Manus manum lavat – Le ayudo si usted me ayuda a mi
Yankee ite domum – Yankis, ¡fuera!(Yankee, go home)
Quod in abysso dices? – ¿Qué puñetas dices?
Necios quid dicas – No sé de qué me habla
Estne juxtim caupona/mansio? – ¿Hay un bar/hotel por aquí?
Cave canem – Cuidado con el perro
Vade in pace – Vaya en paz
Utinam tuus currus deleatur! – ¡Ojalá tengas un accidente de carro!
Pedicabo te! – ¡Que te den!

Comprar en un mercado..
Pecuniam mihi monstra – Enséñeme el dinero
Quantum est? – ¿Cuánto cuesta?
Hoc est nimis! – Es muy caro
Pecuniam mihi redde – Devuélvame mi dinero
Hoc affer tecum – Lléveselo
In hac tunica obesa videbor? – ¿Me hace gorda esta túnica?
Pistrix rapax – Tiburón avaricioso
Vinum/fermentum bellum iucundumque est – No está mal este vino/cerveza

Cuando volváis a casa… Domus propia domus optima (hogar dulce hogar) y Deliranti isti Romani (están locos estos romanos). Y si aprovechando vuestro viaje de vuelta en la máquina del tiempo os acompaña algún ciudadano de la Antigua Roma, podéis ayudarle a integrarse  echando mano del diccionario para la traducción de los términos actuales, Lexicorum Vocabolarum quae difficilius latine redditur, escrito por el cardenal Bacci en 1963…

salivaria gummis (goma de mascar), vinolentiam propensio (alcoholismo), lucis horror (fotofobia), fulminea verticularum occlusio (cremallera), curatio per chimica medicamenta (quimioretapia), stomachi ac tenuis crassisque intestini inflammatio (gastroenteritis), absurda symphonia (jazz), homo machina (robot), inflatio venarum ani (hemorroides), follius pedunque ludus (fútbol), rotula moderatrix (volante), medicus ocularis (oftalmólogo), arium, narium gutturisque medicus (otorrinolaringólogo), nicotianum fumun sugere (prohibido fumar), latrina defluente aquae profluvio instructa (retretre)
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Re:HISTORIA
« Respuesta #25 en: 24 horas »

16-2-16

LOS ESCLAVOS OLVIDADOS DE AMÉRICA, LOS IRLANDESES

Cuando hablamos de esclavos y de América, la primeras imágenes que nos vienen a la cabeza son las enormes plantaciones de algodón donde los esclavos traídos de África trabajan de sol a sol. Pero hubo otros esclavos, en este caso blancos y casi olvidados por la historia, que sufrieron las mismas penalidades… los irlandeses.

En el siglo XVI, los españoles fueron los primeros europeos en utilizar esclavos africanos en el Nuevo Mundo (islas de Cuba y La Española). Más tarde, portugueses, holandeses, franceses y británicos hicieron lo propio en sus respectivas colonias (Brasil, Antillas, Norteamérica…). Las colonias británicas en Norteamérica también fueron utilizadas para el destierro penal de criminales convictos desde principios del siglo XVII hasta la independencia, y posteriormente a Australia entre 1788 y 1868. Además de estos criminales, los ingleses enviaron a sus colonias norteamericanas a los irlandeses, sobre todo católicos, que se rebelaron contra la opresión inglesa… vendidos a los colonos como mano de obra.
El comercio humano comenzó cuando James II, rey de Inglaterra, vendió 30.000 prisioneros políticos irlandeses como esclavos al Nuevo Mundo. A mediados del siglo XVII, los irlandeses se convirtieron en la principal fuente de ganado humano para los comerciantes ingleses… el 70% de la población total de las islas Antigua y Montserrat eran esclavos irlandeses. En la década de 1650 más de 100.000 niños irlandeses, entre 10 y 14 años, fueron separados de sus padres y vendidos como esclavos en las Indias Occidentales, Virginia y Nueva Inglaterra; 52.000 más, en su mayoría mujeres y niños, fueron vendidos a Barbados y Virginia; 2.000 niños se vendieron a Jamaica… Ni eran criminales ni tampoco, como se ha tratado de vender, tenían contratos de servidumbre.
Además, eran más baratos que los africanos (en el XVII, un esclavo africano costaba unas 50 libras esterlinas y un irlandés no más de 5) y los hijos nacidos de esclavos blancos seguían siendo esclavos incluso en el caso de que su madre obtuviese la libertad, así que las madres permanecían con ellos. Los colonos, para maximizar sus recursos, decidieron utilizar a las mujeres/niñas irlandesas – además de para su beneficio propio – para cruzarlas con africanos y criar mulatos. Estos nuevos esclavos rompieron el mercado… se podían vender por un precio superior a los irlandeses y salían más baratos que los africanos. Esta práctica de mestizaje esclavo se extendió hasta que en 1681, por las presiones de la Royal African Company a la que la Corona británica había concedido el monopolio sobre las rutas del comercio de esclavos africanos, se aprobó la ley “Forbidding the practice of mating Irish slave women to African slave men for the purpose of producing slaves for sale” (Prohibida la práctica de acoplamiento de esclavas irlandesas y esclavos africanos con el fin de producir esclavos para la venta).

En 1807 el Parlamento Británico aprobó la Ley para la Abolición del Comercio de Esclavos, bajo la cual los capitanes de buques de esclavos podían ser severamente penados por cada esclavo transportado. Esta fue superada por la Ley Abolicionista de 1833, que liberó todos los esclavos del Imperio Británico.

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Re:HISTORIA
« Respuesta #26 en: 24 horas »

20-2-16

¿LA URSS SIN LA AYUDA AMERICANA HUBIERA PODIDO SOBREVIVIR SOLA CONTRA EL EJE?

Derrotar a Alemania hubiera llevado quizás algunos años más de lo que fue.
Vale decir que en el año 1946 se produjo en la Unión Soviética una hambruna tremenda. También vale de apunte la anécdota del "segundo frente" que era como llamaban los soldados soviéticos a las latas de carne en conserva que les llegaban de Estados Unidos. Sin aluminio, caucho, etc. No se mantiene la industria de guerra. Si a eso le sumamos toda la maquinaria en forma de Sheman, Jeep, Airacobra, P40.....
Hombre ganar ganar no lo sé, pero sin duda fue una gran ayuda.

Para empezar un dato que es fácil encontrar pero que resumen muy bien la ayuda de EEUU a la URSS. Y es que desde la entrada en guerra de los EEUU estos enviaron 17 millones de toneladas de material a la URSS y 22 millones a las fuerzas aliadas. Casi lo mismo. Solo lo enviado a través de Persia fue suficiente para equipar a 60 divisiones según los cálculos de EEUU.

Y ahora los datos:

Vehículos blindados recibidos por la Unión Soviética por parte de los aliados:

- 4.102 carros de combate M-4A2 Sherman equipados con motor diesel. 2.095 con cañón de 76 mm y 2.007 con cañón de 75 mm (Estados Unidos).

- 3.487 carros de combate Valentine (2.099 Reino Unido y 1.388 Canadá).

- 3.112 vehículos blindados M-3A1 Scout Car (Estados Unidos).

- 2.874 semiorugas M-2/M-3 half-track (Estados Unidos).

- 2.432 vehículos Universal Carrier (1.348 Canadá, 988 Reino Unido y 96 tipo T-16 de Estados Unidos)

- 1.233 carros de combate ligeros M-3A1 Stuart (Estados Unidos).

- 969 carros de combate M-3 Lee (Estados Unidos).

- 832 carros de combate ligeros Matilda II (Reino Unido).

- 258 carros de combate Churchill (Reino Unido)

- 115 carros de recuperación M-31ARV (Estados Unidos).

- 52 cazacarros M-10 Wolverine (Estados Unidos).

-20 carros de combate ligeros aerotransportables Tetrarch (Reino Unido).

- 6 carros de combate Cromwell (Reino Unido).

- 5 carros de combate ligeros M-5 Stuart (Estados Unidos).

- 5 cazacarros M-18 Hellcat (Estados Unidos).

- 5 Transportes oruga blindados anfibios LVT (Estados Unidos).

- 2 carros de combate ligeros M-24 Chafee (Estados Unidos).

- 1 carro de combate pesado M-26 Pershing (Estados Unidos).


TOTAL BLINDADOS ……………………………………………… 19.510

Teniendo en cuenta que la URRS fabrico unos 41000 T-34, 4400 IS-2 además de cazacarros de la serie SU y cañones de asalto de la serie ISU el total de la ayuda aliada fue de más o menos el 20% de los carros totales usados por la URSS.

La URSS recibió durante la guerra unos 500.000 vehículos, de los que más o menos 77.000 fueron automóviles. Aquí la cifra sí que es importante ya que la URSS produjo poco más de 350.000 camiones en toda la guerra. Lo que nos dice que más del 60% de los vehículos no blindados empleados por la Unión Soviética fueron de fabricación aliada dándole usos tan importantes como los Studebaker empleados para las lanzaderas de cohetes katiuska.
Como dato curioso decir que Harley Davidson produjo nada menos que 26.000 motos para enviarlas a la URSS.

Aviones de combate enviados por los aliados a la Unión Soviética:

- 4.746 Bell P-39 Airacobra (Estados Unidos).

- 2.952 Hawker Hurricane (Reino Unido).

- 2.908 Douglas A-20 Boston (Estados Unidos).

- 2.400 Bell P-63 Kingcobra (Estados Unidos).

- 2.367 Curtiss P-40 Tomahawk/Kittyhawk (2.097 Estados Unidos y 270 Reino Unido).

- 1.331 Supermarine Spitfire, (Reino Unido).

- 862 North American B-25 Mitchell (Estados Unidos)

- 195 Republic P-47 Thunderbolt (Estados Unidos).

- 46 Handley Page Hampden (Reino Unido).

- 14 Armstrong-Withworth Albemarle (Reino Unido).


TOTAL AVIONES DE COMBATE ……………………………… 17.821

Esta cifra representa alrededor del 30% del total de aviones de combate empleados por los soviéticos.

Además de todo el material de combate citado anteriormente los aliados enviaron a la URSS lo siguiente.

Por parte de los EEUU:
- 2.600.000 Toneladas de gasolina y diesel.
- Casi 5.000.000 de toneladas de comida.
- 1.970 locomotoras

Por parte del Reino Unido:
-Mas de 5.000 armas anticarro.
- 15 millones de pares de botas para el ejército.
- 4 millones de toneladas de comida y productos sanitarios.

Aquí los datos que he podido recopilar a los largo de un tiempo. Decir por ejemplo que la mayor parte tanto de la comida como ropa para los soldados llegó en el año 42. Una época por la que el ejército rojo estaba en una situación bastante complicada. De hecho el 40% de los blindados usados en el frente del Cáucaso eran de préstamo y arriendo.

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« Respuesta #27 en: 24 horas »

25-2-16

LA GUERRA CIVIL LIBANESA

La Guerra Civil Libanesa fue un conflicto ocurrido en el Líbano, entre facciones cristianas, musulmanas y seculares del país; el conflicto estuvo también afectado por las intervenciones de Siria e Israel. Las principales acciones tuvieron lugar entre la primavera de 1975 y finales de 1990,

Comienzo de la guerra (1975-1977)

Ya en la época de la guerra de los Seis Días vivían en Líbano unos 400.000 refugiados palestinos. El país ya tenía una historia de conflictos entre los diversos grupos de musulmanes, cristianos y drusos.

Entre 1968 y 1975 la OLP comenzó a formar milicias armadas entre los refugiados para lanzar ataques contra Israel, llegando a controlar gran parte del sur del país, lo que condujo a enfrentamientos con las fuerzas del ejército libanés. Ante esta amenaza a su tradicional poder, los cristianos libaneses empezaron a armarse, fenómeno al que siguió la militarización de los diversos grupos políticos o religiosos.

Hacia 1971 la situación estaba descontrolada, dándose luchas locales. Frente a los enfrentamientos de las distintas facciones, el gobierno libanés, muy debilitado, no pudo mantener el orden, lo que desembocó en feroces enfrentamientos en Beirut entre cristianos del oriente de la ciudad y palestinos de los diversos campos que había en ella, y que se expandieron pronto al resto del país (abril de 1975).

Ante los enfrentamientos entre grupos nacionalistas, derechistas y cristianos contra palestinos e izquierdistas, el gobierno nacional pidió la intervención de una fuerza de la Liga Árabe formada principalmente por soldados sirios, que terminó por apoyar al gobierno controlado por los cristianos. La ciudad capital, al igual que el resto del país, quedó dividida entre los distintos bandos que combatían constantemente entre sí.

La Guerra del Líbano fue un "telón de fondo" de toda mi infancia-adolescencia. Un "breves" del TeleDiario sobre "milicias drusas", "ataque de los falangistas libaneses" o la enésima bomba en Beirut.

En el vídeo oirán varias veces la palabra "refugees" (refugiados). Los refugiados palestinos fueron los que hicieron saltar por los aires el equilibrio de El Líbano.

La Guerra duro 15 años y causó 150.000 muertos en un país que no llegaba a 3.000.000 de habitantes:
Murió más del 5%  de la población original. Es como si en España tuviésemos una guerra que causase 2.2 millones de muertos. Para dar un sentido de escala, nuestra Guerra Civil Española (1936-39) causó 0.5 millones de muertes.

La guerra tuvo algunos interesantes efectos:
* Cada Palestino montando líos en Líbano ya no estaba montando líos en Israel.

* La Guerra "justificó" la invasión del Líbano por parte de Israel: https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra...ADbano_de_1982
Fue tan obscena la pretensión de que los ataques fronterizos contra Israel desde Líbano "justificaban" tomar Beirut que apareció una hasta entonces insólita protesta contra la guerra entre los mismos israelíes, que en su mayor parte son gente normal que quieren hacer vidas normales.

¡Ah!, la operación para la invasión del Líbano los israelíes la llamaron "Operación Paz para Galilea". ¿Les suena el vender una Invasión como una Operación de Paz?
* La Guerra destruyó el centro financiero de Oriente Medio (la "Suiza" de la zona, donde todo el mundo tenía su fortuna, compraba y vendía). Todo ese dinero se fue a los demás centros financieros del mundo.

* La Guerra destruyó al "país razonable" de la zona. Gran parte de los Cristianos abandonaron Líbano para siempre:
Millones de personas de origen libanés se extienden por todo el mundo, en su mayoría cristianos.

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Re:HISTORIA
« Respuesta #28 en: 24 horas »

26-2-16

JORGE JUAN: CIENTÍFICO, DIPLOMÁTICO Y ESPÍA AL SERVICIO DEL IMPERIO ESPAÑOL

Mucha gente supone que el Siglo XVII fue el fin de la grandeza de España y que España quedó definitivamente enterrada. Esto no es exacto. En el Siglo XVIII todavía poseíamos los virreinatos americanos, Filipinas y otras, y los borbones estaban acometiendo procesos de modernización del Estado, con el marqués de la Ensenada, Campomanes y otros cerebros a la cabeza, sin dejarnos Carlos III, uno de los mejores gobernantes que jamás hemos tenido y que tuvo la suficiente lucidez de echar a los jesuitas y al nuncio papal de España.

Supongo que debería escribir un tochaco, pero me da algo de pereza así que me limitaré a colgar algún enlace y mencionar algún que otro dato curioso. No os perdáis la vida de este señor si os interesa la historia de España.
- Nacido en Monforte del Cid (Alicante) en 1713.

- Estudió con los jesuitas, cosa que le influiría por ejemplo en su humanismo, a la hora de defender a los indios en América.

- Pasó con éxito el escrutinio de limpieza de sangre para poder ingresar en la Orden de Malta.

- Conocido y respetado en las academias de ciencias de París, Londres y Berlín, enfrentado en ocasiones con la Inquisición debido a sus inclinaciones científicas y su gran conocimiento de Galileo, Copérnico y Newton.

- Fue discípulo naval de Blas de Lezo.

- Luchó en Argelia en 1732 y en Nápoles en 1734.

- En tiempos de Felipe V, desde Ecuador, midió el meridiano terrestre demostrando que la Tierra estaba achatada en los polos. Décadas después, los ilustrados franceses no querrán recoger el hecho de que el sistema métrico (basado en los meridianos) no hubiese podido montarse sin el aporte de este español.

- En 1748, bajo Fernando VI y el marqués de la Ensenada, con la identidad falsa de Mr. Josues, se infiltra en la corte de Londres para arrebatar los secretos navales británicos. Convencido de que España necesitaba urgentemente mejorar su armada si quería conservar América de la zarpa inglesa, estaba decidido a implantar el sistema inglés, a todas luces superior, en los astilleros españoles. Dio buena cuenta de todo lo que hacían los ingleses en sus astilleros y se hizo colega del almirante Anson y el ministro Redford. Sus informes, debidamente criptados y cifrados, convencieron al marqués de la Ensenada de que España necesitaba concentrarse en una poderosa flota.

- La policía inglesa detuvo a algunos de sus contactos y el mismo Bedford acabaría intentando cazarlo. Apresuradamente, salió de Londres, pero no sin haber conseguido que docenas de técnicos ingleses, junto con sus familias, viajasen a España a colaborar con la industria naval. Pudo convencerles de que ello no amenazaría los intereses británicos. Él logra cruzar el Canal de la Mancha de incógnito. Para cuando llega a España, sus mejoras navales están implantadas a todo trapo, pero también ha levantado envidias entre los vagos de la Corte y el funcionariado. El nuevo sistema entra en vigor en Ferrol, Cádiz, Cartagena y La Habana. En Ferrol y Cartagena además hace construir un sistema de diques.

- Construyó el Arsenal de Ferrol y diseñó el barrio ferrolano de La Magdalena.

- En 1754, las intrigas triunfan. El embajador británico, Benjamin Keene, consigue que España destierre al marqués de la Ensenada, protector de Jorge Juan. España renunciará al sistema naval inglés y adoptará el francés, mucho más atrasado. Julián de Arriaga, un inepto, se encargará de implantarlo.

- Aun así, en tiempos de Carlos III todavía será destacado a una misión a Marruecos, culminada con éxito.

- Fundó el Real Observatorio de Madrid y ayudó a fundar otro en San Fernando (Cádiz).

- Prácticamente en su lecho de muerte, le escribió a Carlos III advirtiéndole de que se perfilaban grandes desgracias para España en el horizonte si no se le hacía caso en lo que respecta a la Armada. Ya lo sabemos: en Trafalgar, los británicos consiguieron destruir nuestra Armada. Con ello, tenían manos libres para tocarnos las narices en América...

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Re:HISTORIA
« Respuesta #29 en: 24 horas »

28-2-16

CUANDO LOS ALIADOS PUSIERON EN PRÁCTICA LA LIMPIEZA ÉTNICA

Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, y durante tres años, los victoriosos aliados llevaron a cabo el mayor traslado forzoso de población: entre doce y catorce millones de personas de origen alemán residentes en los países ocupados de Europa del Este, fueron expulsados de sus hogares y obligados a instalarse en una Alemania en ruinas. Metidos en camiones o trenes de ganado, los mismos que se utilizaron para deportar a los judíos, sufrieron enfermedades, hambre y malos tratos… En otros casos, no fueron expulsados directamente sino que pasaron semanas y meses en campos de concentración -en algún lugar se aprovecharon los campos nazis-.
En la Conferencia de Potsdam (1945) se reunieron Harry S. Truman, Winston Churchill -sustituido más tarde por Clement Attlee- y Josef Stalin para elaborar el tratado de paz y discutir los pormenores de la posguerra… y la hipócrita expulsión y migración forzosa. La propuesta partía de Stalin, que ya la había puesto en práctica anteriormente, pero fue apoyada por EEUU e Inglaterra; sólo Francia, que no participaba en la Conferencia, rechazó la propuesta. La medida se vendió como la única forma de prevenir la violencia sobre la minoría étnica alemana en los países ocupados (Polonia, Checoslovaquia, Hungría…) y la creación de Estados étnicamente homogéneos. Realmente fue una limpieza étnica.

En palabras de Churchill:

La expulsión es el método que, en la medida de nuestras posibilidades, será el más satisfactorio y duradero. No habrá mezcla de poblaciones que causen problemas eternamente […] Se hará una limpieza.
En la práctica, la medida adoptada en Potsdam sólo hacía que ratificar una política de hechos consumados que el Ejército Rojo había puesto en práctica en su avance hacia Alemania.


Si bien es cierto que algunos residentes en los países ocupados de origen alemán se aprovecharon de tal circunstancia durante la ocupación y de que, tras el fin de la guerra, hubo algunos casos aislados de venganzas entre la población civil, no se justifican las medidas adoptadas. La migración forzosa, que según la declaración de Potsdam, debía ser ordenada y humana, se convirtió en una crisis humanitaria… los refugiados llegaban con lo puesto a una Alemania devastada.

A finales de 1947, el Consejo de Control Aliado declaraba:

La oposición a todas las transferencias de población obligatorias futuras, en particular el traslado forzoso de personas de los lugares que han sido sus hogares durante generaciones.

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Re:HISTORIA
« Respuesta #30 en: 24 horas »

2-3-16

BENEDICT ARNOLD

Benedict Arnold V (14 de enero de 1741 – 14 de junio de 1801) fue un general estadounidense, que se pasó al bando británico durante la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos. Arnold fue el último de los 6 hijos que tuvieron Benedict Arnold III (1683–1761) y Hannah Waterman King. Nació en Norwich, Connecticut. Su nombre fue elegido en honor a su bisabuelo Benedict Arnold, quien fuera gobernador de la Colonia de Rhode Island y en honor a Benedict Arnold IV quien murió durante su infancia antes de que Benedict Arnold V naciera. Sólo Benedict y su hermana Hannah llegaron a adultos: sus otros hermanos murieron a causa de la fiebre amarilla cuando eran niños. Por parte de su abuela materna, Arnold descendía de John Lothropp, un ancestro de al menos 4 presidentes de Estados Unidos. A los 15 años se unió al ejército en Connecticut. El ejército marchó a Albany y Lake George para enfrentarse a la invasión francesa desde Canadá en la Batalla del Fuerte William Henry.

Por lo que más se le conoce es por tramar la rendición del fuerte estadounidense de West Point, Nueva York, a los británicos en la guerra de independencia. Mientras combatía para los estadounidenses se había distinguido por sus muestras de coraje y valentía en la captura del Fuerte Ticonderoga en 1775 y en la Batalla de Saratoga en 1777. Se opuso fuertemente a la decisión tomada por el Congreso Continental de formar una alianza con Francia, puesto que había sufrido algunas derrotas por los franceses y sus aliados indígenas en la Guerra (1754–1763).

Habiendo perdido el afecto con el Congreso Continental y con los militares, dado que le debían cierta cantidad de dinero, y siendo acusado de corrupción, Arnold también sufrió presión de su esposa, quien era leal a la corona británica. En Septiembre de 1780, tramó su plan, que de funcionar, habría otorgado el control a las fuerzas británicas del valle del Río Hudson y hubiera partido las trece colonias por la mitad. El complot se descubrió, Arnold escapó por poco al lado británico, y una vez allí dirigió las fuerzas británicas en Nueva York, para lo cual fue nombrado Brigadier General en el ejército británico, además de recibir un premio de £ 6,000 Libras.

En los Estados Unidos, su nombre es sinónimo de traición.

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Re:HISTORIA
« Respuesta #31 en: 24 horas »

7-3-16

ESPAÑOLES EN LA DEFENSA DE CONSTANTINOPLA

Cuando comenzó a hacerse evidente la voluntad otomana de tomar Constantinopla, el emperador Constantino XI (1448-1453) ordenó que se realizara un rápido censo con el objetivo de evaluar los recursos humanos disponibles para la defensa. El resultado fue desolador. En aquel momento, Constantinopla estaba habitada por apenas 50.000 personas, dispersas en núcleos de población aislados por campos de cultivo y descampados, cuando en sus momentos de gloria, en los siglos VI y XII, había alcanzado los 500.000 habitantes. Lo que antaño había sido un poderoso ejército imperial de más de 150.000 hombres estaba ahora reducido a una pequeña fuerza de entre 1.000 y 1.500 soldados, a lo que se sumaban pequeños contingentes de las colonias latinas. Con grandes esfuerzos pudo levantarse una fuerza de unos 8.000 hombres, de los cuales -según Frantzés- 4.983 eran propiamente romanos; el resto (unos 2.000 si hacemos caso a Frantzés y 3.000, según Leonardo de Quíos) eran voluntarios extranjeros y mercenarios, principalmente venecianos, genoveses de Gálata (aunque ya hemos dicho que este suburbio procuró mantenerse al margen del conflicto) y catalanes. Sin embargo, puede que estas cifras sean exageradas y la cifra de defensores no fuera más allá de 5.000. Algunos cañones de escaso calibre y dos o tres docenas de barcos completaban el magro conjunto de recursos defensivos.

Uno de los personajes más destacados del bando cristiano fue el genovés Giovanni Giustiniani Longo, que financió de su bolsillo una fuerza compuesta por dos galeras armadas y 700 hombres, y que recibió el cargo de protostrator y jefe de las defensas de Constantinopla. También notable fue la aportación del veneciano Girolamo Minotto, que contribuyó con cinco barcos y unos 1.000 hombres. Otro contingente italiano a destacar fue encabezado por el cardenal Isidoro, legado papal, que mandaba una fuerza de 200 hombres.

Tampoco podemos dejar de señalar a los miembros de la colonia catalana, agrupados en torno a su cónsul Peré Juliá, que se desplegaron en los alrededores de las ruinas del Hipódromo y del antiguo Palacio imperial; a valerosos y peculiares individuos, como el noble castellano Francisco de Toledo -que pretendía estar emparentado con la familia imperial de los Comnenos-; al ingeniero escocés (otros dicen que alemán) Juan Grant o al príncipe otomano Orchán, pretendiente al trono otomano refugiado en Constantinopla. Claro que también hubo griegos y occidentales menos aguerridos que, en cuanto las intenciones otomanas se vieron claras, decidieron poner pies en polvorosa y escapar del inminente asedio. Es lo que ocurrió con los 700 italianos de Pietro Davanzo, que se embarcaron en la noche del 26 de febrero en media docena de barcos.

Y esto era todo. La desproporción entre los dos bandos era abismal, pero los defensores sabían que tenían muy poco que perder una vez que Constantinopla rechazó la rendición incondicional. Según la tradición islámica, las poblaciones que se rendían sin oponer resistencia eran respetadas y todo se arreglaba con una indemnización de guerra, pero cuando había resistencia no se daba cuartel y a los vencidos sólo les esperaba el pillaje, la esclavitud y la muerte. Por eso lucharon con tanta fiereza, haciendo morder el polvo en más de una ocasión a las tropas del sultán.

Pero el 24 de abril los turcos transportaron por tierra sobre plataformas tiradas por yuntas de bueyes casi la mitad de sus barcos hasta el Cuerno de Oro, permitiendo así un bloqueo más eficaz. En la madrugada del 29 de mayo de 1453, tras el fracaso de un ataque turco en las cercanías de la Puerta de San Romano, Mohamed decidió que había llegado el momento del asalto final. Las primeras embestidas de los jenízaros fueron rechazadas, pero un error de los defensores (un portón en la muralla de Blaquernas que quedó mal cerrado tras una salida de hostigamiento de los defensores) fue aprovechado por los otomanos para introducir un pequeño contingente, cuya presencia desconcertó a los cristianos. En ese momento Giustiniani resultó herido y su ánimo se quebró. Considerando que ya había hecho más que suficiente y que toda resistencia era fútil, ordenó a sus hombres que le retiraran del campo de batalla, a pesar de los ruegos del emperador. Conocida la noticia, cundió el pánico, la resistencia se desorganizó y los turcos ampliaron la brecha, penetrando en masa. Fue el fin de Bizancio.

Los que pudieron (entre ellos Giustiniani, que moriría en Quíos a consecuencia de sus graves heridas), escaparon en unos pocos barcos que se las arreglaron para sortear el bloqueo otomano, pero otros decidieron combatir hasta el final, entre ellos el propio emperador Constantino que, en un gesto poco frecuente en la historia y que dignificó a toda su dinastía, se desprendió de las insignias imperiales y se lanzó contra las fuerzas enemigas en compañía de su primo Teófilo Paleólogo, de su amigo Juan Dálmata y de Francisco de Toledo. Murió combatiendo, junto a otros 3.000 ó 4.000 bizantinos y latinos que sucumbieron ese día, según la fuente que se escoja. A pesar de los intentos del sultán, su cuerpo nunca pudo ser identificado con seguridad.

Otros combatientes tuvieron una suerte dispar. Los catalanes que defendían el sector del viejo Palacio imperial continuaron combatiendo hasta que todos murieron o fueron hechos prisioneros; cerca de ellos, donde antaño estuviera el puerto Eleuterio, los turcos de Orchán se batieron también bravamente, hasta que Orchán decidió poner fin a la resistencia y trató de escapar disfrazado de monje griego, pero finalmente fue descubierto y ejecutado, como lo fue el cónsul Peré Juliá y varios de sus hombres. En cuanto al cardenal Isidoro, tuvo más suerte, pues intercambió vestimentas con un mendigo y logró ponerse a salvo en Pera, mientras que el pobre pedigüeño fue apresado y decapitado en su lugar.
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« Respuesta #32 en: 24 horas »

8-3-16

JOSÉ DE RIBAS, HÉROE RUSO Y FUNDADOR DE ODESSA

José Pascual Domingo de Ribas y Boyons, más conocido en la Corte del Zar como Осип Михайлович Дерибас – Испан, esto es, Osip Mijáilovich Deribas – Ispan (español).

Almirante de la Flota Rusa, gozó del favor de Catalina la Grande, y de la amistad del príncipe Potemkin, del generalissimo Suvorov, y del héroe de la independencia norteamericana John Paul Jones, por entonces al servicio de la emperatriz, y junto al cual combatió a los turcos en Ucrania. José de Ribas nació en 1749 y era hijo del cónsul de España en Nápoles, reino que en aquella época estaba bajo la protección de España. El padre de José pertenecía a la nobleza catalana, cuestión que José de Ribas dejó clara cuando se alistó en el ejército ruso al hacer constar en el documento que pertenecía a la nobleza española (iz ispánskij dvorián).

De Ribas, tras pasar por el ejército napolitano, se alistó en el ejército ruso en 1772, con el grado de capitán. La amistad con un noble ruso lo había introducido en los círculos de la emperatriz Catalina, llegando a Rusia como intérprete. Participó en la Guerra Ruso-Otomana de 1768-1774 y en la de 1787-1792. En ésta última fue enlace entre el príncipe Potemkin y otros oficiales occidentales, como John Paul Jones o el príncipe de Nassau-Siegens.

Potemkin, muy satisfecho de los servicios del español, lo traslada a tierra, nombrándolo brigadier y dándole un cuerpo de ejército encuadrado en los ejércitos del Conde Ivan Gudovich, uno de los generales rusos más condecorados, que operaba en el Mar Negro. Destacado en Crimera, ayudó a Potemkin a conquistar la península de Crimera y a construir la nueva Flota del Mar Negro en su nueva base de Sebastopol. En 1789, las tropas de Ribas tomaron la aldea y fortaleza de Khadjibey, donde posteriormente el español construiría Odessa, por las ventajas que ofrecía su magnífica bahía.

Uno de sus más grandes hechos de armas consistió en la conquista de Izmail durante la campaña de 1790 a las órdenes del general Alexander Suvorov. De Ribas diseñó un plan de asalto combinado del ejército y la armada rusa para tomar la poderosa ciudadela turca. El combate desembocó en una lucha callejera calle por calle, casa por casa, donde casi todos los habitantes otomanos de la ciudad fueron pasados por las armas. La consigna desde Estambul, era clara: Aguantar hasta el último hombre.

Esta derrota se vio como una catástrofe en el Imperio Otomano, mientras que en el Imperio Ruso la victoria fue glorificada hasta aparecer en uno de los primeros himnos: “Que suene el estruendo de la victoria” (Grom pobedy, razdavaysya!). En 1791, José de Ribas fue ascendido a contraalmirante y jefe de la Flota rusa del Mar Negro. En 1792, Potemkin lo nombra plenipotenciario para la firma del Tratado de Jassi, por el que el Imperio Turco cedía a Rusia toda la costa septentrional del Mar Negro.

En 1795 es promovido a vicealmirante, y en 1796 recibe el grado de Almirante. Poco después de que acabara la guerra, propuso a la zarina la conversión de la guarnición turca de Khadjibey en una gran ciudad portuaria rusa, con instalaciones libres de nieves todo el año. Catalina aceptó la idea, y el 27 de mayo de 1794 promulgó un edicto ordenando su construcción y desarrollo como un centro protuario y comercial, y nombrando a de Ribas jefe del proyecto. Había nacido Odessa, la perla del Mar Negro.

José de Ribas comenzó con los planes urbanísticos, que incluían solemnes edificios adminsitrativos de sillares de piedra al estilo europeo de la época, sugiriendo como nombre de la ciudad el de una antigua factoría griega: Odessos. Sin embargo, no se sabe si por indicación de la zarina, o como un detalle o halago hacia ella, se feminizó el nombre, quedando finalmente en Odessa.

Como miembro bien posicionado en la Corte, se sospecha que pudo haber intrigado contra el emperador Pablo, pero su muerte se produjo varios meses antes de que tuviera lugar el golpe. José de Ribas y Boyons murió en San Petersburgo en diciembre de 1800 y allí reposan sus restos. La calle principal de Odessa, Deribásovskaya, lleva su nombre en honor del militar español.




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Re:HISTORIA
« Respuesta #33 en: 24 horas »

9-3-16

CUANDO LOS ESPAÑOLES FUERON CONDENADOS A MUERTE POR BOLÍVAR

Después de la caída de la Primera República de Venezuela, Simón Bolívar emprendió la marcha que fue conocida como la “Campaña Admirable”, partiendo el 14 de mayo de 1813 desde Cúcuta, Colombia, con el objetivo de liberar Venezuela de la Corona de España. Como antecedente, es preciso relatar que casi una década antes la República de Haití había logrado su independencia, pero de una manera muy poco ortodoxa y más bien sangrienta. El punto de inflexión en la Revolución haitiana, y que a la postre logró expulsar a las tropas francesas de la isla, fue la conversión de una inicial lucha de clases en una lucha racial. No sé si la historia ha juzgado para bien o para mal este tipo de acciones extremas, pero lo cierto es que este mismo modelo de xenofobia fue adoptado por los patriotas venezolanos en esta incursión armada que logró llegar a Caracas entre vítores y flores.
Y es que la guerra es así, la escriben los ganadores y a los juglares e historiadores les encanta recrearse en las gestas épicas, en las entradas triunfales, en las reuniones importantes o en las heroicidades, pero suelen olvidar la mayoría de atrocidades y las horrendas e inhumanas decisiones que –en ciertos momentos y para inclinar la balanza- tomaron tanto vencedores como vencidos (¿será por aquello de que algunos creen que en la guerra todo vale?). Esa es la historia que a mí no me gusta, la que no es descrita en su totalidad, la que es fruto del patriotismo de “venda en los ojos” y que sólo lustra el brillo de las entradas triunfales, del discurso oportunista y de los solemnes momentos firmando capitulaciones. Esa es sólo una parte de la historia, pero cualquier guerra, por más “justa y necesaria que sea“, no lo duden, ha dejado huérfanos, viudas y muchos inocentes muertos. Por más orgullosos que estemos de ser países libres, esas libertades le han costado ríos de lágrimas y sangre al pueblo, porque todos los políticos y altos militares normalmente terminaron la guerra sin despeinarse. Esta es una historia de esas que no me hace sentir orgullo por ningún prócer, porque las acciones, por más necesarios que hayan sido en su momento, no me representan ni en mi tiempo ni en mis circunstancias.

En el mes de enero de 1813, antes de que empezara la campaña de Bolívar, el caudillo venezolano Antonio Nicolás Briceño junto a otros oficiales patriotas diseñaron un plan para liberar Venezuela -cercano a una proclama xenófoba bordeando los límites del genocidio- a la que se dio el nombre de Convenio de Cartagena. Entre sus artículos destacados podemos citar:

En el nombre del pueblo de Venezuela se hacen las proposiciones siguientes para emprender una expedición por tierra con el objeto de libertar a mi patria del yugo infame que sobre ella pesa. Yo las cumpliré exacta y fielmente pues las dicta la justicia y que un resultado importante debe ser su consecuencia.

Primero: serán admitidos a formar la expedición todos los criollos y extranjeros que se presenten conservando sus grados. Los que aún no han servido obtendrán los grados correspondientes a los empleos civiles que hayan desempeñado y en el curso de la campaña tendrá cada cual el ascenso proporcionado a su valor y conocimientos militares.

Segundo: como el fin principal de esta guerra es el de exterminar en Venezuela la raza maldita de los españoles de Europa sin exceptuar los isleños de Canarias, todos los españoles son excluidos de esta expedición por buenos patriotas que parezcan, puesto que ninguno de ellos debe quedar con vida no admitiéndose excepción ni motivo alguno; como aliados de los españoles los oficiales ingleses no podrán ser aceptados sino con el consentimiento de la mayoría de los oficiales hijos del país.

Tercero: las propiedades de los españoles de Europa sitas en el territorio libertado serán divididas en cuatro partes, una para los oficiales que hicieren parte de la expedición y hayan asistido a la primera función de armas haciéndose su reparto por iguales porciones con abstracción de grados, la segunda pertenece a los soldados, indistintamente las otras dos al Estado. En los casos dudosos, la mayoría de los oficiales presentes decidirá la cuestión […]

Noveno: para tener derecho a una recompensa o a un grado bastará presentar cierto número de cabezas de españoles o de isleños canarios. El soldado que presente 20 será hecho abanderado en actividad, 30 valdrán el grado de Teniente, 50 el de Capitán…
Cartagena de Indias, 16 de Enero de 1813. Antonio Nicolás Briceño


Esta proclama fue transformada en decreto por Simón Bolívar el 15 de junio de 1813, llegando a conocerse como el Decreto de Guerra a Muerte y estando en vigor hasta el 26 de noviembre de 1820 cuando el español Pablo Morillo se reunió con Bolívar para firmar un armisticio y regularizar la guerra. Durante la Campaña Admirable “todos los europeos y canarios casi sin excepción fueron fusilados” por las armas patriotas a su paso. En febrero de 1814, al concluir la campaña, Juan Bautista Arismendi, por órdenes de Bolívar, mandó fusilar a 886 prisioneros españoles en Caracas. Del 13 al 16 febrero añadió a su lista más de 500 enfermos ingresados en el hospital de La Guaira .

Aparte de lo cruel y sanguinario del documento, también tenía éste un trasfondo político, porque lo que se pretendía era apelar al nacionalismo y cambiar la opinión pública acerca de la guerra civil que vivía Venezuela para hacerla ver como una guerra pura y dura entre dos naciones y no como una rebelión.



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« Respuesta #34 en: 24 horas »

12-3-16

LOS ÚLTIMOS DEFENSORES DE BERLÍN EN 1945 FUERON UN PUÑADO DE ESPAÑOLES Y FRANCESES

Los últimos defensores de la caverna berlinesa de Hitler no fueron superhombres arios, sino soldados apellidados García, Navarro, Sanchís o Ezquerra. Más de 300 miembros de las SS españoles y un puñado de franceses de la división Charlemagne, voluntarios en unos casos y forzados en otros, fueron reclutados en las calles y las fábricas de la ciudad para participar en el acto final del nazismo. Ahora, cuando se cumplen 60 años de la muerte del mayor tirano de la Historia de la Humanidad, la participación de este grupo de españoles en aquella batalla sigue siendo un misterio.
La caída de los dioses nazis se escenificaba en Berlín y la representaba una tropa exhausta (la germana) y otra con una sed insaciable de venganza (la soviética). Con 20 ejércitos, dos millones y medio de infantes y 40.000 cañones comenzó su asalto el Ejército rojo.

Miguel Ezquerra, un español que había participado en la Guerra Civil como alférez y que fue oficial de la División Azul, era el comandante de aquella tropa heterogénea que mezclaba mecánicos con fanáticos anticomunistas. Sus memorias, Berlín a vida o muerte, relatan cómo cruzó la frontera hacia Francia, cómo entró a formar parte del servicio de espionaje alemán y cómo los nazis le encomendaron la misión de reclutar a todos los hispanos que pudiera para formar un regimiento español de las SS.

Pero... ¿Dónde estaban las todopoderosas unidades panzer que habían conquistado Europa? Las fuerzas alemanas que defendían el barrio de la Cancillería y su búnker ascendían en esas últimas horas de guerra a 4.000 hombres, la mayoría ancianos, niños de 11 a 14 años -de las Juventudes Hitlerianas- y unos 250 pretorianos de la escolta del Führer, más preocupados de fusilar a los desertores que de combatir.

Berlín, pira funeraria para la extrema derecha europea, había perdido dos tercios de sus edificios en los bombardeos aliados.La mitad de su población -cuatro millones de habitantes- había escapado, mientras que los que aún permanecían allí se escondían en refugios y sótanos. Sus calles, llenas de cráteres, hedían a cadaverina. Y cientos de españoles, sin trabajo y hambrientos, paseaban errantes entre sus bloques amputados.

Berlín fue el destino final de algunos ex combatientes de la División Azul (disuelta en 1943) que siguieron al servicio de los nazis. También reunía a trabajadores que habían sido enviados por Franco al principio de la guerra y que se habían quedado en paro después de que los bombardeos aliados acabaran con las fábricas de armamento. Miembros de la Organización Todt (formación del partido nazi), falangistas reclutados desde Madrid y algunos presos españoles en cárceles germanas completaban el grupo.

Algunos llevaban meses a las órdenes de Hitler. Como Ezquerra, que peinó varias ciudades alemanas buscando voluntarios para sus compañías SS. O Antonio Pardo, combatiente de las unidades de la calavera en Viena. O Federico Martínez, SS capturado en Gorizia.

Para otros, el apocalipsis comenzó cuando los soviéticos irrumpieron en Berlín el día 16 de abril. Fue el caso de los trabajadores españoles que dormían en los barracones de la empresa Motorenbau y otras fábricas cercanas a la estación de metro de Niederschöneweide. Ezquerra y su tropa de nazis importados made in Spain reclutaron a todo aquel que hablara castellano y pudiera disparar un arma.Recibieron una breve instrucción en Postdam y se acuartelaron en el Ministerio del Aire. Tenían la misión de defender la Moritz Platz, en el centro berlinés.

Más de 50 soldados españoles pudieron desertar cuando el cerco soviético aún no se había completado. Uno de ellos, llamado Pedro Portela, salió de Berlín el día 18. Según afirma el historiador José Luis Rodríguez Jiménez, escaparon «por la frontera suiza y se escondieron en los campos de refugiados».

Los soviéticos, con una ventaja de uno a 10 en número de soldados, avanzaban con grandes pérdidas por las avenidas berlinesas. El día 25 tomaron el aeropuerto de Tempelhof y el distrito de Mitte. El 26 conquistaron Zehlendorf. El 27 llegaron hasta Spandau y Pankov. Casa por casa. Día y noche.

Durante los bombardeos de la artillería, los españoles tuvieron que resguardarse en la estación de metro de Friedrichstrasse. Tenían vetado la entrada a los refugios antiaéreos. Sólo los civiles alemanes podían pasar. Arios de pura cepa.

FIN DE LA PRIMERA PARTE

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Re:HISTORIA
« Respuesta #35 en: 24 horas »

12-3-16

LOS ÚLTIMOS DEFENSORES DE BERLÍN EN 1945 FUERON UN PUÑADO DE ESPAÑOLES Y FRANCESES

SEGUNDA PARTE

Los defensores, entre ellos veteranos de la División Azul, destruyeron decenas de carros T-34 soviéticos y protagonizaron una encarnizada resistencia, pero no pudieron impedir que los ivanes atravesaran los puentes sobre el Landwehr y avanzaran hacia la Cancillería.El día 30, el anillo se cerró sobre el edificio del Reichtag, la Postdammer Platz y la Puerta de Brandemburgo. Obligados a retroceder, los españoles de Ezquerra huyeron, con los carros soviéticos a la espalda, por la Friedrichstrasse, más cicatriz que calle, para atrincherarse cerca del búnker.

Ajenos al suicidio del dictador, que sucedía unos metros más abajo, los supervivientes recibieron la orden de romper el cerco y crear un corredor para poder escapar de la capital del Reich.Junto a los niños de las Hitlerjugend, los españoles se lanzaron al asalto del puente de Havel, en Spandau-West. La mayoría cayó bajo el fuego de ametralladora, que abría claros espantosos entre los asaltantes.

Cuando se hizo evidente que la lucha había terminado, entre las ruinas humeantes de la Postdammer Platz, a pocos metros del búnker, comenzaron a aparecer figuras con el rostro negro, quemado por el fuego. Llevaban puesto un uniforme hecho jirones en el que sólo se distinguían dos rayos plateados en el cuello de la guerrera.

Con los brazos arriba, alguno de ellos balbuceó unas palabras en ruso a sus captores: «Nix SS. Gitler kaputt» (No SS. Muerte a Hitler) y mostró una bandera española cosida en la manga izquierda bajo un águila que los identificaba como miembros de las SS.

El día 31 Berlín capituló. Los pocos españoles que sobrevivieron pasaron nueve años en el gulag, en las cárceles de Stalin.

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« Respuesta #36 en: 24 horas »

13-3-16

DOMINGO DE SOTO: UN ESPAÑOL EN EL ORÍGEN DE LA FÍSICA MODERNA

Todo el mundo ha oído hablar de Isaac Newton y de Galileo Galileo y sus aportaciones a la física y en particular sus trabajos sobre la gravedad. Pero nadie conoce a Domigo de Soto. En España no se conoce, ni siquiera entre los físicos. Este hecho está relacionado con la concepción que se ha difundido sobre la época que se inicia con los Reyes Católicos. El descubrimiento de América se presenta como accidente histórico, ya que la sociedad española de entonces supuestamente estaba inmersa en un fanatismo religioso, cuando la realidad es que España era en ese momento vanguardia en todo, incluida la ciencia.

Los trabajos sobre la caída de graves del teólogo español (1494-1570) son sorprendentes. El fraile dominico Domingo de Soto fue el primero en establecer que un cuerpo en caída libre sufre una aceleración uniforme (en sus términos movimiento uniformemente disforme con respecto al tiempo) y su concepción sobre la masa (resistencia interna) es extremadamente avanzada.

Tan avanzada que los autores Juan José Pérez Camacho e Ignacio Sols Lucía en su trabajo publicado en 1994 “Domingo de Soto en el origen de la ciencia moderna” terminan diciendo que: “Ante el resultado de nuestro análisis de las aportaciones de Domingo de Soto a la física, proponemos esta consideración: es en la década que abraza las obras de Copérnico (1543), Soto (1551) y Benedetti (1554) donde debemos situar la línea divisoria entre la ciencia del Renacimiento y la ciencia moderna. Tras una lenta maduración, al fin sus ideas contaron con un magnífico aliado en Galileo Galilei.”

Veamos en concreto el pensamiento de Domingo de Soto, que fue profesor de teología en la Universidad de Salamanca: “Este tipo de movimiento [uniformemente disforme con respecto al tiempo] propiamente sucede en los [graves] naturalmente movidos y en los proyectiles. Donde un peso cae desde lo alto por un medio uniforme, se mueve más veloz en el fin que en el principio. Sin embargo el movimiento de los proyectiles es más lento al final que al principio: el primero aumenta de modo uniformemente disforme, y el segundo en cambio disminuye de modo uniformemente disforme” (Quaestiones libro 7)

Se puede apreciar que en esta afirmación Soto une dos ideas, el movimiento uniformemente disforme, a lo que hoy llamamos movimiento uniformemente acelerado y la caída de graves. Une la abstracción matemática con la realidad física, clave para la matematización de las leyes de la naturaleza. Soto tenía una claridad rotunda acerca de este hecho y lo expresaba en ejemplos numéricos concretos. Lo que acabamos de citar de él es el principio que Galileo buscaba en 1604 para establecer el fundamento de la cinemática. Curiosamente Galileo al principio no partía de esta concepción porque seguía una corriente equivocada que consideraba que la velocidad era uniformemente disforme con respecto al espacio en vez de con respecto del tiempo. Fue más tarde (1609) que se dió cuenta de su error.

Domingo de Soto publicó sus ideas sobre la caída de graves en su obra “Quasetiones super octo libros physicorum Aristotelis” en 1551. En primer lugar hay que resaltar que sus ideas son originales y que no corresponden a un conocimiento colectivo de la época. William Wallace en “The Enigma of Domingo de Soto: Uniformiter Disformis and Falling Bodies in Late Medieval Physics” estudia a 19 autores anteriores y contemporáneos a Soto con el resultado de que Soto es el único que parte de describir el movimiento con una sóla variable independiente que es el tiempo. Los demás tratan de describirlo con dos variables independientes, el tiempo y el espacio, lo que no les permitió llegar a la descripción correcta. Curiosamente hay otro que partió de utilizar una sóla variable, pero utilizó la espacial, otro español llamado Diego Diest.

Galileo cita a Soto en dos ocasiones aunque no relacionadas con la caída de graves. Sin embargo las concepciones de Soto como mínimo le llegaron de manera indirecta a través de discípulos de Soto.

Pero Soto no sólamente acertó en la cinemática, sino también en la dinámica. En el mismo libro plantea: “Lo que es movido es una resistencia, que ha de ser superada por la fuerza motriz.” Pérez y Sols plantean que no hay duda sobre el carácter de esta resistencia (que hoy llamaríamos masa inerte) como en primer lugar interna y no sólo resistencia externa del medio y en segundo como proporcional al peso. Eso se desprende de sus textos y los ejemplos que pone. Concluyen que aunque no lo haya formulado explícitamente, si uno parte de todas sus concepciones y le preguntase a Soto ¿con qué velocidad caen los graves en el vacío? Soto habría respondido: ”Todos los cuerpos caen en el vacío con la misma velocidad, que aumenta uniformemente disforme con el tiempo de caída”.

Las concepciones de Soto sobre la caída de graves y la dinámica son muy avanzadas y es una vergüenza que no se le haya dado el lugar en la historia de la ciencia que le corresponde.



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« Respuesta #37 en: 24 horas »

15-3-16

El OTRO LEÓNIDAS: ATHANASIOS DIAKOS

Que la Historia es cíclica es algo que demuestra la repetición de un mismo acontecimiento con distintas variantes. Aunque, a veces, el paralelismo es tan exacto que resulta sorprendente. Es el caso de lo acontecido con el desconocido revolucionario y héroe griego Athanasios Nikolaos Massavetas, más conocido como Athanasios Diakos, cuyo papel en la Guerra de Independencia de Grecia guarda una similitud más que asombrosa con el rey Leónidas y su defensa de las Termópilas.

Los orígenes de Diakos no fueron nobles ni mucho menos. Nacido en 1788 en un pequeño pueblo en el centro de Grecia en el seno de una familia pobre, al cumplir 12 años Diakos fue enviado como novicio al cercano monasterio de San Juan Bautista, donde cinco años más tarde se convertiría en diácono ‒de ahí su sobrenombre‒. Con 19 años mató a un dirigente local otomano porque intentó violar a una joven y se vio obligado a huir a las montañas para evitar que las autoridades lo atraparan y lo condenaran a muerte. A partir de ese momento se convierte en un rebelde y dedica su vida a luchar contra la ocupación otomana. En los años siguientes se convirtió en uno de los mejores y más terribles guerreros entre los rebeldes, una verdadera pesadilla para el ejército otomano, tanto es así que consiguió convertirse en el brazo derecho de otra figura legendaria de la Guerra de Independencia griega, Odysseas Androutsos.

En abril de 1821, un mes después del comienzo oficial de la Guerra de Independencia griega, las fuerzas turcas, formadas por entre 8.000 y 10.000 hombres, partieron de Tesalina para derrotar a los rebeldes griegos que se encontraban en el centro y en el sur de Grecia. El temor hacia Diakos y el deseo por destruirlo era tan grande que los dos grandes generales otomanos, Omer Vrioni y Köse Mehmed, decidieron utilizar la mayor parte de sus efectivos para aplastarlo. Diakos, por su parte, no dudó en detener el avance del ejército otomano con una pequeña tropa formada por 1.500 hombres. El lugar elegido por Diakos para la defensa era el puente de Alamana, un lugar cercano a las Termópilas, donde dos mil años atrás Leonidas y sus 300 espartanos habían luchado heroicamente contra un gigantesco ejército de persas. Una vez más, los griegos luchaban por su libertad con una importante desventaja numérica.

Después de oponer resistencia durante horas de agotadora batalla, el pequeño ejército griego tuvo que retirarse y Diakos se quedó en el puente luchando con 48 de sus hombres. Uno de sus soldados le ofreció un caballo para que escapara, pero Diakos se negó a retirarse y continuó luchando. Hasta que finalmente fue capturado, con vida, por el ejército otomano y conducido ante Vrioni y Mehmed. Ambos generales, admirados por la valentía y fiereza del guerrero griego, le ofrecieron el perdón a cambio de que renunciara a sus raíces y abrazara la fe del islam. Ante esta propuesta Diakos contestó: «Nací griego y moriré griego». Sin más remedio, a la mañana siguiente Diakos fue brutalmente torturado en público y empalado, como castigo ejemplar para los rebeldes.

Diakos no tuvo el inmenso honor de morir en el campo de batalla, como sí ocurrió con el gran Leónidas, pero hizo gala del mismo valor y coraje que el legendario rey hasta sus últimos momentos de vida. Su muerte, eco de la mítica defensa de los 300 espartanos, no tardó en convertirse en una leyenda y Diakos pasó a ser un mártir y un héroe del pueblo griego y de todos aquellos que luchan por la libertad.


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« Respuesta #38 en: 24 horas »

18-3-16

LA MISIÓN HASEKURA

En octubre de 1613, bajo órdenes del señorío de Sendai, Masamune Date, la misión Hasekura zarpó en el barco japonés San Juan Bautista desde el puerto de Tsukinoura, rumbo a México (entonces Nueva España) con el samurái Tsunenaga Hasekura como embajador, encabezando una tripulación de unas 180 personas.

          El principal propósito de la misión Hasekura era el establecimiento de un comercio directo entre Japón y Nueva España. Asimismo, se estima que sus objetivos eran el envío de misioneros para propagar el cristianismo en el territorio de Sendai, y la adquisición de su tecnología para la producción de plata.

          En enero de 1614, después de un viaje de más de tres meses por el Océano Pacífico, la tripulación de Hasekura arribó al puerto de Acapulco, el más grande de la Nueva España en aquel entonces, donde fue recibido por el representante del Virrey de la Nueva España. Así el 2014 marca el 400 aniversario de la llegada de la primera misión comercial-diplomática que Japón envió a México.

          En marzo de 1614, tras recorrer varias ciudades entre ellas Cuernavaca, la misión Hasekura llegó a la capital (actual Ciudad de México), donde se entrevistó con el Virrey y el Obispo de México, algunos tripulantes de la delegación fueron bautizados en la Iglesia de San Francisco. En mayo del mismo año, la delegación salió de la Ciudad de México y en junio, pasando por Puebla, Hasekura y unos veinte tripulantes partieron del Puerto de San Juan de Ulúa, Veracruz rumbo a Sevilla, España vía La Habana, con el propósito de conseguir el consentimiento y apoyo del Rey español y del Sumo Pontífice para el establecimiento de un comercio directo y el envío de misioneros.

          En Europa, Hasekura se entrevistó con el Rey Felipe III de España y el Sumo Pontífice Paulo V, a quienes transmitió las misivas de su señor Masamune Date. La Misión de Hasekura volvió a México en 1617, y partió de Acapulco en abril de 1618, rumbo a Manila, donde esperó en vano la respuesta del Rey de España.

          Finalmente, sin haber recibido respuesta, regresó a las tierras de Sendai. Mientras la misión viajaba durante 7 años, las políticas internas en Japón habían dado un giro, la prohibición del cristianismo y el aislamiento internacional, los cuales hicieron ya imposible realizar los propósitos de la Misión Hasekura.

Sin embargo algunos japoneses decidieron quedarse en España, en una ciudad cercana a Sevilla (Coria del Río), donde sus descendientes todavía conservan el apellido Japón.


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« Respuesta #39 en: 24 horas »

22-3-16

BEATO DE LIÉBANA

Hoy en día el nombre de Beato de Liébana se asocia comunmente con los códices
iluminados basados en su 'Comentario al Apocalipsis' que
se cuentan entre las obras más notables del arte prerrománico y del primer románico hispano que aún se conservan.
Estos códices son conocidos popularmente como "Beatos". Pero no es
el 'Comentario...' el único motivo, ni el más importante por el que Beato merece ocupar un lugar de honor entre los forjadores de España.

Lo que le hace merecedor de una fama inmortal es su valiente defensa de la fé católica, amenazada por la herejía adopcionista, propagada por el metropolitano de Toledo Elipando, y suacólito el obispo Félix de Urgel. Este episodio trascendente en la historia de España se halla pormenorizadamente explicado en la 'Historia de los heterodoxos españoles', de Marcelino Menéndez y Pelayo.

La controversia se inició cuando los mencionados prelados declararon que Jesucristo en cuando a su naturaleza humana no es sino hijo adoptivo de Dios. Tal doctrina cristológica incurría en contradicción con lo establecido por los Concilios Ecuménicos y el Credo Niceno.
No lo creía así Elipando, que seguro de su ortodoxia tildaba de herejes a sus contradictores. Sin embargo es razonable sospechar que el metropolitano de Toledo estuvo influido por razones ocultas, como era el deseo de congraciarse con el poder musulmán, inventando una doctrina que socavaba la divinidad de Jesús y por ende era más acorde con las creencias mahometanas.
No faltaron en la España mozárabe personajes ilustres que hicieron oir sus voces en contra del adopcionismo, como Theudula, arzobispo de Sevilla. Pero fue en el pequeño reino de Asturias en dónde encontró la más férrea oposición, encabezada por Beato y Heterio, obispo de Osma.

Corría el año 783 de la Encarnación de Nuestro Señor y reinaba en Asturias Mauregato, hijo natural de Alfonso I el Católico con una esclava mora. Fue este Mauregato, quizás por el peso de su herencia sarracena (se cree que la etimología de su nombre es Maurae Captae, es decir, Mora Cautiva), el que selló un pacto de sumisión al emir Abderramán I de Córdoba accediendo
al pago del Tributo de las Cien Doncellas.

Algunas años antes, al morir el rey Silo, había asumido el trono Alfonso II el Casto, hijo del asesinado rey Fruela. El joven monarca tenía en Adosinda, tía paterna suya y viuda de Silo, a su principal valedora. Pero al usurpar Mauregato el poder, Alfonso tuvo que refugiarse en tierras alavesas con su familia materna. Adosinda entró en un monasterio de San Juan de Pravia,
haciendo sus votos el día sexto de las calendas de diciembre.
A la ceremonia asistieron Beato, Heterio y el abad Fidel. Éste les enseñó
la carta que había recibido de Elipando en la cual éste les condenaba por su rechazo al adopcionismo, amenazándoles y colmándoles de improperios.

El monje lebaniego y el obispo de Osma respondieron al desafío escribiendo una obra apologética, titulada Liber Etherii adversus Elipandum, sive de adoptione Christi filii Dei. Exponían serena pero firmemente que Jesús, tanto por su naturaleza humana como por la divina es verdadero Hijo de Dios, apoyándose en la autoridad de los Concilios, las Escrituras y las obras de los Padres de la Iglesia. Por ende el adopcionismo era erróneo y perverso.

Pero aquella polémica no quedó limitada a tierras españolas sino que se trasladó al otro lado de los Pirineos.
El rey de los francos y los lombardos, y futuro emperador de Occidente, Carlomagno. Fue un incansable paladín de la Cristiandad y como tal intervino personalmente, a lo que además estaba obligado puesto que la diócesis de Urgel caía dentro de sus dominios.
Convocó los sínodos de Ratisbona (792), Francfort (795) y Aquisgrán (799). Una vez tras otra fue condenada la herejía adopcionista. Una vez tras otra abjuró Félix de sus errores, para recaer en los mismos.
El mayor sabio de la corte carolingia, Alcuino de York, escribió también una obra contra Elipando. Otro tanto hicieron Agobardo, Paulino de Aquileya y los Papas Adriano I y León III. El adopcionismo no llegó a arraigar ni en tierras cristianas ni entre los mozárabes que vivían sometidos al yugo del Islam y murió con los protagonistas de la disputa en uno y otro bando.

En territorio omeya, ya en pleno siglo IX los mozárabes Álvaro de Córdoba y el mártir San Eulogio (decapitado el 11 de marzo de 859) conocían la obra de Beato y Heterio, y ésta les nutrió de alimento espiritual para reafirmarse en su resistencia frente a la presión cada vez más asfixiante del Islam, que lentamente iba suplantando la cultura hispanorromana, llevándola a un callejón sin salida. Poco a poco la lengua y cultura latinas y la religión católica iban retrocediendo frente a las de los conquistadores agarenos. En un esfuerzo desesperados, estos mozárabes derramaron su sangre para salvar su fé y su cultura.

Pero volviendo a Beato, fue durante aquellos años cuando el culto a Santiago el Mayor tuvo sus manifestaciones tempranas, que darían su fruto algunos años más tarde con el hallazgo de la tumba del Apóstol (814), bajo el reinado restaurado de Alfonso II. A nuestro monje se le atribuye la autoría del himno a Santiago, bajo cuya advocación los ejércitos cristianos lucharon en la Reconquista para liberar nuestra patria del dominio ismaelita.
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« Respuesta #40 en: 24 horas »

29-3-16

REYKJAVIK 1972

En plena guerra fría, cuando la perestroika era un baile regional de los Urales, dos hombres en plenitud de facultades se encontraron ante un tablero de ajedrez para decidir quien era el mejor del mundo.

Uno, el campeón, soviético; otro, el aspirante, estadounidense.

Boris Spasski, rara avis del deporte ruso, no tenía el carnet del Partido. Educado, bien parecido, vividor...tenía un inmenso talento ajedrecístico un tanto lastrado por su provebial pereza ( el oso perezoso le llamaban). Durante la década de los 60 derrotó a todos los más grandes jugadores de la época. Únicamente el sordo Petrossián pudo pararlo a duras penas en su primer encuentro por el título de 1966. Tres años después el oso destrozó al campeón armenio.

Bobby Fischer, egocéntrico, indomable, antisocial...un fanático del ajedrez. En los años 60 también venció a los grandes pero, al contrario de Spassky que lo hizo en matches individuales, Bobby hubo de limitarse a partidas de torneo; no estaba conforme con el sistema de calificación empleado por la FIDE y dejó de participar en los ciclos clasificatorios para el título. "Soy el mejor jugador del mundo desde los 18 años" dijo en una ocasión. Tardaría algo más en demostrarlo.

Dos genios. Dos formas diferentes de entender la vida y el juego. Las dos primeras potencias del mundo representadas por dos auténticos "outsiders". Vámonos para Islandia.

Reykjavik, 1972. La tierra del fuego y del hielo. Lo que iba a ser un encuentro excitante para unos pocos millones de aficionados se transforma, por la política, en una fiebre mundial para centenares de millones de personas. No entienden el juego, no saben jugar, les aburre... pero ahora no se trata de ajedrez, la cuestión es cual de los 2 Imperios tiene la primacia intelectual sobre el otro, algo que los comunistas desde su llegada al Poder habían subrayado al potenciar la práctica entre la población. "Es barato y la propaganda elogiará sus virtudes como una victoria del comunismo" decían los jerifaltes soviéticos.

La partida que voy a mostraros, la que en mi opinión es la mejor y la que decide el campeonato, es la 13ª

Antes de su disputa la situación es la siguiente: gana Fischer con 2 puntos de ventaja, pero en la 11ª Spassky le había barrido del tablero consiguiendo su más convincente victoria de todo el match, y la 12ª había acabado en tablas después de que el ruso sorprendiera al americano en la apertura, por lo que este juego se presumía decisivo. Como así fué.

Boris lleva las blancas. Bobby emplea la defensa Alekhine. Para los neófitos; ésta defensa en un Campeonato del Mundo y ante un rival como Spassky es una provocación. Es como si en el partido del sábado Ancelotti se pusiera chulo y sacara como titular a toda la defensa del filial. Si ganas eres un genio. Si pierdes, un payaso.

Fischer gana un peón en la apertura, a cambio las blancas consiguen el dominio del centro y la iniciativa. En el medio juego la posición de Spassky es claramente mejor, sólo hace falta una jugada ( 25. P6R ) para poner a Bobby contra las cuerdas. El ruso duda y se equivoca; tres jugadas más tarde la iniciativa pasa a manos de las negras, pero Fischer también se equivoca y no encuentra la línea correcta hacia la victoria. Entramos en el final de esta dramática partida.

La posición sigue siendo mejor para las negras, aunque la ventaja es mínima cuando llegamos al momento clave de la partida y del campeonato. Tras la última jugada blanca ( 61. A8A ) el tablero nos muestra una posición inaúdita, fantástica. Spassky se defiende con maestría, pero poco después comete el último error y Fischer, esta vez sí, no perdona. Gana la partida y, prácticamente, el título.

Después de esta lucha titánica se sucedieron 7 tablas peleadas, gran ajedrez que acaba con la victoria de Bobby en la 21ª.

Fischer no volvió a jugar una sola partida oficial más en su vida.
Spassky fué proscrito en su propio país y, como tantos otros, tuvo que jugársela y exiliarse.
Bobby fué desposeído del título en 1975 por no presentarse a jugar frente al aspirante, el soviético Anatoly Karpov.
Boris siguió compitiendo a gran nivel durante muchos años, aunque sin la fuerza de antes.
En 1992 volvieron a encontrarse ante un tablero para jugar un encuentro no oficial. Volvió a ganar Fischer y volvió a desaparecer.
El Gobierno norteamericano dictó orden de búsqueda y captura contra él por haber hecho negocio en zona de guerra (Yugoslavia). El mismo Gobierno que lo había elevado a la categoría de Mito de la Nación, ahora, por obra y gracia de papito Bush, lanzaba la fatwa contra el genio de Brooklyn.
Años después sería detenido en Japón. Gracias a sus amigos islandeses, Bobby pudo conseguir la nacionalidad vikinga y se trasladó allí para vivir los últimos años de su vida.

Boris Spassky está prácticamente retirado del ajedrez, dedicándose principalmente a dar conferencias por todo el mundo y a pasear su saber y su bonhomía.

Bobby Fischer murió el 17 de enero de 2008 en Reykjavik, Islandia.



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« Respuesta #41 en: 24 horas »

31-3-16

EL ORÍGEN INCIERTO DEL PUEBLO ETRUSCO

El pueblo de los etruscos constituyó en la península italiana, entre el 1000 AC y el 400 AC, una de las culturas más interesantes, misteriosas y trascendentes del hemisferio occidental y hasta el día de hoy, motivo de apasionadas discusiones y polémicas entre historiadores y arqueólogos, particularmente las relacionadas con su origen, que hasta la fecha no ha sido posible determinar con exactitud.

Durante siglos se pensó que los etruscos no existieron o que eran una especie de pueblo mitológico, paradójicamente esa creencia vulgar, era lo que justamente quisieron hacer creer los romanos, que se vanagloriaban de su pasado greco/fenicio cuando realmente, ellos eran invención etrusca.

Por ese espurio motivo, es que la mayor obra histórica sobre Etruria, cuyo autor fue el emperador Claudio, fue destruida en cuanto este murió, quedando hoy solo unos pocos fragmentos privándonos de un material de investigación incomparable para conocer con más detalle a esta magnífica y enigmática civilización que junto con la micénica es cuna de nuestra propia civilización.

Claudio tuvo la perspicacia de entender que ante él estaban muriendo en Roma los últimos etruscos de pura sangre, y atraído por el pasado legendario que se les atribuía, pasó varios años compilando un detallado, monumental trabajo de etruscología, especialmente enfocado en la cultura y la lengua de ese misterioso pueblo.

Los romanos de la época, especialmente los miembros de las clases cultas, sostenían que el origen de los romanos eran los sobrevivientes de la Guerra de Troya, y así lo cantaba Virgilio en La Eneida; es de suponer que esa sociedad no veía con buenos ojos que la Historia descubriese que los altivos dueños del Mediterráneo provenían de los etruscos, un pueblo considerado bajo, inculto y primitivo.

Lamentablemente la obra de Claudio no lo sobrevivió, ya que fue destruido a poco de la muerte de su autor, suponiendo así que se preservaba el origen mitológico y cuasidivino de los fundadores de Roma.
Se dice a veces muy superficialmente que Roma aniquiló a los Etruscos, cosa ya de por sí sospechosa, ya que los romanos asimilaban más bien que aniquilaban; Roma, cierto es, aplastó políticamente a los etruscos cuando estos se aliaron con los cartagineses de Aníbal, pero para esa época la cultura etrusca hacía ya 500 años que infiltraba a la romana hasta los huesos, en su escritura, en sus leyes, en el arte, en sus acueductos, en sus artes adivinatorias, en la toga purpurada, los pontífices, la silla curul, las fasces con el hacha, los lictores, los anfiteatros, las calzadas, la Cloaca Máxima (aún funciona…!), el ancla…! que revolucionó la navegación...etc. etc.

Pero ya en el siglo I durante el gobierno de Octavio, hacía más de 150 años que no quedaban rastros culturales de lo etrusco, los individuos aislados que se encontraban, eran considerados parias y objeto del máximo desprecio (el célebre Mecenas fue una notable excepción), ningún romano de esa época alegaría ser descendiente de etruscos, mucho menos los miembros de las clases más acomodadas.

Reitero que los romanos se consideraban un pueblo de inmigrantes venidos de Grecia y Fenicia y que fueron los dioses quienes los trajeron a las colinas del Tíber, por eso su interés en borrar todo recuerdo de los etruscos.

Massimo Pallottino el eminente arqueólogo italiano, ha sostenido que la pregunta planteada acerca de los orígenes o procedencia etrusca, es irrelevante porque la civilización etrusca es un producto italiano único, un fenómeno cultural que no se encuentra en ningún otro sitio que no sea la península italiana.

Pero no todos concuerdan, y como dije antes, existe un acalorado debate sobre los orígenes del pueblo etrusco, con claras connotaciones etnocéntricas de corte clasista y nacionalista, que no poco enturbian la cuestión de fondo.

El debate académico consiste en el hecho de que, después de siglos de investigación de los Etruscos, la introducción de innovaciones científicas y avances tecnológicos y metodológicos, los términos del debate en cuanto a origen etrusco permanecen polarizados en dos teorías diametralmente opuestas, básicamente en las mismas condiciones generales que se debatieron miles de años atrás por Herodoto y Dionisio de Halicarnaso.

Para entender la cuestión. debemos revisar brevemente su contenido.

El primer historiador en abordar la cuestión de los orígenes etruscos fue Herodoto, el historiador griego que a mediados del siglo quinto antes de Cristo, escribió un relato que describe a los etruscos como un grupo de inmigrantes de Asia Menor.

Así, según Herodoto, la civilización etrusca se deriva de la meseta de Lidia en Asia Menor. Varios otros historiadores griegos y romanos, como Virgilio, Ovidio y Horacio o Séneca comparten este punto de vista dando por hecho que los etruscos emigraron de su tierra de origen en Asia.

Por otro lado, esta teoría del origen etrusco, apoyada por la mayoría de los historiadores griegos y latinos, fue rechazada por el teórico griego Dionisio de Halicarnaso, que, durante la época de Augusto, escribió en antigüedades romanas que los etruscos eran una población autóctona de la península italiana.

Estas dos visiones contrapuestas, han dado forma al desarrollo posterior de esta discusión, creando básicamente, dos escuelas principales de pensamiento entre los arqueólogos y estudiosos.

La teoría que apoya el carácter autóctono de los etruscos ha sido desarrollada y promovida principalmente por etruscologistas italianos como Piranesi, Pallottino, y Torelli quienes afirman que la cultura de Villanova originaria de Italia, es la predecesora de los etruscos.

Mientras que otros arqueólogos no italianos, se decantan por la teoría del origen asiático de Herodoto, como Nicolás Freret, Barthold Niebuhr, o Karl Muller.





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Re:HISTORIA
« Respuesta #42 en: 24 horas »

8-4-16

EL REINO DEL ÁFRICA NEGRA QUE HABLABA CASTELLANO Y GOBERNABA UN EUNUCO ESPAÑOL

Hubo un tiempo en el que era el continente africano el que recibía y acogía las corrientes migratorias que salían huyendo de la península ibérica. En el año 818, en la llamada matanza o rebelión del Arrabal (del árabe, al-rabad, suburbio), los cordobeses que vivían en el arrabal se echaron a las calles para protestar contra la subida de impuestos del emir Al-Hakam I. La respuesta de este no se hizo esperar, durante 3 días las tropas del emir se emplearon a fondo: el arrabal fue incendiado y arrasado, más de 3.000 cordobeses fueron asesinados -300 de ellos crucificados- y el resto de los habitantes, más de 20.000, tuvieron que huir de Córdoba, en su mayoría a la ciudad de Fez (en lo que hoy es Marruecos) donde fundaron un barrio llamado “la ciudad de los andalusíes“. Otro ejemplo sería la expulsión de los judíos en 1492, que huyeron a Navarra, reino en teoría todavía independiente, a los Balcanes, al Imperio otomano y al norte de África; y la migración que nos ocupa… la de los moriscos.
Aunque la expulsión definitiva de los moriscos no se produjo hasta 1609, durante el reinado de Felipe III, con el Decreto de Conversión de 1502, por el que los musulmanes residentes en la pení*nsula debían convertirse al cristianismo (moriscos) o abandonar la pení*nsula, ya se produjo una primera migración, aunque pequeña, a África. Muchos recelaban de aquella conversión forzosa y, simplemente, aparente (se creía que en la intimidad seguían manteniendo sus costumbres y religión); además, aparecieron los monfí*es (bandidos moriscos) saqueando y asesinando. Los piratas berberiscos vieron que, ahora sí*, debí*an apoyar a los moriscos para herir, en su propia casa, a su mayor enemigo, Felipe II.

El grupo se hací*a cada vez más numeroso, las autoridades locales no podí*an hacer nada, profanaron iglesias, se plantaron a las puertas de Granada… y en 1568 estallaba la guerra de las Alpujarras. Felipe II manda a los Tercios, con don Juan de Austria a la cabeza, a sofocar la revuelta. En 1570 fueron derrotados y desterrados de las Alpujarras por el resto de la pení*nsula. Desde aquel momento, hasta la expulsión, la migración de los moriscos hacia el norte de África fue constante.

Quien acogió a estos emigrantes nacidos en la península, otrora moriscos, que habían mantenido en jaque al todopoderoso Felipe II fue Muley Ahmed al-Mansur, sultán de Marruecos. Después de organizar y pacificar su territorio, puso sus ojos al sur del Sáhara, de donde partían las caravanas del oro. Para llevar a cabo su proyecto, Muley Ahmed organizó un ejército de unos 4.000 soldados formado básicamente por mercenarios andalusíes, descendientes de aquellos moriscos que huyeron de España, y de cristianos renegados, equipados con armas de fuego (arcabuces) y cuya lengua materna era el castellano. La expedición partió de Marraquech el 16 de octubre de 1590 dirigida por un hombre de confianza del sultán llamado Yuder.

¿Y quién era Yuder?

En una de las muchas incursiones que los piratas berberiscos hicieron en las costas andaluzas, capturaron a un joven -según algunas fuentes llamado Diego de Guevara– nacido en Cuevas de Almanzora (Almería). El joven fue vendido como esclavo en el norte de África y su amo decidió castrarlo. Los avatares de la vida, su determinación y la conversión al Islam, lo convirtieron en hombre cercano al sultán hasta el punto de confiarle aquella misión. El primer obstáculo de aquella arriesgada aventura fue atravesar el desierto por el Tanezrouft, una de las zonas más desoladas del Sáhara, entre las fronteras actuales de Argelia, Mali y Níger, para llegar al otrora reino más poderoso del África negra, el Imperio songhai. Tras varios meses de travesía por el desierto, Yuder y los andalusíes llegan hasta el Níger, y siguiendo su curso se plantaron a las puertas de Gao, la capital.

La abrumadora superioridad numérica y el debilitamiento de un ejército castigo por el largo y tortuoso viaje, hacían presagiar una fácil victoria para los songhai… nada más lejos de la realidad. Aquellas armas que escupían fuego, a las que nunca antes se habían enfrentado los songhai, diezmaron rápidamente las filas de los aguerridos guerreros; otros muchos murieron ahogados mientras intentaban atravesar el río huyendo de las balas… en apenas dos horas, Yunder había tomado Gao. Su próximo destino… Tombuctú (en el actual Mali), la mítica ciudad de la que Hasan bin Muhammed al-Wazzan al-Fasi, conocido como León el Africano, decía en “Descripción de África” (1526)…

FIN DE LA PRIMERA PARTE


 
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« Respuesta #43 en: 24 horas »

8-4-16

EL REINO DEL ÁFRICA NEGRA QUE HABLABA CASTELLANO Y GOBERNABA UN EUNUCO ESPAÑOL

SEGUNDA PARTE

En Tombuctú se alzan una mezquita extraordinaria y un palacio majestuoso. […] Los habitantes, y especialmente los extranjeros que viven aquí, son extraordinariamente ricos, hasta el punto que el actual rey ha casado a dos de sus hijas con dos de estos mercaderes. Hay muchos pozos llenos de agua muy dulce, y cada vez que el río Níger se desborda, hacen llegar el agua hasta la ciudad mediante acequias. En la ciudad se encuentra grano, leche y mantequilla en abundancia, aunque la sal es muy escasa y tienen que traerla desde las minas de Taghaza, situadas a veinte días de distancia. […] Aquí reside un gran número de doctores, de jueces y otras gentes de gran sabiduría, que viven espléndidamente a cargo del rey. […] Y aquí llegan libros y manuscritos desde la Berbería, que son vendidos por más dinero que cualquier otra mercancía. La moneda de Tombuctú es el oro puro, sin acuñar, sin inscripción de ningún tipo.
Tomar Tombuctú todavía fue más fácil. Hasta allí habían llegado las noticias de aquellos soldados prácticamente invencibles y a los que los songhai llamaron los Arma (se supone que por asociación con el grito, para ellos ininteligible, de “a las armas” que proferían aquellos soldados venidos del norte cuando entraban en combate). Aunque aquel lugar ya no se parecía tanto al “Dorado africano” que describió León el Africano, ya que era lugar de paso del oro pero no de su destino, Yuder decidió establecerse allí y autoproclamarse gobernador de aquel territorio en 1591 como Yuder Pachá. Asimismo, los Arma se convirtieron en una especie de casta o etnia dominante que perpetuó este dominio casándose con las mujeres songhai mejor establecidas socialmente. La distancia con el sultán de Marruecos, todo el desierto del Sáhara, le permitió gobernar con cierta libertad, pero receloso de esa autoproclamación y de la posible independencia, Muley Ahmed al-Mansur envió un nuevo gobernador y ordenó a Yuder regresar a Marraquech en 1599, donde fallecería en 1605 sin descendencia -recordemos que lo castraron en su juventud-.

Durante dos siglos, los descendientes de este mestizaje de razas y culturas dominaron, directa o indirectamente, el gobierno de la ciudad y siempre se mostraron orgullosos de sus orígenes. Hoy en día, además de los Arma descendientes directos de aquellos moriscos nacidos en la península ibérica -unos 10.000-, se estima que más de 500 palabras de la lengua songhai provienen del castellano del siglo XVI, e incluso algunos apellidos como García, Esteve o León se dan por aquellos lares.
En reconocimiento a esta pasado conjunto, la Junta de Andalucía financió el conocido como Fondo Kati, los manuscritos que Ali ben Ziyad al-Quti llevó a Tombuctú tras su exilio de Al-Ándalus en 1467, a través de un centro de conservación e investigación en Tombuctú que, tras la guerra que sufrió Malí en 2012, fue prácticamente desmantelado. Ismael Diadié Haidara, patriarca de los Kati, consiguió salvar la mayor parte de aquel legado cultural y repartirlo entre una aldea cercana a Tombuctú, Bamako, la capital del país, y, desde abril de 2012, en la sede del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH).

Existió un reino en el África negra en el que se hablaba castellano y estaba gobernado por un eunuco español.


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« Respuesta #44 en: 24 horas »

25-4-16

UNA REFLEXIÓN SOBRE LAS INDEPENDENCIAS

En Argentina, el próximo 9 de julio se celebrará el bicentenario desde la declaración de la independencia en aquel año de 1816. Las encomiásticas celebraciones estarán repletas de loas a los próceres que rompieron el yugo de la opresora y colonialista España, liberando a los pobres indígenas de tres siglos de explotación, y demás lugares comunes profundamente arraigados en el imaginario popular.

No obstante, nosotros consideramos que se trata de una ocasión más que oportuna para brindar un espacio a la reflexión y a la crítica, proponiendo la revisión de los hechos comúnmente aceptados como válidos y presentando perspectivas históricas alternativas. Es por eso que en estas breves líneas tenemos el objetivo de poner en tela de juicio algunos de los tópicos más recurrentes de aquel fenómeno conocido como guerras de emancipación.

En primer lugar, cabe señalar que lo que normalmente concebimos como guerras de descolonización, como enfrentamientos entre criollos y peninsulares, no fueron tales. Los conflictos bélicos que convulsionaron el continente americano a partir de 1810 más bien revisten el carácter de una guerra civil en la que es posible encontrar blancos, indígenas, mestizos y negros en ambos bandos. Así lo confirma el norteamericano Clarence Haring (1): “Las guerras de independencia fueron esencialmente guerras civiles. Uno de los rasgos más llamativos de todo el movimiento fue la prueba de lealtad a España, que dio gran parte de la población. En muchas regiones, el núcleo de las fuerzas realistas estaba constituido por hispanoamericanos, y, en algunas provincias, resultaba imposible crear una oposición seria o sostenida contra la Corona”. Efectivamente, el sentimiento de lealtad a España entre los habitantes de las Indias era tal, que en realidad era un escaso número de criollos ilustrados el que albergaba deseos de secesión, permaneciendo una gran mayoría de pobladores fieles a la Madre Patria.

Un testimonio de un realista del Perú (se desconoce el nombre del autor; solo firma bajo el pseudónimo El Peruano), que data de noviembre de 1823 y que es recogido por Enrique de Gandía en su obra La independencia americana (2), nos ayudará a comprender la magnitud de la fidelidad de las Indias al Rey de España: “Si nuestros ilusos paisanos, con la malicia que se caracteriza desde que se rebelaron, pretenden sorprender a las naciones extranjeras con hacerles ver que la guerra de estos países es de todos los habitantes contra los españoles europeos, sepa el mundo entero que los que llevamos en el Perú las armas somos la mayor parte hijos de la América, que peleamos y pelearemos por conservar nuestra tranquilidad y el rango de ciudadanos españoles hasta derramar la última gota de nuestra sangre…”. Este documento nos acredita que la maliciosa propaganda de los separatistas pretendía presentar el conflicto como una guerra entre americanos y europeos, falacia ampliamente desmentida por la realidad de los acontecimientos, a la vez que expresa el sentimiento de lealtad y amor hacia España que prevalecía en todas las capas de la población, en este caso, del virreinato del Perú.

Esta resistencia popular a la separación fue la razón por la que el conjunto de guerras civiles se prolongó por tanto tiempo, desde la conformación de las famosas juntas en 1810 (19 de abril en Caracas, 25 de mayo en Buenos Aires, etc.) hasta la batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824. Y eso sin contar los últimos bastiones realistas que fueron sangrientamente reducidos años más tarde, como el que representaron los habitantes de Chiloé o los hermanos Pincheira en Chile y Argentina.

Como indicamos anteriormente, fue una minoría de criollos afrancesados la que manifestaba intenciones secesionistas, y que oportunamente aprovechó la trágica circunstancia de la caída de la Junta de Sevilla y de la práctica total ocupación de España por parte de las fuerzas napoleónicas en aquel fatídico 1810. Nuevamente nos remitimos a Haring para acreditar cuanto aquí afirmamos: “Las revoluciones americanas fueron obra de unos pocos dirigentes ilustrados y perspicaces, quienes en muchas regiones, representaban la ambición, abrigada por los criollos más cultos, de sustituir en el gobierno y en el comercio a los españoles peninsulares…”. Simple y claro.

En efecto, fue la ambición de grupúsculos de comerciantes, contrabandistas y terratenientes, nucleados en las omnipresentes logias de cuño masónico, quienes aprovecharon la ocasión para romper con la Madre Patria, con el infaltable apoyo británico, sin el cual muy difícilmente hubiera tenido lugar la secesión. El objetivo último del movimiento consiste en vincularse económicamente con el ascendente imperio británico, convirtiendo a los viejos reinos de Indias en colonias informales de Gran Bretaña. Dejemos que sea el propio Bolívar, el más conspicuo de entre los “libertadores”, quien nos diga cuál sería el rol económico a desempeñar por las flamantes repúblicas: “Nosotros por mucho tiempo no podemos ser otra cosa que un pueblo agricultor capaz de suministrar las materias más preciosas a los mercados de Europa, el más calculado para fomentar conexiones amigables con el negociante y el manufacturero” (3). Así, se cumpliría el tristemente célebre apotegma del economista británico Richard Cobden, según el cual Sudamérica sería la granja, y Gran Bretaña, el taller del mundo.

FIN DE LA PRIMERA PARTE


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« Respuesta #45 en: 24 horas »

25-4-16

UNA REFLEXIÓN SOBRE LAS INDEPENDENCIAS

Pero no se trata tan solo de una subordinación económica a cambio del apoyo logístico, militar y diplomático de Gran Bretaña. También asistimos a un fenómeno de colonización mental y cultural, pues la nueva clase dirigente criolla adopta para sí las formas culturales anglo-francesas, con el consiguiente desprecio por la Hispanidad, cuyas razas pasan a ser consideradas como inferiores e incapaces del progreso y la ilustración. Un personaje arquetípico de la anglofilia que prendió de forma tan arraigada entre los nuevos jefes americanos es el argentino Bernardino Rivadavia, gran amigo de Jeremy Bentham, padre del utilitarismo, a quien le dirigía las siguientes palabras en carta de agosto de 1818, recogida por el historiador John Street (4): “¡Qué grande y gloriosa es vuestra Patria!, mi querido amigo. Cuando considero la marcha que ella sola ha hecho seguir al pensamiento humano, descubro un admirable acuerdo en la naturaleza que parece haberla destacado del resto del Mundo a propósito”.

Resulta sumamente ilustrativo que el primer presidente argentino, en 1826, haya sido un anglófilo del calibre de Rivadavia, en cuyos tiempos —añade Street— “hasta los reglamentos para los debates de la nueva Cámara de Diputados eran los del Parlamento inglés”.

De esta manera, la sumisión económica y mental hacia el mundo anglosajón determinó el triste destino de las repúblicas desgajadas del tronco común, proceso en el que los españoles de uno y otro lado del Atlántico fueron derrotados, y en el que las potencias ascendentes, con Gran Bretaña a la cabeza, fueron las únicas victoriosas. Muy pronto se dedicaron a rapiñar sin piedad los indefensos trozos que otrora habían conformado el poderoso imperio español.

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« Respuesta #46 en: 24 horas »

29-4-16

FELIPE II UN SOBERANO PROTECTOR DE LA CIENCIA

España fue durante el siglo XVI y el XVII, la primera potencia del mundo. Resulta imposible pensar que estuviese divorciada de la ciencia, una nación, que bajo el reinado del emperador Carlos sucederá la gesta de dar la vuelta al mundo por primera vez en la historia de la humanidad.

También es cierto, que los monarcas, como personas sagaces y eminentemente prácticos, favorecían aquellas ramas de la técnica que tenían un uso útil inmediato para sus intereses: la arquitectura, tanto civil como militar; la fortificación; la artillería; la ingeniería de minas; la construcción naval; la navegación; la cartografía, etc.

El antecedente lo había instituido Enrique el Navegante en Portugal, al fundar la escuela de Sagrés, donde se formaron los pilotos y cartógrafos lusos que luego proporcionaron un imperio ultramarino que acabo unido al español bajo el reinado de Felipe II. Durante su gobierno se amplió la importancia de aquellos técnicos, acomodados como “criados del rey”, que le proporcionaron sus valiosas invenciones. Entre ellos destacaron el relojero italiano Juanelo Turriano, que conseguirá, con un modelo de más de 80.000 piezas, un ingenio que subía agua del río Tajo a la ciudad de Toledo. También figuró el aragonés Pedro Juan de Lastanosa, experto en obras hidráulicas, que recopilará gran parte de los inventos de aquel entonces. Otro hombre que destacó y fue sobradamente conocido, fue el arquitecto Juan de Herrera, que plasmará en piedra parte de los sueños del monarca, el principal de ellos, el monasterio de El Escorial. Y no se podría olvidar al navarro Jerónimo de Ayanz, experto en ingeniería de minas, pero que también desarrollará prototipos de buceo humano, incluso de algún protosubmarino.

Sin embargo, un imperio necesitaba la formación de instituciones pedagógicas técnicas que desarrollasen sus saberes, con maestros traídos de todo el orbe, porque España, como primera potencia del mundo, era el centro en aquel momento. De esta forma, de la mano de Juan de Herrera, nació la Academia Real de Matemáticas. Una institución que tenía como objetivo suplir al imperio de aquellos técnicos matemáticos que necesitaba en las artes de navegación, artillería e ingeniería de fortificación. La Casa de Contratación de Sevilla, conocida exclusivamente por su carácter aduanero, se convertirá en la principal institución científica de su época, al ser la formadora de los pilotos mayores y cartógrafos que tendrán como misión comunicar España con su imperio ultramarino (América, Filipinas, archipiélagos del Pacífico, India y posesiones africanas de Portugal). El Consejo de la Guerra también considerará importante la creación de una cátedra de matemáticas y fortificación.

Por otro lado, los tercios invencibles necesitaban un aprovisionamiento regular continuo de hombres, dinero, armamento y municiones. Felipe II, promocionó una especie de cluster en la provincia vasca de Guipúzcoa, donde los fueros favorecían un modelo de desarrollo económico que permitía a su población especializarse en la construcción naval y armas portátiles y armaduras para los tercios durante dos siglos. La localidad de Placencia de las Armas se hará famosa por la fabricación de arcabuces y mosquetes.

Pero el Imperio dependía de América, y para España era vital la construcción naval para mantener el contacto regular con el nuevo continente. Para aumentar el rendimiento del transporte marítimo, los expertos navales estudiaron cuales debían ser los modelos mejores para un viaje transoceánico. Los prototipos seleccionados serán los propuestos a los constructores para homogeneizar lo mejor posible los navíos que participasen en la Carrera de Indias. En aquel tiempo, la última frontera de la tecnología era la industria naval, como actualmente es la aeronáutica espacial o biotecnología. España era la gran potencia que estaba en primera línea de los avances tecnológicos. Por aquella razón, los primeros tratados de construcción naval fueron escritos por españoles, como Juan Veas, Juan Escalante y Diego García de Palacio.

Aquellos tratados junto a otros 40.000 libros que recogían el saber conocido fueron recopilados en la inmensa biblioteca que Felipe II mandó construir en El Escorial, como el mayor centro universal del saber del momento.

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« Respuesta #47 en: 24 horas »

La Aloja, el refresco con el que aliviaba el calor la Corte en el Siglo de Oro

3.07.16.-
«Agua del río, levadura antigua, miel muy buena, polvos de jengibre y pimienta longa, canela, clavo y nuez de especia». La aloja fue en el Siglo de Oro el símil más cercano a una resfrescante caña de cerveza o un tinto de verano. Fermentada o no, la aloja –un agua miel especiado– se guardaba en las cuevas para ser disfrutada fresca. La helada –por contacto con cubas de nieve traída de la sierra o mezclada con ella a modo de granizados– estaba reservada inicialmente a la clase alta. Se sabe, por documentos antiguos, que en los calurosos veranos la reina Mariana de Austria, esposa de Felipe IV, autorizaba pago de más de 250 maravedís al día de aloja para ser suministrada en palacio.

La bebida, muy popular en toda España, llevó a la constitución en 1640 de un gremio de «alojeros» para regular el precio y la calidad de este refresco dulzón. La aloja dejó de mezclarse directamente con la nieve y se idearon máquinas para enfriar rápidamente esta bebida.
 Las alojerías adquirieron unos aparatos llamados «órganos» que, según el Diccionario de Autoridades de 1.737 consistía en «una máquina compuesta de dos o tres cañones de estaño, que se comunican entre si, y por un cabo remata en una boca angosta, y por el otro, que se levanta recto, hay uno como brocal de bota grande, del mismo metal. Poneseles nieve encima de los cañones y echando por el brocal la porción que se pide del mismo licor, sale otra tanta muy fría por la boca angosta. Usase el verano en las tabernas» [sic].

Las alojerías proliferaron en la capital hasta bien entrado el siglo XIX. En los corrales de comedias nunca faltaba una en sus laterales. En ellas, además de la bebida, se vendían obleas y barquillos para acompañar. Según María Isabel Gea en su «Diccionario breve de Madrid» estos establecimientos tenían en la puerta una bandera blanca con una franja roja, distintivo que recordaba a las tiendas de los campamentos cristianos, donde se repartía este brebaje a los soldados con fines curativos.

Los últimos establecimientos de este tipo que hubo en Madrid estaban en la calle Toledo, en la Puerta del Sol y en la calle Montera. Desaparecieron entre 1835 y 1838.
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« Respuesta #48 en: 24 horas »

La contribución española a la independencia de los EEUU

4.07.16.-

La liberación de las Trece Colonias Británicas originales establecidas en la America del Norte, constituye uno de los grandes acontecimientos de la humanidad. Pero el coraje del general George Washington y su pequeño ejército de hombres de escasa preparación militar, con la ayuda de una Francia arruinada por las guerras, no hubiera sido suficiente para lograr la hazaña en aquel momento y en un tiempo relativamente corto.

Esas colonias sufrían un aislamiento geográfico, económico, político y militar que dificultaba la lucha contra el imperio británico, el más poderoso en aquellos tiempos.

Sin embargo España, aunque secretamente hasta que hizo pública una declaración de guerra a la Gran Bretaña el 22 de julio de 1779, ayudó a los revolucionarios inclusive desde antes de que se promulgara la Declaración de Independencia de Filadelfia el 4 de julio de 1776. Su primer aporte fue poner a disposición de los norteamericanos un millón de libras tornesas (moneda de la época), con las cuales se compraron importantes materiales de guerra.

El aporte económico de España, especialmente a través de sus colonias Luisiana, en el propio territorio de Norteamérica, México y Cuba, fue cuantioso a través de toda la guerra (1775-1783). Ha sido recopilado, aunque no completamente, y permanece en archivos de México y de Cuba (se desconoce si permanecen actualmente en este último país).

Pero la ayuda hispana e hispanoamericana fue mucho más que económica. La historiadora norteamericana Buchanan Parker Thompson, una de los pocos que la reconocen, dice en su obra "Ayuda Española en la Guerra de Independencia Norteamericana", que es un error de los norteamericanos de hoy pasar esto por alto.

Basten unos pocos ejemplos para ilustrar el valioso y extenso apoyo hispano a la independencia de lo que es hoy Estados Unidos.

Juan de Miralles, amigo de Washington

Juan de Miralles, nacido en España de padres franceses, y radicado desde muy joven en Cuba, donde amasó una gran fortuna, fue el primer agente diplomático de España ante el Congreso Continental. Sus gestiones fueron importantísimas para los rebeldes norteamericanos. Gracias a él éstos obtuvieron una inmensa ayuda de España, con la discreción que esta nación requirió hasta la abierta declaración de guerra a los ingleses en 1779.

En opinión del historiador Herminio Portell-Vilá, probablemente las relaciones entre Estados Unidos y Cuba hubieran sido distintas de haber vivido Miralles cuando Washington llegó a ser presidente. Aunque no es posible saber el grado de amistad que llegó a existir entre ambos hombres, hay suficientes elementos de juicio, incluyendo cartas del general Washington, para suponer que las relaciones entre ellos fueron estrechas y revestidas de una sincera amistad.

Desafortunadamente Miralles sólo conoció al Washington jefe de las fuerzas independentistas, a quien admiró y ayudó, no al Washington presidente de los Estados Unidos. En el crudo invierno de 1780, Miralles enfermó de pulmonía mientras viajaba de Filafelfia a Morristown, N.J. en los incómodos y desprotegidos carruajes de la época, para entrevistarse con Washington.

Al llegar fue alojado en la habitación más confortable de la Ford Mansion, residencia en ese tiempo del general Washington y su familia. Cuidadosamente atendido por los médicos de Washingtgon y por la esposa de éste, Martha C. Washington, Miralles falleció la tarde del 28 de abril de 1780.

Sus funerales, dirigidos por el general Washington como uno de los dolientes, fueron rodeados de gran solemnidad. Poco después el cadáver fue transportado a La Habana en donde recibió sepultura.

Apoyo de España desde Cuba

Fue precisamente La Habana, de principio a fin, el centro de operaciones de la ayuda de España a los rebeldes norteamericanos. El reinado de Carlos III había llegado a la conclusión de que Cuba, por su tamaño, su posición geográfica (era llamada Llave del Nuevo Mundo y Antemural de las Indias), sus recursos, su población, sus astilleros, arsenales y almacenes navales, era el territorio idóneo para ayudar a los patriotas norteamericanos. Era, en ese momento, la más poderosa plaza fuerte de las Américas, además, por su cercanía a las Trece Colonias.

En La Habana eran reparados, artillados y equipados los buques de guerra norteamericanos. De allí partían las expediciones de ayuda a la guerra y allí fueron a parar millares de prisioneros de guerra ingleses. En Cuba se reclutaban y adiestraban milicias de blancos y negros. Los españoles usaron también, aunque en número menor, territorios de México, Santo Domingo y Puerto Rico.

Uno de los episodios demostrativos de que los norteamericanos no ganaron su guerra de independencia solamente con la ayuda de los franceses, como proclama la mayoría de los historiadores estadounidenses, fue el papel decisivo jugado por el conde español Bernardo de Gálvez, a quien a mediados de 1779, junto con la noticia de que España había entrado abiertamente en la guerra, le llegó desde La Habana su nombramiento como gobernador de Louisiana.
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« Respuesta #49 en: 24 horas »

El Conde Bernardo de Gálvez

Después de que un huracán destruyera o se dispersara en Nueva Orleans los navíos que tenía preparados para remontar el Mississippi, Gálvez declaró que estaba dispuesto a dar la vida por defender la Louisiana de los ingleses, si los vecinos estaban de acuerdo y le secundaban en la gesta. En pocos días organizó una expedición de 667 hombres, incluyendo a 330 reclutas mexicanos, milicianos procedentes de Cuba, 80 negros y mulatos libres, venezolanos, dominicanos, puertorriquenos, guatemaltecos y 7 voluntarios anglosajones.

La tropa fue asestando golpe tras golpe, venciendo a los británicos y ganando toda la cuenca del Mississippi. En 1781 ya no quedaban fuerzas británicas en la región. Esto representaba la retaguardia de Pensilvania, de Virginia y el sur de Georgia, lo cual impidió que los ingleses pudieran ayudar al teniente general Charles Cornwallis, jefe de las fuerzas británicas, en la batalla decisiva de Yorktown.

Más tarde, y con otros refuerzos, Gálvez sitió y rindió a Mobila y a Panzacola (hoy día Mobile y Pensacola), las dos principales bases británicas para el comercio y las operaciones navales en el Golfo de México. El ataque a Panzacola, fuertemente guarnecida por los británicos, pudo hacerlo Gálvez viajando a Cuba, donde gestionó y obtuvo, el 11 de agosto de 1780, que se organizara una expedición bajo su mando con cuatro mil hombres de La Habana, a los que se sumarían dos mil más aportados por Mexico, y todos los que pudieran sumarse en Puerto Rico y Santo Domingo.

La expedición partió de La Habana con los hombres, además de buques, fragatas y otras naves, así como pertrechos de guerra, alimentos y medicinas. Pero un huracán dispersó las naves y provocó grandes pérdidas. Gálvez se vio imposibilitado de atacar Panzacola en esa ocasión.

Pero a principios de 1781, el decidido Gálvez volvió a La Habana y sus insistentes gestiones lograron otra expedición más o menos similar, a la cual se uniría más tarde, ya en plena contienda, una poderosa flota en la que iban, además de cubanos, reclutas enviados de México, Guatemala y Venezuela. El 8 de mayo Panzacola se rindió. El capitán venezolano Francisco de Miranda estuvo encargado de las negociaciones de rendición, ya que hablaba inglés.

Francisco de MIranda y la Batalla de Yorktown

Francisco de Miranda, además, gestionaría en Cuba dinero para las tropas de Washington. Posteriormente, De Miranda pasaría a la historia como precursor de la independencia de la América Hispana.

La batalla de Yorktown finalizó con la rendición de las fuerzas británicas, al mando de Cornwallis, el 17 de octubre de 1781. No hubo negociaciones de paz porque los victoriosos rebeldes se negaron a hacerlas mientras no se reconociera la independencia de las colonias, lo cual tardó más de un año. Al fin lo llevó a efecto el Rey Jorge III en el discurso de la corona el 5 de diciembre de 1782.
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« Respuesta #50 en: 24 horas »

Bernardo de Gálvez Ciudadano honorífico de los EEUU

08 Diciembre 2.014

Resolución conjunta del Congreso y el Senado, por la que se confiere la ciudadanía honorífica de los Estados Unidos a Bernardo de Gálvez y Madrid, vizconde de Galveston y conde de Gálvez. Considerando que los Estados Unidos ha conferido la ciudadanía honorífica en otras 7 ocasiones en toda su historia, y la ciudadanía honorífica es y debe seguir siendo un honor extraordinario que no se confiera a la ligera y no se conceda frecuentemente;

Considerando que Bernardo de Gálvez y Madrid, vizconde de Galveston y conde de Gálvez, fue un héroe de la Revolutionary War (Guerra de Independencia) que arriesgó su vida por la libertad del pueblo de los Estados Unidos y procuró suministros, inteligencia y un enorme apoyo militar al esfuerzo de guerra;

Considerando que Bernardo de Gálvez reclutó un ejército de 7.500 hombres entre los que había fuerzas españolas, francesas, afroamericanas, mexicanas, cubanas y angloamericanas y lideró el esfuerzo de España para ayudar a los colonos de Estados Unidos contra Gran Bretaña;

Considerando que durante la Revolutionary War, Bernardo de Gálvez y sus tropas tomaron el Puerto de Nueva Orleans y derrotaron a los británicos en las batallas de Baton Rouge, Luisiana, Natchez, Misisipi y Mobile, Alabama;

Considerando que Bernardo de Gálvez lideró el exitoso sitio de Pensacola, Florida, que duró dos meses, en el que sus tropas capturaron la capital de la Florida Británica Occidental y dejaron a los ingleses sin bases navales en el Golfo de México;

Considerando que Bernardo de Gálvez fue herido en el sitio de Pensacola, y demostró un valor que le convirtió en un querido ejemplo para los soldados estadounidenses;

Considerando que las victorias de Bernardo de Gálvez contra los británicos fueron reconocidas por George Washington como un factor decisivo en el resultado de la Revolutionary War;

Considerando que Bernardo de Gálvez ayudó a redactar los términos del Tratado que puso fin a la Revolutionary War;

Considerando que el Congreso Continental de los Estados Unidos declaró, el 31 de octubre de 1778, su gratitud y sentimientos favorables a Bernardo de Gálvez por su conducta con los Estados Unidos;

Considerando que tras la guerra, Bernardo de Gálvez sirvió como virrey de Nueva España y lideró los esfuerzos encaminados a trazar los mapas del Golfo de México, incluyendo la bahía de Galveston, la mayor de la costa de Texas;

Considerando que muchas localidades, incluyendo la Bahía de Galveston, Galveston (Texas), El Condado de Galveston (Texas), Galvez (Luisiana) y San Bernardo Parish (Luisiana) deben su toponímico a Bernardo de Gálvez;

Considerando que el Estado de Florida ha honrado a Bernardo de Gálvez con la designación de Gran Floridense; y

Considerando que Bernardo de Gálvez jugó un papel integral en la Revolutionary War y ayudó a asegurar la independencia de los Estados Unidos, por ello, sea

Resuelto por el Senado y la Casa de Representantes de los Estados Unidos de América y el Congreso de América en Asamblea, Que Bernardo de Gálvez y Madrid, vizconde de Galveston y conde de Gálvez, es proclamado póstumamente como un ciudadano honrífico de los Estados Unidos.

Escudo de armas de Gálvez con el mítico «Yo solo», que se ganó en Pensacola
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VANIO

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« Respuesta #51 en: 24 horas »

15-8-16

CUANDO WASHINGTON ARDIÓ POR LOS CUATRO COSTADOS

Algunos autores americanos se jactan de que su país jamás ha sufrido un ataque extranjero desde su independencia y de que jamás ha sido invadido por una fuerza hostil; lo que estos historiadores desconocen o pasan por alto, deliberadamente o no, es la guerra de 1812, que enfrentó a los recién formados Estados Unidos y a la todopoderosa Gran Bretaña una vez más después de la independencia de las colonias.


Esta guerra puede considerarse una extensión norteamericana del conflicto napoleónico en Europa, pues las raíces de la contienda se encuentran en las relaciones comerciales entre la Francia imperial y los Estados Unidos. En 1807 Gran Bretaña impuso un severo bloqueo naval a la Francia de Napoleón, y uno de los países más perjudicados por esta medida fue los Estados Unidos, ya que Francia demandaba el 80% de las exportaciones de algodón y el 50% de todas las restantes. Este es el motivo por el que, pese a al bloqueo naval, los mercantes americanos siguieron comerciando con Napoleón, lo que suscito la ira del gobierno británico.


La política Británica respecto a los infractores del bloqueo consistía en la confiscación de toda la carga útil y, en el caso de los marinos estadounidenses, el enrolamiento forzoso de parte de la tripulación en la armada real. Cada vez más embarcaciones norteamericanas eran apresadas por la armada británica y esto causó un gran malestar en la república norteamericana, por lo que el 18 de junio de 1812 el presidente James Madison, presionado por importantes grupos expansionistas y aprovechando la difícil situación bélica que atravesaba el Reino Unido, ocupado en la guerra peninsular española (1808-1814), declaro formalmente la guerra a Gran Bretaña.

Por aquel entonces Canadá seguía siendo territorio Británico y se convirtió en el objetivo de las primeras acciones bélicas de los Estados Unidos. Las fuerzas canadienses no podían esperar refuerzos de la metrópoli a corto plazo y reclutaron fuerzas indígenas como mercenarios. Los primeros meses de la contienda los americanos se centraron en atacar los principales núcleos de población de la frontera de Canadá, como York o Toronto, pero los intentos por ocupar las plazas fueron repelidos por las milicias locales. Ante la resistencia canadiense, y como consecuencia de un nuevo bloqueo naval que no tardaría en dañar seriamente su economía. los Estados Unidos optaron por una estrategia más defensiva y trataron de romper el bloqueo que la armada real les habia impuesto. La marina americana cosecho algunas victorias frente a los británicos como la del Lago Champlain (11 de septiembre de 1814), pero no logró romper el bloqueo comercial en el atlántico.


Después de recluir a Napoleón en la isla de Elba los británicos pudieron destinar refuerzos a Norteamérica y lanzar ofensivas terrestres en el interior de Estados Unidos. El 24 y 25 de agosto de 1814 un fuerza expedicionaria británica derrotó sin problemas a las milicias que defendían Washington DC, para después incendiar y saquear la ciudad, incluidos algunos edificios emblemáticos de la capital, como el Tesoro o la Casa Blanca, poniendo en fuga al presidente Madison y su gabinete. Poco después algunas localidades del estado de Maine corrierón la misma suerte. Esto forzó a los Estados Unidos a intentar negociar un fin del conflicto con sus enemigos europeos.

La paz se alcanzó finalmente con el tratado de Gante (Bélgica, 24 de diciembre de 1814). El tratado contemplaba la restauración de las relaciones entre los dos países y la vuelta al status quo ante bellum. Sin embargo, la distancia geográfica con la zona de conflicto impidió que las noticias sobre el armisticio llegasen antes de la batalla de Nueva Orleans, el último escenario de la guerra. El 23 de diciembre de 1814 la flota británica cerró el puerto y la desembocadura del Misisipi e inició un intenso bombardeo sobre la ciudad. Los ataques contra las posiciones americanas fueron constantes, pero la milicia estadounidense consiguió mantener el control sobre la plaza. Estos ataques se prolongaron hasta el día 8 de enero, día en el que la noticia de la firma del tratado de Gante llegó al frente y cesaron las hostilidades.

Cabe destacar que durante el trascurso de la batalla de Nueva Orleans el poeta americano Francis Scott Key compuso su famoso poema “The Star-Spangled Banner”, que sería ratificado como himno oficial de Estados unidos en 1931; además se encumbro la imagen del general Andrew Jackson´, que llegaría a la Casa Blanca en 1829 como el séptimo presidente de los Estados Unidos.

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Re:HISTORIA
« Respuesta #52 en: 24 horas »

El pequeño pueblo de Huéscar ( Granada )  estuvo 172 años en guerra contra Dinamarca por culpa de Napoleón

Hasta 1981, la población granadina de Huéscar estuvo enfrentada al país nórdico. Uno de los conflictos más extensos de nuestra historia, solo superado por Móstoles que estuvo 177 años en guerra con Francia

Durante 172 años, el pueblo de Huéscar, al Noreste de la provincia de Granada, mantuvo vigente sin saberlo una declaración de guerra contra el Reino de Dinamarca, dentro del contexto de las guerras napoleónicas. Un enfrentamiento entre un pueblo andaluz, que en la actualidad no llega a los 8.000 habitantes, y la considerada como la Monarquía más antigua de Europa, que terminó con una simbólica firma de paz en 1981.

Sin embargo, la considerada como la segunda guerra más larga en la historia de España no provocó muerto alguno en ninguno de los bandos.

De hecho, durante más de un siglo y medio se ignoraba que existiera el conflicto, hasta que el investigador Vicente González Barberán descubrió en agosto de 1981 un documento donde el pueblo granadino había declarado la guerra a Dinamarca hace 172 años.
El origen de la segunda guerra más larga en nuestra historia data de 1809, en pleno levantamiento contra los franceses. A raíz de los sucesos del 2 de mayo de 1808, numerosas ciudades se organizaron a través de Juntas Provinciales. Además de organizar la guerra contra el invasor galo, desde las Juntas de Sevilla se instó a todos los ayuntamientos españoles a declarar la guerra a Dinamarca, aliada de Francia y con la que España había mantenido varios episodios de tensión cuando sus tropas combatieron en el país nórdico. No obstante, la única localidad que realizó la declaración de guerra de forma oficial fue Huéscar.
Huéscar –conocida hasta entonces por ser una tierra fronteriza durante la Edad Media– cumplió con diligencia la orden de las Juntas y declaró la guerra en un texto que todavía se conserva: «Atacar a las fuerzas danesas en cualquier parte que se hallen, vengar los insultos recibidos y no cesar las hostilidades hasta que un mutuo convenio de Corte a Corte y un tratado estipule las condiciones de paz».

Por supuesto, los pobladores de Huéscar no tuvieron ocasión de cruzar ningún disparo con el enemigo danés. Y a la expulsión de las tropas napoleónicas, con el restablecimiento de la dinastía Borbón, nadie en Huéscar se acordó de finalizar la guerra con Dinamarca.

Cuando el asunto fue descubierto en 1981, se tomaron las medidas legales necesarias para zanjarlo, por lo que tras 172 años de «conflicto armado» concluyó una de las guerras más largas que ha tenido España con la presencia del embajador danés, Mogens Wandel-Petersen, y el alcalde de Huéscar, José Pablo Serrano. La noticia de que una pequeña localidad de Granada había declarado la guerra a Dinamarca hace casi 172 años atrás ocupó un gran espacio en la prensa danesa.
CÉSAR CERVERA
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Re:HISTORIA
« Respuesta #53 en: 24 horas »

Familias de Nuevo México descubren que sus antepasados eran esclavos indígenas
7.01.18.-

Lenny Trujillo hizo un descubrimiento impactante cuando comenzó a investigar su ascendencia dentro de una de las familias latinas pioneras de Nuevo México: uno de sus ancestros fue esclavo.

“No sabía de la venta de esclavos en Nuevo México, así que me quedé perplejo”, afirmó Trujillo, de 66 años y quien es un trabajador jubilado del servicio postal que vive en Los Ángeles. “Después descubrí que la esclavitud fue una característica clave de mi historia familiar”.

Trujillo es uno de los muchos latinos que están descubriendo sus relaciones ancestrales con un comercio de esclavos que florecía en la otrora sangrienta frontera que hoy conocemos como el suroeste de Estados Unidos. Sus antepasados cautivos eran indígenas: esclavos que se conocían como “jenízaros” y quienes eran vendidos a las familias ibéricas durante el dominio español de la región, del siglo XVI al XIX. Muchos esclavos indígenas permanecieron en cautiverio cuando Nuevo México fue gobernado por México y luego por Estados Unidos.

Las revelaciones han encendido un gran debate político sobre lo que significa ser latino y nativo estadounidense.

Después de haber hecho esos descubrimientos, un número cada vez mayor de latinos está aceptando su pasado indígena, con lo cual desafían una larga tradición de Nuevo México, según la cual las familias valoran su linaje español. Algunos se están comenzando a identificar como jenízaros. Los historiadores estiman que los jenízaros representaron hasta una tercera parte de la población de 29.000 habitantes con la que contaba Nuevo México a fines del siglo XVIII.

“Estamos descubriendo cosas que complican muchísimo nuestra historia, las cuales nos demandan rechazar los mitos que nos han enseñado”, señaló Gregorio Gonzales, un antropólogo de 29 años que escribe sobre el legado de la esclavitud indígena y que se describe a sí mismo como jenízaro.

Este legado nació de una historia tortuosa de conquista colonial y asimilación forzada.

Nuevo México, el estado que tenía la mayor cantidad de indígenas sedentarios al norte del centro de México, emergió como un dominio que codiciaron los esclavistas casi tan pronto los españoles comenzaron a establecerse allí en el siglo XVI, según Andrés Reséndez, un historiador que detalla la venta de esclavos en su libro de 2016, The Other Slavery. En un inicio, los colonizadores esclavizaron a los indígenas del lugar, lo cual devino en el levantamiento de 1680 que provocó la expulsión temporal de los españoles de Nuevo México.

La trata de esclavos después evolucionó e incluyó no solo a traficantes latinos, sino a guerreros comanches y utes, quienes asaltaban asentamientos apaches, kiowas, jumanos, pawnees y de otros pueblos. Tomaban prisioneros, muchos de los cuales eran niños que fueron vendidos en subastas en las plazas de los pueblos.

La corona española intentó prohibir la esclavitud en sus colonias, pero los traficantes de personas solían eludir la proscripción etiquetando a sus cautivos como “criados” en los registros parroquiales. La trata siguió activa décadas después de la guerra México-Estados Unidos, cuando Estados Unidos se apoderó de la mayor parte de lo que ahora es el suroeste estadounidense.

Para fortalecer la decimotercera enmienda, la cual abolió la esclavitud en 1865, el congreso estadounidense aprobó la Ley de Peonaje de 1867 después de enterarse de que los terratenientes de Nuevo México tenían cientos y tal vez miles de esclavos indígenas, principalmente mujeres y niños navajos. Sin embargo, hay académicos que aseguran que la medida, enfocada en específico en Nuevo México, favoreció poco a muchos de los esclavos del territorio.

Desde hace tiempo, un gran número de familias latinas de Nuevo México saben que tienen ancestros indígenas, aunque haya personas que hasta la fecha se definen como “españolas” para enfatizar sus lazos ibéricos y diferenciarse de las veintitrés tribus del estado que reconoce la federación, así como de los inmigrantes provenientes de México y otros países latinoamericanos. Sigue...
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Re:HISTORIA
« Respuesta #54 en: 24 horas »

No obstante, las pruebas genéticas están ofreciendo un lado mucho más complejo de la historia. El ADN de los latinos de Nuevo México suele provenir, entre un 30 a 40 por ciento, de los indígenas estadounidenses, según Miguel A. Tórrez, un investigador de 42 años que trabaja en el Laboratorio Nacional de Los Álamos y quien es considerado como uno de los genealogistas más prominentes de Nuevo México.

Tórrez y otros investigadores realizaron una referencia cruzada de las pruebas de ADN con los registros de bautizo, certificados de matrimonio, informes de censos, historias orales, hallazgos etnomusicológicos, títulos de propiedad y otros documentos de archivo.

“Tengo linaje navajo, chippewa, griego y español”, afirmó Tórrez, quien se define como mestizo. “No puedo decir que soy más indígena que griego, pero es fascinante y perturbador ver cómo varias culturas se juntaron en Nuevo México”.

Las revelaciones que muestran que la esclavitud de indígenas fue una de las características principales del Nuevo México colonial pueden ser inquietantes para algunas personas del estado, donde las autoridades han intentado perpetuar una narrativa de coexistencia relativamente pacífica entre latinos, indígenas y anglos, como se suele llamar a los blancos no latinos de la zona.

Al observar su historia, algunos descendientes de jenízaros están aunando esfuerzos para señalar que merecen el mismo reconocimiento de tribu nativa de Estados Unidos. En Colorado, las Naciones Jenízaro Afiliadas —uno de estos grupos que cuenta con 200 miembros— organizan danzas anuales para conmemorar su herencia.

“No nos importa su porcentaje de sangre indígena ni las pruebas de ADN, ya que esos factores pueden ser parámetros imprecisos de medición”, mencionó David Atekpatzin Young, de 62 años y presidente tribal de la organización, quien rastreó a sus antepasados hasta los grupos étnicos apache y pueblo. “Sabemos quiénes somos y queremos soberanía y nuestras tierras de regreso”.

Hay quienes no están de acuerdo con llamar esclavos a los jenízaros, con el argumento de que las autoridades de Nuevo México fueron relativamente flexibles al absorber a los indígenas cautivos. Una importante distinción de la esclavitud africana en otras partes de América es que los jenízaros a veces podían alcanzar la independencia económica, e incluso integrarse a las clases dominantes, bajo los nombres de sus amos y aceptando el catolicismo romano.

En Abiquiú, un sitio que fue fundado por jenízaros en el siglo XVIII, cada noviembre la gente se pinta el rostro y usa plumas para representar una “danza cautiva” sobre los orígenes indígenas del pueblo —en el día en que se honra a un santo católico—.

“Algunos nativos creen que las personas en Abiquiú son indígenas falsos”, mencionó Tórrez, el genealogista. “Pero ¿quién tiene el derecho de asegurar que los descendientes de los jenízaros, un pueblo que alguna vez fue esclavizado, no pueden reclamar su cultura?”.

Los intentos de algunos descendientes de jenízaros por definirse como indígenas, en vez de latinos, generan un debate más amplio sobre la forma en que se identifican los nativos estadounidenses. A menudo eso involucra factores polémicos como la membresía tribal, qué determina las prácticas culturales indígenas y la piel clara de algunos latinos con ancestros nativos. Algunos nativos estadounidenses también se molestan por las ventajas que han buscado algunos latinos al darle prioridad a sus lazos ancestrales con colonizadores europeos.

Trujillo, el exempleado del servicio postal, aprendió que el descubrimiento del pasado de esclavitud indígena no es directo. Primero, encontró su conexión con un hombre jenízaro del pueblo de Abiquiú. Al indagar más en los registros de bautismo del siglo XVIII, halló que su ancestro de alguna manera dejó de servir por la fuerza y compró tres esclavos.

“Me quedé impactado al saber que tenía un esclavizador y a esclavos en mi árbol genealógico”, afirmó Trujillo. “Ese nivel de complejidad es demasiado para algunas personas, pero forma parte de mi historia”.
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« Respuesta #55 en: 24 horas »

La gran vergüenza que esconde la Leyenda Negra: la matanza inglesa de indios con mantas envenenadas
26.11.18.-

Aunque a día de hoy existe controversia sobre el tema, varias misivas de la época desvelan que el británico Jeffrey Amherst propuso entregar mantas infectadas de viruela a los nativos que asediaban For Pitt en el siglo XVIII

Aunque sea difícil de creer, la guerra biológica no comenzó en 1914 cuando, durante la Primera Guerra Mundial, los franceses usaron bromoacetato de etilo para obligar a los alemanes a salir de sus trincheras. Según afirma Teri Shors (de la Universidad de Wisconsin-Oshkosh) en su dossier « Virus: estudio molecular con orientación clínica», su antigüedad se remonta al siglo VI, época en la que «los asirios envenenaban los pozos de agua de sus enemigos con cornezuelo de centeno» y «las tribus beligerantes catapultaban los cadáveres de animales enfermos sobre los castillos para infectar a sus contrarios».

Por tanto, no resulta extraño que los colonos que viajaron hasta el Nuevo Mundo utilizaran la guerra biológica para vencer a los nativos americanos. A veces, sin pretenderlo (como sucedió en muchos casos con los conquistadores españoles) o, en otras tantas, a propósito. En este sentido, el mayor exponente del uso de las enfermedades para someter a un pueblo fue un oficial inglés: Sir Jeffrey Amherst. Comandante en jefe de las fuerzas británicas en América del Norte durante el siglo XVIII, este militar se hizo tristemente famoso por haber propuesto a sus subordinados enviar a los nativos mantas infestadas con viruela para extender esta dolencia entre el pueblo que asediaba Fort Pitt en 1764.

A pesar de que la controversia sobre esta acción sigue todavía viva (existen multitud de investigaciones que dirimen si las mantas fueron o no entregadas), lo que sí está claro es que Amherst envió una carta a su subalterno, Henry Bouquet, en la que le instaba a usar armas bacteriológicas para diezmar a sus enemigos. Una misiva imposible de negar en la que el militar afirmaba que «harías bien en intentar infectar a los indios con mantas, o por algún otro método» para «extirpar a esta raza execrable».

Esta práctica, sin embargo, fue también achacada a los hombres de Francisco Pizarro, como bien señalan el propio Shors y Charles Volcy (profesor de biología del departamento de la Universidad Nacional de Colombia) en « Lo malo y lo feo de los microbios». Sin embargo, expertos como Agustín Muñoz Sanz (jefe de la unidad de patología infecciosa del Hospital Infanta Cristina de Badajoz y profesor titular de Patología Infecciosa de la Facultad de Medicina de la Universidad de Extremadura) han negado a lo largo de los últimos años que aquella España que todavía no se había forjado apostara por extender las enfermedades de manera premeditada.

«Los ingleses y holandeses causaron estragos entre los nativos de la costa este americana (actual Massachusetts) infectándolos y matándolos con mantas contaminadas con el virus de la viruela. España no hizo lo que hoy llamamos guerra biológica, por muy pedestre que fuera entonces», explicaba, allá por 2012, el propio Muñoz Sanz en una entrevista concedida a la publicación « Sinc. La ciencia es noticia» (« La viruela y el sarampión fueron perfectos aliados en el éxito de conquista española de América»). En la misma, el experto añadía que, a pesar de lo que la Leyenda Negra ha tratado de expandir, la realidad es que las enfermedades que llegaron desde Europa fueron las que más nativos se llevaron a la tumba. Aunque de forma involuntaria.

Llegar hasta el momento en el que Amherst envió esta misiva requiere retroceder en el tiempo hasta el año 1760. Así lo afirma Alexis Diomedi (de la Unidad de Infectología del Hospital del Salvador) en su dossier « La guerra biológica en la conquista del Nuevo Mundo. Una revisión histórica y sistemática de la literatura». En el mismo explica que, hacia el año 1760, el líder de la tribu Ottawa Bwon-Diac (conocido hoy como Pontiac por una mala traducción) declaró la guerra a los colonos británicos y franceses que se habían establecido en los Grandes Lagos y el Medioeste norteamericano.

La contienda permitió a la tribu obtener un armisticio con los galos que se extendió varios años. Sin embargo, no ocurrió lo mismo con las tropas inglesas, entonces a las órdenes de Jeffrey Ambherst, quien había arribado dos años antes hasta la actual Nueva York como comandante en jefe del ejército británico. Así lo confirma el propio Diomedi, quien es partidario de que estos europeos abusaron de los nativos hasta 1763. Ese año, doce tribus de amerindios entre las que destacaban los Ottawa, los Chippewas, los Shawnee, los Mingo y los Delaware se unieron para combatir contra los colonos «british» en Ohio. Sigue...
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Re:HISTORIA
« Respuesta #56 en: 24 horas »

A partir de entonces se generó un conflicto que, como señala el periodista, sociólogo y divulgador histórico Gregorio Doval en su popular « Breve historia de los indios americanos», destacó por su crueldad. El mal llamado Pontiac, que se había distinguido como militar a las órdenes de los galos poco antes, llevó a cabo una exitosa campaña mediante la que logró vencer a los ingleses en campo abierto en Point Pelée, a la altura del lago Erice. «Tras ello sitió Fort Detroit, donde mató a 56 blancos, y a 54 más en Bushy Run», añade el auto

A partir de entonces, y a pesar de que el gobierno inglés intentó delimitar las fronteras para evitar las continuas matanzas, las incursiones nativas se cobraron la vida de cientos de colonos.

Los repetidos ataques de los indios provocaron una respuesta todavía más brutal por parte de los ingleses. «Estos incidentes empujaron a la Asamblea de Pensilvania a volver a ofrecer recompensas a todo aquel que matase a cualquier indio enemigo mayor de diez años, incluidas mujeres, una práctica que había sido útil durante la Guerra de los Siete Años. La guerra fue brutal y el asesinato de prisioneros, el ataque a civiles y otras atrocidades fueron continuos en ambos bandos», añade Doval en la mencionada obra.

Fort Pitt

La conocida como «Rebelión de Pontiac» provocó que, a mediados de mayo, nueve de los once fuertes británicos en la región hubiesen caído en poder de los nativos. Y la situación no era mejor para los otros dos (Fort Pitt y Fort Detroit), que permanecían asediados. «El Fuerte Pitt, ubicado en la confluencia de los ríos Allergheny y Monongahela, se encontraba bajo el mando del capitán Simeón Ecuyer, quien reportaba su situación al Coronel Henry Bouquet en Filadelfia. Este a su vez informaba al General Amherst», añade Diomedi en su investigación.

Tal y como explica la historiadora Elizabeth Fenn en su artículo « Guerra biológica en la Norteamérica del siglo XVIII: más allá de Jeffery Amherst», Ecuyer informó el 16 de junio a su superior de que la situación era muy grave para los civiles y los comerciantes que se refugiaban dentro del fuerte. Ya no solo por los enemigos que acosaban sus muros y por el hambre, sino porque en el interior había un brote de viruela. Tras recibir esta misiva, Bouquet remitió la información a su vez a Amherst. Tal y como explicó, necesitaban refuerzos para poder sobrevivir y que la plaza no cayera en manos enemigas.

A día de hoy está perfectamente documentado (la carta todavía se conserva) que Amherst propuso a sus subordinados utilizar esta enfermedad para socavar a los nativos, cuya resistencia a las dolencias europeas era mucho menor. Así lo recuerdan Juan F. Jiménez y Sebastián L. Alioto en su dossier « Políticas de confinamiento e impacto de la viruela sobre las poblaciones nativas de la región pampeano-nordpatagónica (décadas de 1780 y 1880)»: «El aislamiento de esas poblaciones con respecto a los habitantes del Viejo Mundo, hizo que enfermedades endémicas y de menor efecto letal del otro lado del océano devinieran epidémicas y altamente destructivas en tierras americanas. Los brotes de viruela, en especial -aunque no únicamente-, diezmaron a los nativos en forma periódica y recurrente».

La respuesta fue la siguiente, según recoge Patrick J. Kieger en su reportaje «¿Los colonos dieron mantas infestadas a los nativos americanos como guerra biológica?»:

«¿No podríamos ingeniárnoslas para contagiar con viruela a las tribus de indios descontentas? Debemos, en este caso, usar una estratagema para reducirlos».

La idea agradó a Bouquet, quien le hizo llegar la siguiente respuesta el 13 de julio:

«Voy a tratar de inocularlos con algunas cobijas que caigan en su poder, teniendo cuidado de no contraer yo mismo la enfermedad».

El 16 de julio, el comandante general envió otra misiva a su subordinado. El contenido, que varía dependiendo del experto al que se acuda, sería el siguiente según Diomedi.

«Harías bien en intentar infectar a los indios con mantas, como también trate de utilizar cualquier otro método que pueda servir para extirpar esa aborrecible raza». Sigue...
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Re:HISTORIA
« Respuesta #57 en: 24 horas »

Dudas razonables, epidemia real
A partir de este punto la historia se difumina. Una buena parte de los expertos afirman que la entrega de mantas se llevó a cabo por orden de Amherst. Sin embargo, Kieger es partidario de que el verdadero culpable fue un comerciante y capitán de milicias llamado William Trent. Este habría dejado escrito el 23 de junio que aprovechó el intercambio de regalos entre facciones durante la visita de dos altos dignatarios tribales al fuerte para entregar «dos mantas y un pañuelo» como presente envenenado. «Espero que tenga el efecto deseado», explicaba en su diario.

Fenn afirma que, días después, el mercader hizo llegar al ejército una factura por estos tres objetos «para reemplazar en especie los que fueron tomados de las personas en el hospital para transmitir la viruela a los indios». Sus superiores la aceptaron y le hicieron llegar el dinero. No obstante, para entonces Amherst ya había sido sustituido como comandante colonial por Thomas Gage. En cualquier caso, lo que sí está claro es que -ya fuera Trent o no- existe documentación que certifica que este plan fue orquestado. Aunque, según historiadores como Paul Kelton, no está claro a día de hoy si Bouquet dio órdenes a sus hombres de propagar la viruela o no.

En este sentido, Diosmedi recuerda que, según varios autores, esta práctica no era extraña para los ingleses. «El ejército británico venía practicando sistemáticamente la propagación de viruela entre los indios desde 1755, a propósito del brote que diezmó en 1757 a los Potawatomis, a la sazón aliados de los franceses, sus adversarios en la colonización de Norteamérica», desvela. Más allá de las dudas, en los años posteriores al incidente una epidemia de viruela se extendió entre los nativos cercanos al Fuerte Pitt.

Así lo confirmó, en abril de 1764, Gershom Hick, un explorador capturado por las tribus locales apenas un año antes. «La viruela ha estado generalizada y furiosa entre los indios desde la primavera pasada y que treinta o cuarenta Mingos, Delaware y algún Shawneese han muerto de viruela desde entonces, que esto todavía sigue entre ellos». No obstante, otros tantos autores son partidarios de que la enfermedad pudo extenderse mediante otros focos. Otros tantos creen también que Trent se habría jactado en su diario de que su plan había funcionado en el caso de que hubiera tenido éxito.
Manuel P. Villatoro
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Re:HISTORIA
« Respuesta #58 en: 24 horas »

Juan Bautista de Anza, el líder de los dragones españoles que acabó con el sanguinario comanche «Cuerno Verde»
23.12.18.-

Gobernador de Nuevo México en tiempos de Carlos III, formó una eficaz fuerza militar que mantuvo incólumes las conquistas y el honor de España en aquella parte del Nuevo Mundo

El primer domingo del ferragosto romano de 1780, mientras las campanas de San Pedro anunciaban el Ángelus, una escolta de guardias suizos acompañó al secretario de la embajada española cerca del Vaticano, don José Nicolás de Azara, marqués de Nibbiano, y a un capitán de dragones de su Majestad, quien, comisionado por el gobernador de Nuevo México, don Juan Bautista de Anza, transportaba desde el Nuevo Mundo un singular regalo para Pío VI.

Se trataba de los atributos de guerra del temido gran jefe comanche, el feroz «Cuerno Verde», quien después de sembrar el terror en la frontera de Nueva España había sido vencido y muerto por el gobernador y sus afamados dragones de cuera, o del rey, en las llanuras de Pueblo, tras lo cual se había formalizado una paz duradera en la frontera, muy alabada en las cancillerías de España y de Roma.

El dignatario español entregó en manos del cardenal Bartolomeo Pacca, recién nombrado conservador de los Museos Vaticanos, el tocado de búfalo con los cuernos tintados de jade, la adarga y el carcaj de flechas del indómito jefe comanche. El purpurado, amigo personal del rey de las Españas, don Carlos III, recibió el insólito regalo con admiración y asombro, y desde aquel día puede contemplarse en una de las abastecidas salas del citado museo vaticano.

No hace falta acudir a las películas de John Ford para conocer lo que ocurrió en los siglos XVIII y XIX en el sur, centro y oeste de los EE.UU., donde nuestro personaje fue uno de los actores principales, una estrella indiscutible de aquel Hollywood de antaño, hoy sobradamente reconocido por la historiografía norteamericana.

Hombres de frontera

Y en este escenario de saqueos, sangre y devastación aparecieron audaces adalides en el ejército de su Majestad, verdaderos hombres de frontera, como los que vemos en las películas del oeste, rudos, broncos, incansables y tenaces, pero esta vez un siglo antes y además indómitos españoles, entre ellos el personaje que nos ocupa. Don Carlos III creó la entidad administrativa de las Provincias Internas, una prodigiosa instauración de gobierno que abarcó desde la costa del Pacífico hasta el valle del Misisipi, pasando por Texas y Nuevo México, donde se desarrolló la vida militar, gobernadora y diplomática de Juan Bautista de Anza.

Aliados con la intrepidez y el compromiso, y sobre todo por su probada eficacia y valentía, los valerosos dragones españoles comandados por Anza, se convirtieron en una formidable potencia ecuestre en aquel vasto territorio. Cabalgaron por una región despoblada y peligrosa, solo recorrida por los indios salvajes y los búfalos, y donde el fortín de ayuda más próximo estaba a más de cuarenta millas.

Anza formó una eficaz fuerza militar, que, desde los presidios que se extendían desde Texas y la Comanchería a California, como San Antonio, El Álamo, Socorro, Albuquerque, Taos, Santa Fe, Tucson o Monterrey, protegía los poblados y ranchos y los hallazgos argentíferos de las fronteras de Nuevo México, en un espacio geopolítico crucial para España, donde contuvieron a las hordas errantes de comanches y mantuvieron incólumes las conquistas y el honor de España en aquella parte del Nuevo Mundo. Sigue...
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« Respuesta #59 en: 24 horas »



Los dragones de cuera, o del rey, formados por Anza y otros oficiales en la Academia de San Ignacio en Sonora (México), fueron instituidos para proteger a la ciudadanía, tanto española, como criolla, mexicana o india, así como los presidios, aldeas y misiones. Eran reconocidos en toda la frontera por su uniforme azul con ribetes rojos, corbatín y pañuelo, capa azul y botas de montar. Portaban una rodela con el escudo de España, se tocaban con un sombrero cordobés de ala ancha y un chaleco de piel sin mangas para repeler las flechas indias.

Su sola presencia en las praderas, valles, desiertos y cañones llenaba de terror a los indios por su disciplina, indomable fuerza y constancia en la persecución, siendo los primeros que cortaron cabelleras de indios. A cada dragón se le entregaban seis caballos de raza, que ellos mismos cuidaban con sus dos criados indios o exploradores. Se defendían con el sable reglamentario del ejército español, a veces una pica, dos pistolas de chispa y sus famosos rifles Brow Bess, que los convertían en temibles centauros de la frontera.

Un jefe comanche de nombre «Cuerno Verde», que lideraba los tres grandes pueblos, los yamparika, los yupe y los kotsoteka, un bárbaro sin escrúpulos convertido en azote de la frontera y que había exterminado a muchos rancheros, frailes y colonos y asolado mercados, poblados y haciendas, había determinado evitar el último intento expansionista de la Corona española y decidió sembrar el terror en la frontera.

En 1779, Anza, auxiliado con armas y efectivos por el virrey Bucarelli, determinó acabar con el problema y con el belicoso comanche. Cruzando una senda diferente, se dirigió a Arkansas, y en una estratagema envolvente, astuta y audaz, atacó por la espalda a «Cuerno Verde» ese mismo verano, derrotando al sanguinario ejército comanche y abatiendo a su jefe, cuyos distintivos guerreros regaló al rey don Carlos III, y este a su vez al Papa, pues tal hazaña había saltado a las cancillerías europeas.

La fama que alcanzó don Juan Bautista y sus dragones traspasó el océano, y después de la excepcional hazaña de acabar con el sádico comanche, surgió la personalidad pacificadora y colonizadora del coronel de Anza.

Siendo gobernador de Nuevo México, organizó dos expediciones a California y en la segunda fundó en la bahía de la Yerbabuena la ciudad de San Francisco, para luego firmar con los indios de la frontera, comandados por el prestigioso gran jefe comanche Ecueracapa, la única concordia que los hombres blancos mantuvieron con los pieles rojas en toda la historia: «La Paz de Anza», que perduró más de un siglo.
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« Respuesta #60 en: 24 horas »

Los fusilamientos de Paracuellos, el crimen de los republicanos en la Guerra Civil
11.01.19.-

El historiador británico Julius Ruiz analizó en «Paracuellos. Una verdad incómoda» (Espasa, 2015) las matanzas, uno de los acontecimientos más polémicos de la contienda

El estudio de las matanzas perpetradas por republicanos en el Madrid de la Guerra Civil ha estado teñido, durante años, de controversia. Para algunos, la investigación de esos hechos lleva implícita una defensa del golpe militar del 18 de julio o de la dictadura de Franco, cuando no una disculpa a la violenta represión acometida por el «bando nacional». Dejando atrás ese temor, el historiador británico Julius Ruiz aporta en «Paracuellos. Una verdad incómoda» (Espasa, 2015) un relato equilibrado de los crímenes, repasando las disputas historiográficas que estudiosos de izquierda y derecha han mantenido estas últimas décadas. Ambos, como analiza en su trabajo, solo han sido capaces de ponerse de acuerdo en un punto que, además, es erróneo: que los asesinatos fueron incitados por los soviéticos, en concreto por los miembros de la policía secreta comunista, la NKVD, que pululaban por Madrid.

La intervención extranjera como causa de los crímenes fue popularizada por Ernesto Giménez Caballero, uno de los miembros de la corte literaria de la Falange, y próximo, aunque sus más y sus menos, a José Antonio Primo de Rivera. «Para él -cuenta Ruiz-, la idea de que Paracuellos fuese obra de extranjeros tenía toda la lógica del mundo, pues no le cuadraba con el carácter hispánico».

El escritor sacaba esa conclusión por las comparaciones que hacía con la matanza de Katyn. Allí, en ese bosque, en la primavera de 1940, 22.000 polacos asesinados por los comunistas habían sido enterrados tras recibir un tiro en la nuca. En abril de 1943, tres años después, Giménez Caballero presenció, como reportero de ABC, la apertura de las fosas. Luego, en un libro titulado «La matanza de Katyn (Visión sobre Rusia)», y que Ruiz cita en su obra, afirmó: «Un español, por cruel que sea, jamás es sádico y técnico en su crueldad. Pues si el español está poco dotado para la Técnica en general -en matemática, en ingeniería, en mecánica-, sería absurdo que lo estuviese para el asesinato científico». Así, deducía, fueron hombres de un país distinto los que alentaron los crímenes.

Desmintiendo a Gimenéz Caballero y a muchos estudiosos posteriores, Ruiz sostiene que los organizadores de las matanzas no necesitaron asesoramiento de fuera para llevarlas a cabo. Según el historiador, el Comité Provincial de Investigación Pública (CPIP), una «organización revolucionaria» creada en agosto de 1936, fue el responsable de los «más de ocho mil asesinatos extrajudiciales» que se produjeron en la capital; muchos, además, se cometieron «antes de la llegada de los agentes de la NKVD a la España republicana». Un joven llamado Santiago Carrillo, dirigente de las Juventudes Socialistas Unificadas y consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid, a las riendas de la capital tras la huida del Gobierno a Valencia, «facilitó el necesario apoyo logístico y político» para los crímenes.

El «timón»
El papel de Carrillo en las matanzas comenzó a acaparar interés en las postrimerías del franquismo y al inicio de la Transición. Ruiz recuerda que, en febrero de 1975, Luis Emilio Calvo-Sotelo, hijo del político asesinado días antes del estallido de la Guerra Civil, se «burló» del «aristócrata José Luis de Vilallonga» por participar en la Junta Democrática, una organización opositora creada en julio de 1974 donde intervenían los comunistas: «[Carrillo] asumió personalmente el "timón" de la "operación Paracuellos"», recordó Calvo-Sotelo entonces.

Tiempo después, en enero de 1977, cuando solo quedaban cuatro meses para la legalización del Partido Comunista de España, y cuando las críticas contra Carrillo y su participación en Paracuellos arreciaban, ABC publicó un reportaje sobre la peripecia de Ricardo Rambal, un abogado de 55 años que sobrevivió a uno de los fusilamientos, el del 28 de noviembre de 1936: «Hacía frío -recordaba en este periódico-, pero, créame, no lo notábamos. Llevábamos la ropa interior y el mono de la prisión, nada más, pero no notábamos el frío. El miedo era la sensación más fuerte, no había lugar para sentir nada más».

A principios de los noventa, y también en las páginas de ABC, Carlos Semprún Maura, que ejercía como contrapunto mordaz del brillante escritor Jorge Semprún, su hermano mayor, continuaba la polémica y reaccionaba a la publicación de las «Memorias» (Planeta, 1993) de Carrillo. El libro, explicaba en un artículo de abril de 1994, se merecía ser triplemente galardonado con «el Nobel, el Cervantes y el Nadal de la mentira», ya que el político comunista obviaba que había ordenado «la matanza de Paracuellos» -punto que Ruiz desmiente, sí culpándole de conocer y contribuir a los crímenes- y guardaba silencio sobre su «sendero luminoso de asesinatos, mentiras y traiciones».

Lo cierto es que Carlos Semprún, que había militado en el PCE, conocía bien a Carrillo, y, en ese texto, aprovechaba para recordar algunas de las vivencias que habían compartido años atrás. La primera, en Budapest, en el año 1949, cuando el comunista arengó a un grupo de jóvenes para que emprendieran la «lucha armada» contra el franquismo: «No podía elegir, no podía saber -les decía, presentándose como «bolchevique indómito»- quiénes íbamos a morir en la gesta heroica y quiénes íbamos a sobrevivir».

«Éramos "simpatizantes", futuros tontos útiles», se lamentaba Semprún, que también contaba cómo años después, en 1952, el partido «requisó» una casa de su familia en las afueras de París, donde los líderes de la formación -Carrillo incluido, lógicamente- se habituaron a celebrar sus reuniones. Lo que escuchó allí le dejó atónito, quizá por el acento poco épico en el que trasncurrían las charlas: los camaradas calificaban de «vieja puta» a Dolores Ibárruri, «la Pasionaria»; su pareja, Francisco Antón, era «su chulo Paco».
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« Respuesta #61 en: 24 horas »

«Lo más horrible»
El afán por aclarar las matanzas de Paracuellos llegó a crear situaciones sorprendentes. Ruiz cuenta cómo, a principios de los ochenta, la editorial Argos Vergara publicó dos libros que narraban los crímenes de Paracuellos desde perspectivas encontradas: el del hispanista británico Ian Gibson, titulado «Paracuellos: cómo fue», y el del historiador español Carlos Fernández Santader, llamado «Paracuellos: ¿Carrillo culpable?». La presentación, celebrada en Madrid el 14 de febrero de 1983, corrió a cargo de la periodista Pilar Urbano, y contó, entre los asistentes, con los investigadores, los descendientes de las víctimas de las matanzas y con Enrique Líster, el famoso general comunista que había combatido en la Guerra Civil. Ruiz, citando el reportaje que ABC hizo del evento, y publicado al día siguiente, describe el caos que se desató en el Club Internacional de Prensa, donde tenía lugar el acto.

Según Alfredo Semprún, autor de la crónica, allí se congregó «la rabia de las dos Españas». La intervención de Enrique Líster, que habló sobre «lo que ocurría en el frente de Madrid en aquellas fechas», en referencia a la Guerra Civil, fueron acalladas por los descendientes de las víctimas, que protestaron. «Pilar Urbano -se leía en ABC- se veía obligada a recalcar que junto a Paracuellos también habían existido Badajoz, Guernica y Granada». Así, la periodista citaba los crímenes del bando franquista durante la contienda: en agosto de 1936, unos 2.000 milicianos habían sido asesinados en la plaza de toros de la ciudad extremeña, y, en abril de 1937, los bombardeos habían borrado del mapa a la localidad vasca. Por su parte, Fernández Santander y Gibson discutieron, y Urbano abroncó a ambos, acusándoles de «frívolos» y de «ahondar heridas», y calificando su trabajo de «insensatez». Al final, Rafael Vela, un superviviente del conflicto, zanjó el escándalo con una frase de la que se hace eco Ruiz en su libro: «Es lo más horrible que nos pudo pasar».

Una clase de víctimas
Junto a los caídos y dando la espalda a los verdugos, el historiador británico termina su libro con una reflexión que vale la pena reproducir. Ruiz lamenta que las víctimas de la represión franquista fueran «estigmatizadas» y que todavía busquen a sus familiares, ya que «no pudieron averiguar qué había pasado con sus parientes y allegados ni siquiera una vez terminada la Guerra Civil». Y luego, con gran lucidez, y tras recordar la dignidad de los por mucho tiempo olvidados, concluye: «Pero, pese a todo, poco alivio para el dolor emocional sentido por quienes perdieron a sus familiares en las sacas de Madrid fue el hecho de que el suyo terminara siendo el bando vencedor en 1939. Tratar de minimizarlo equivale a defender la existencia de dos clases distintas de víctimas».

Mejor, como Melchor Rodríguez, salvar a seres humanos, con independencia del color de su ideología.
Silvia Nieto @snieto91
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« Respuesta #62 en: 24 horas »

El olvidado héroe español que salvó la vida al primer Borbón en plena batalla y cambió nuestra historia
22.04.19.-

No se ha encontrado ningún retrato de Antonio Benavides a los largo de estos tres siglos y, sin embargo, sin su valiente gesto en combate para ayudar a Felipe V durante la Guerra de Sucesión es probable que España hoy no fuera la misma.

A lo largo de estos tres siglos no se ha encontrado ningún retrato de Antonio Benavides (1678-1762). Su posición privilegiada como gobernador de La Florida, Veracruz y Yucatán en el virreinato de Nueva España durante la primera mitad del siglo XVIII habría sido razón suficiente para que le hubieran realizado unos cuantos. Cuentan las crónicas que no quiso gastar ni una sola moneda en tan innecesario fin. De la misma forma que renunció, tanto en América como en su Canarias natal, a numerosos bienes materiales en favor de los más necesitados.

No sabemos, por lo tanto, cómo era su rostro. Y, sin embargo, cambió la historia de España al salvar la vida a Felipe V en plena batalla de Villaviciosa de Tajuña, pocos segundos antes de que un cañonazo cayera a pocos metros del Rey y matara a su caballo. Se trata de uno de los episodios ilustres de este desconocido u olvidado héroe de La Matanza (Tenerife), que pasó gran parte de su vida sirviendo al Ejército como uno de los más activos combatientes contra los piratas y los corsarios del Caribe. Como decía Analola Borges, biógrafo de Benavides en el siglo XIX: «Su patria le debe un monumento que recuerde a cada instante su glorioso nombre. El día en que se eleve, Tenerife habrá cumplido un deber de gratitud y justicia». Desde entonces, no ha llegado.

El episodio en cuestión se produjo durante la tarde del 10 de diciembre de 1710 en esa pequeña pedanía del municipio de Brihuega, en Guadalajara, donde se produjo una de las batallas más importantes de la Guerra de Sucesión (1701-1713). La misma guerra en la que una buena parte del independentismo catalán ha basado en los últimos años su corpus ideológico y sus aspiraciones secesionistas: el enfrentamiento entre los favorables al candidato Borbón contra los defensores de los Habsburgo. Y aunque la contienda fue un litigio internacional, la derrota sufrida por las tropas catalanas en 1714 se conmemora todavía hoy en la « Diada», alimentando el victimismo historicista de generaciones de intelectuales.

Las hazañas de Benavides

En lo que respecta Benavides, había nacido en el seno de una familia numerosa de agricultores acomodados en La Matanza de Acentejo. Fue a los 20 años cuando nuestro protagonista se enroló en los Reales Ejércitos, alentado por un oficial de la Bandera de La Habana que apareció por la isla y se hospedó en propia su casa, para captar a jóvenes de la zona que quisieran viajar a Cuba como soldados de bien. Partió del puerto de Santa Cruz en 1699, dos años antes del comienzo de la Guerra de Sucesión. Allí rápido mostró interés por el estudio y la formación militar, destacando como jinete y tirador.

El primer biógrafo de Benavides, Bernardo Cólogan Fallón, lo describió a comienzos del siglo XIX de la siguiente manera: «Amante del servicio, lo era igualmente de cuantas obligaciones se le señalaban; subalterno obediente, aprendió con los primeros elementos de la disciplina lo que contribuye a formar el perfecto jefe: y para ser buen general supo primero ser soldado». Y es que causó la suficiente admiración entre sus jefes y compañeros como para que, en 1703, le hicieran regresar a Madrid para formar parte de los refuerzos solicitados por Felipe V como teniente.

En España fue destinado a uno de los regimientos de Dragones de la Guardia de Corps, donde demostró tanta valentía y determinación en el campo de batalla que rápidamente fue ascendido de nuevo a teniente coronel. Incluso fue felicitado personalmente por Felipe V por sus hazañas en agosto de 1710, en Zaragoza, cuando la caballería a su mando se hizo con parte de la artillería enemiga en la zona del Ebro. Pero la batalla que marcó su vida fue la de Villaviciosa de Tajuña. Tenía 36 años en aquella tarde de diciembre en que la historia de España podría haber sido muy diferente hoy en día si el primero de los Reyes Borbones hubiera sido asesinado, como apunto estuvo.

La batalla de Villaviciosa
Benavides se encontraba en el campo de batalla al mando de la caballería de los Guardias de Corps en el ala derecha. Obedecía las órdenes del marqués de Valdecañas, que se encontraba a su vez al mando de tres cuerpos de Dragones y otros tres de Caballería. En ese momento, nuestro protagonista se percató de que Felipe V montaba a lo lejos un llamativo caballo blanco, el único con el pelaje de ese color, lo que le convertía en una fácil diana para la artillería enemiga a pesar se estar emplazado en una especie de monte elevado y acompañado de sus generales.

Separándose de su superior y alejándose de sus soldados, Benavides emprendió el galope a toda velocidad, sorteando los cañonazos en medio de la batalla y abriéndose paso entre la tropa y la guardia del Rey. Al llegar a la altura de Felipe V, le informó de su peligrosa situación y de lo expuesto que se encontraba ante un posible ataque del enemigo. El Rey advirtió enseguida a sus generales que el teniente coronel llevaba razón, pero que no disponía de otro caballo. En ese momento, nuestro protagonista se bajó de su corcel y se lo ofreció al monarca, que aceptó el intercambio justo a tiempo. Unos segundos después, sobre aquella misma elevación comenzó a caer con fuerza el fuego de los británicos bajo las órdenes del oficial Guido von Starhemberg.
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« Respuesta #63 en: 24 horas »

Las bombas cayeron muy cerca del caballo de Felipe V, que murió en el acto. Sin duda querían descabezar a la pieza más importante del Ejército español, al mismo Rey, pero él ya no montaba aquel corcel. En su lugar, Benavente fue herido de gravedad en su lugar y España se mantuvo en su sitio consiguiendo, al menos, una victoria estratégica. A Von Starhemberg sin duda le había desfavorecido el hecho de recibir demasiado tarde las noticias del peligro que corrían sus tropas en aquella zona. Aún así, le dio tiempo a retroceder y plantar cara en aquella batalla sangrienta con miles de muertos por ambos bandos.

El ejército aliado mantuvo el control del campo de batalla y, aunque ambos bandos la consideraron una victoria, lo cierto es que Ejército del Archiduque Carlos de Austria logró seguir con su retirada de forma ordenada, mucho más debilitado que el español. Von Starhemberg tuvo que abandonar Madrid por la falta de apoyo entre la población madrileña al pretendiente austriaco. Y para cuando llegó a Barcelona en enero de 1711, el número de sus soldados se había reducido en unos 6.000 o 7.000 hombres.

Dado por muerto
Felipe V no se olvidó de su salvador y, como recuerda Jesús Villanueva Jiménez en « La cruz de plata» (Ed. Libros Libres) –novela histórica con la que el escritor quiso recuperar en 2015 la vida y obra de Benavides–, preguntó por él. El marqués de Valdecañas le informó de que una granada de mortero había destrozado a su caballo y alcanzado al teniente coronel de las Guardias de Corps. Él mismo le había visto bañado en sangre y lo había dado por muerto. El Rey, sin embargo, no quiso creerlo y ordenó que lo buscaran entre los cadáveres apilados en el campo de batalla. La corazonada de este resultó cierta, puesto que nuestro protagonista fue hallado al borde de la muerte.

Antonio Benavides fue rescatado y trasladado para ser atendido por los mismos cirujanos del Rey. Fue así como consiguió salvar su vida y la del primero de los Borbones, sin el cual la historia de España habría sido otra. Las heridas fueron sin duda un alto precio a pagar, pero por las que se vio recompensado. A partir de entonces, el monarca se refirió a él como «padre», independientemente de que sus generales estuvieran presentes, consciente de que a él le debía seguir reinando entre los vivos.

Tras firmarse el tratado de Paz de Utrecht el 11 de abril de 1713, Benavides fue ascendido a brigadier de Caballería y siguió en la Corte al servicio del Rey. Era tal la confianza que Felipe V tenía en su salvador que, en 1717, lo nombró gobernador y capitán general de la Florida en el Nuevo Mundo, donde tomó posesión del fuerte de San Luis de Apalache y tuvo que librar cruentas batallas contra los guerreros de la tribu apalache, pero fue capaz también de establecer fructíferas alianzas con otras tribus como los Apalachicola, Uchize, Savacola, Tasquique o Creek, entre otras. Fue el responsable de un largo periodo de paz en la zona.

América
Tan contento estaba Felipe V con sus resultados, que no solo lo mantuvo en el cargo 15 años en vez de cinco, sino que, contra su voluntad, le nombró después gobernador de Veracruz, uno de los puertos más importantes de las Indias españolas, y después capitán general y gobernador de la Provincia de Mérida del Yucatán y del Puerto de Campeche. Benavides tuvo que esperar a la muerte del Rey para recibir de su sucesor, Fernando VI, el permiso para regresar a España 32 años después, cuando ya era mayor. Unos años en los que el héroe de Villaviciosa limpió de corruptos las administraciones, mantuvo a raya a los ingleses y expulsó de los mares a piratas y corsarios.

Una vez en la Península, y tras recibir la visita del nuevo Rey, que le agradeció personalmente sus servicios, Antonio Benavente se marchó a su Tenerife natal, donde vivió tranquilo hasta su muerte a los 83 años, en 1762. Fue enterrado con el hábito de la Orden Franciscana en la Iglesia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz. «Aquí yace el Excmo. Sr. D. Antonio de Benavides, Teniente General de los Reales Exércitos. Natural de esta Isla de Tenerife. Varón de tanta virtud cuanta cabe por arte y naturaleza en la condición mortal», puede leerse en su lápida.
Israel Viana
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« Respuesta #64 en: 24 horas »

Caída de la República de Venecia
12.05.19.-

Hoy es el aniversario de la última sesión del Consejo Principal de la República de Venecia, durante el cual se declaró caducada la República Serenísima de San Marco.

Cuando estalló la guerra entre la primera república francesa y las monarquías europeas, la Serenissima decidió optar por una política de neutralidad, la misma política que fue seguida por muchas décadas en todas las guerras europeas. La Dama de Serenissima solicitó asilo temporalmente al conde de Lilla Louis Stanislas Xavier, hermano menor de Luis XVI y al futuro rey de Francia Luis XVIII, pero después de las protestas de los franceses, el conde fue expulsado de la serenisa.

Los problemas para la Serenissima habían comenzado a verse cuando Napoleón, en abril de 1796, comenzó a derrotar repetidamente a las fuerzas de los Habsburgo cuyo comandante, Beaulieau, después de retirarse en Mantua tomó la ciudad de Peschiera, perteneciente a la Serenissima, para defenderse mejor utilizando las fortificaciones. de la ciudad de garda.

La Serenissima protestó pero permaneció inerte, en mayo de 1796, se creó un Provveditore General para el continente, con la tarea de supervisar a todos los magistrados de las provincias, pero el estado de las defensas ya estaba comprometido por un siglo de paz y alta deuda pública.

La serenísima, de hecho, para financiar sus guerras en el siglo XVII había contraído grandes deudas y su enorme deuda pública había acabado agotando los recursos del estado para el servicio de la deuda, impidiendo que hiciera un uso más productivo de los ingresos fiscales, esta situación se había vuelto típica. de la mayoría de los estados del siglo XVIII, incluyendo la República de las Provincias Unidas y la República de Génova, que se encontraban en una situación similar a la de la Serenísima, incluso el reino de Francia estaba en una situación de deuda similar y donde, de hecho, la La crisis financiera había sido la causa principal de la crisis de la monarquía y el estallido de la revolución.

La república fue obligada por los franceses a entrar en la guerra de su lado, pero los nobles de la Serenissima desconfiaban de la república del terror y de sus inescrupulosos generales dispuestos a robar los estados liberados y, a pesar del caso de Peschiera, sintieron simpatía por los Habsburgo.

El dogo a cargo fue Ludovico Manin, un hombre de una familia de hombres de negocios que, a pesar del aumento de las filas de la nobleza, había continuado participando activamente en sus propios negocios. Manin nació en 1725 y, en el momento de los hechos, tenía más de Setenta años, había tenido una brillante carrera como administrador público, especialmente en los asuntos económicos en los que brillaba su talento, pero carecía por completo de experiencia militar. En 1789, cuando ya tenía más de sesenta años, lo habían hecho perplejo. Su éxito se debió a la impopularidad entre Los nobles de su adversario Andrea Memmo lo consideraron demasiado innovador, en 1792 quedó viudo y después de eso pensó en abdicar, pero no se le permitió. Por lo tanto, era un perro más adecuado para gestionar la contabilidad pública y las negociaciones pacíficas.

En el curso de 1797, las fuerzas de los Habsburgo fueron, nuevamente, derrotadas repetidamente por Napoleón en sus intentos de liberar a Mantua del sitio, de modo que la campaña italiana será recordada por los franceses como una de sus mayores glorias nacionales.

También en ese año hubo algunas revueltas francesas en los territorios de la Serenissima en Bérgamo y en Brescia, sorprendentemente, en esta última ciudad el papel de los agitadores fue asumido por un grupo de notables que pretendían vengarse de algunas de las revueltas recibidas por las autoridades de la Serenísima. Fueron apoyados por los franceses que ahora no ocultaban su desprecio por la serenisa, la mayoría de la población de Brescia seguía siendo fiel a Venecia, pero el comandante de las tropas locales no quería que los ciudadanos sufrieran los daños de una batalla por carretera decidieron retirarse de la Ciudad con sus tropas.

Finalmente, Serenissima comenzó a tomar medidas defensivas para proteger el territorio de la laguna, se bloquearon las rutas de acceso a la laguna y se reclutaron regimientos entre los dominios del Adriático, se organizaron patrullas ciudadanas y se estableció contacto con las poblaciones de los valles de Bérgamo que se mantuvieron fieles. en Venecia, estas medidas eran demasiado pequeñas y demasiado tarde porque Venecia no podía soportar las fuerzas de la república francesa sola.

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Re:HISTORIA
« Respuesta #65 en: 24 horas »

El 17 de abril de 1797, Napoleón, después de haber derrotado al archiduque Carlos en la batalla del Tagliamento el mes anterior, firmó los preliminares de paz en Leoben, sin que el Gran Consejo y el Dogo se enteraran de estos acuerdos, los venecianos y los territorios de Venecia. Al este de Friuli, Istria y Dalmacia fueron cedidos al Imperio de los Habsburgo a cambio de la cesión de los Países Bajos austriacos, ahora Bélgica y Luxemburgo, y el consentimiento a la conquista francesa de los territorios alemanes al oeste del Rin.

En el mismo día en Verona, la población veneciana y las tropas regulares venecianas cansadas de los problemas de los ocupantes franceses se levantaron y obligaron a la guarnición francesa a retirarse en los fuertes para guarnecer la ciudad después de haber infligido pérdidas significativas. El 20 de abril, un cañonero francés intentó forzar la laguna a pesar de que los venecianos declararon repetidamente la prohibición de ingresar a todos los buques de guerra extranjeros en la laguna, el cañonero fue bombardeado por la artillería de un ciudadano fuerte y hundido, este episodio probablemente fue Quería tener un casus belli quizás también para probar la resistencia de las defensas de la ciudad.

Napoleón decidió aprovechar el episodio de Verona como un casus belli para abrir hostilidades contra la Serenissima. Mientras Napoleón se esforzaba por acabar con la República de San Marco, los gobernantes de esta última intentaron por última vez preservar la neutralidad evitando enviar refuerzos a Verona y no movilizando reservistas del ejército, pero todo fue en vano.

El 24 de abril, Verona se rindió a los franceses y el 30 del mismo mes, Napoleón se comunicó con una carta que quería modificar las instituciones de la república para hacerlas más similares a las francesas, la carta contenía un ultimátum de solo 4 días para alinearse con la voluntad francesa. El 1 de mayo, las autoridades venecianas acordaron transformar la serenísima de una república aristocrática a una democrática, pero a pesar de esto, la guerra de Francia se declaró al día siguiente.

Después de varios intentos por parte de las autoridades venecianas de alcanzar una rendición condicional con los franceses el 11 de mayo, se convocó el Gran Consejo y, a pesar de la falta de un número legal para tomar decisiones el 12, se votó la declaración de decomiso de la República con 512 votos favorables contra 2. y 20 abstenciones.

El Dux y los magistrados colocaron los carteles y luego se presentaron en el balcón del Palacio Ducal para hacer el anuncio a la multitud reunida en la plaza subyacente. Al final de la lectura del decreto de disolución del gobierno, el pueblo se levantó, pero en cambio elogió la revolución, como había sido en los peores temores de la aristocracia veneciana, el pueblo gritó "¡Viva San Marco! Y Viva la República" alzó la pancarta. Marchando en las tres antenas de la plaza, tratando de reasentar al Dux y atacando las casas y propiedades de los jacobinos venecianos. Los magistrados intentaron restablecer el orden, temiendo tener que responder a los franceses de los disturbios, y hacia la tarde las patrullas de arsenalotti y los disparos de artillería disparados en Rialto devolvieron el orden a la ciudad.

Las ciudades continentales acordaron asistir a una conferencia en Venecia para decidir el destino común de los antiguos territorios de la Serenissima. Se decidió la unión con la República Cisalpina, pero los franceses no siguieron la elección de las poblaciones.

El 21 de noviembre, durante la tradicional fiesta de la salud, los representantes de la Municipalidad fueron ridiculizados públicamente por el pueblo y el poder abandonado. Todo esto mientras los ocupantes se entregaban al saqueo más desenfrenado. De los 184 barcos presentes en el Arsenale, los que ya estaban armados fueron enviados a Toulon, los otros se hundieron, terminando la marina. Los almacenes de la flota fueron saqueados. Para no dejar nada a Austria para aprovechar, los dos mil arsenalotti fueron despedidos y el inmenso patio incendiado.

Iglesias, conventos y palacios fueron allanados por objetos preciosos y obras de arte. La Casa de la Moneda y el tesoro de la basílica de San Marco fueron saqueados y el Bucintoro, la nave ducal, destrozada en pedazos de todas las esculturas, que se quemaron en la isla de San Giorgio Maggiore para fundir la hoja de oro que los cubría. Incluso los caballos de bronce de la basílica de San Marco fueron llevados a París. Algunos individuos privados fueron encarcelados y obligados a pagar su riqueza a cambio de la libertad. El 28 de diciembre, el poder fue tomado por el gobierno militar francés y una junta de policía. El 18 de enero de 1798 las tropas austriacas entraron en Venecia.

El último dux, Ludovico Manin, fue considerado como el principal culpable en la caída de la Serenissima y durante años fue víctima de insultos y robos.

Esto cierra el ciclo histórico de la más gloriosa de las repúblicas marítimas que durante siglos había sido un faro de civilidad y libertad republicanas en una Europa despótica y liberticida y el fin de todo esto se debió a un general y una república que amaban representarse a sí mismos como Libertadores de los pueblos.
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« Respuesta #66 en: 24 horas »

Así aplastó Castilla el último (y desesperado) intento musulmán de conquistar otra vez España
.
18.07.19.-

En 1340, la batalla del río Salado terminó con las aspiraciones de los benimerines por hacerse con el control de la Península Ibérica.

Con espada, lanza, escudo, y un deseo ciego de detener el avance enemigo a través de la Península Ibérica. Así combatieron en 1340 los casi 22.000 soldados del ejército castellano que –con ayuda portuguesa- lograron derrotar en las gaditanas orillas del rio Salado a un contingente musulmán tres veces superior en número. Aquella jornada, además, los cristianos no sólo lograron alzarse con una victoria que parecía imposible, sino que también aplastaron el que, a la postre, sería el último intento africano de reclamar para sí las tierras de los diferentes reinos españoles.

La Península Ibérica atravesaba entonces tiempos duros en los que dos culturas se disputaban su soberanía a base de mandobles y sangre. Así, por un lado se encontraban los musulmanes –que habían tomado la mayoría del territorio hispánico con sus ejércitos y estaban asentados en él desde hacía cinco siglos-; y, por otro, empezaban a cobrar fuerza los reinos cristianos –los cuales, desde el año 722, se habían propuesto retomar la totalidad de la entonces primitiva España desde el norte-. Se vivía, en definitiva, el periodo de la Reconquista.

El paso de los siglos trajo consigo la expansión de los cristianos, que, batalla tras batalla, avanzaron a través de la estepa castellana ganando terreno a los musulmanes. Sin embargo, hubo que esperar nada menos que hasta 1212 para que la Reconquista llegara a su punto álgido en una batalla que marcó la decadencia del imperio almohade (la dinastía marroquí que dominaba el norte de África y el sur de España).

«Tras la decisiva victoria de las Navas de Tolosa en 1212, los almohades perdieron el control sobre el sur de la Península y se replegaron al norte de África, dejando tras de sí un conjunto de desorganizadas taifas que fueron conquistadas por los reinos cristianos entre 1230 y 1264 (…). Tan sólo el reino nazarí de Granada logró mantenerse independiente (…). Por aquel entonces, Granada comprendía las actuales provincias de Granada, Almería y Málaga, más el istmo y peñón de Gibraltar», afirman Juan Vázquez y Lucas Molina en su obra «Grandes batallas de España».

Tal fue la derrota de 1212, que el imperio almohade no pudo en los años siguientes defenderse de los benimerines, unas tribus bereberes que, como buscaban desde hacía años, acabaron con ellos y tomaron el control del norte de África. Sin embargo, parece que esta parcela de territorio pronto se hizo pequeña para sus nuevos conquistadores, ya que, a finales de siglo, declararon la Guerra Santa a los cristianos y pusieron los ojos sobre su siguiente objetivo… la Península Ibérica.

Llegada a Tarifa
Así, y todavía con una Reconquista que finalizar, los reinos cristianos tuvieron que hacer frente a estos nuevos y numerosos enemigos a partir del año 1300. La situación terminó de recrudecerse cuando, en 1339, Abu-I-Hasan –el rey benimerín-, arrebató con su flota las aguas del estrecho de Gibraltar a Castilla. Esta derrota supuso un severo golpe para los cristianos, pues permitió a los musulmanes desembarcar en el sur de la Península y, a su vez, enviar a tierras españolas todos los refuerzos que desearon sin ninguna oposición.

Lejos de detenerse, los benimerines aumentaron su poder aliándose con el reino nazarí de Granada y, a mediados de septiembre, iniciaron la marcha hacia la ciudad cristiana de Tarifa, la cual sitiaron. La lucha musulmana contra el infiel llamaba de nuevo a la puerta de los reinos cristianos (encabezados por Castilla y Aragón). Por ello, y ante lo desesperado de la situación, el rey castellano Alfonso XI decidió poner fin a la situación haciendo uso de la táctica que mejor conocía: la guerra.

«Digno competidor iba a encontrar (el rey benimerín) en el joven y fogoso Alfonso XI (…) Guerrero nato, se decía de él que ni un solo día podía vivir sin guerra y que cuando no la tenía con los hombres la buscaba con las grandes alimañas de las sierras y las breñas o tomaba parte muchas veces sin darse a conocer en las justas y torneos», destaca el ya fallecido experto en historia Ambrosio Huici Miranda en su libro «Las grandes batallas de la Reconquista durante las invasiones africanas».

Los ejércitos se encuentran
Sin dudarlo, Alfonso XI ordenó preparar a sus soldados para encontrarse con el ejército musulmán que asediaba Tarifa, el cual había recibido también tropas de refuerzo de Yusuf I, rey nazarí de Granada. No obstante, y ante la descomunal fuerza enemiga, el castellano solicitó ayuda a su suegro, el rey Alfonso IV de Portugal. Con todo, el tiempo jugaba en contra de los cristiano, ya que, con cada jornada de retraso en la organización, se corría el riesgo de que las máquinas de asedio enemigas acabaran con las murallas de la ciudad gaditana. Sigue...
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« Respuesta #67 en: 24 horas »

Por ello, el ejército cristiano forzó la marcha hasta que, casi extenuado, llegó a finales de octubre de 1340 las orillas del río Salado –un pequeño arroyo de unos siete kilómetros de longitud ubicado cerca de la ciudad de Tarifa-. Una vez allí, la vista del contingente musulmán encogió por breves momentos el corazón de los soldados. Y es que, a las puertas de la urbe, se agolpaban nada menos que entre 60.000 y 80.000 enemigos, un ejército formado en su mayoría por lanceros a pie, ballesteros y los temidos jinetes ligeros mahometanos –de gran versatilidad en el combate.

Mientras, la potencia del contingente aliado se hallaba principalmente en su experimentada caballería pesada. «El ejército castellano se componía, según la “Crónica de Alfonso XI” (…) de ocho mil jinetes y doce mil infantes, y que el rey de Portugal no llegó más que con mil caballeros (…). Los defensores de Tarifa no podían ser mucho más de otro millar, dado el reducido perímetro de la plaza (…). Parece, por lo tanto, muy razonable calcular que el total de los soldados de los dos Alfonsos no pasaría de 22.000», añade Miranda en su obra.

Preparativos
Frente a frente, y solo con el río Salado entre ellos, los mandos de ambos ejércitos empezaron a situar sus tropas sobre el improvisado tablero en el que se había convertido la tierra de Tarifa. Así, los musulmanes decidieron quemar sus máquinas de asedio para evitar que fueran capturadas y, tras dividir sus tropas en dos campamentos, se posicionaron para plantar cara a las fuerzas combinadas. Por su parte, Alfonso XI sorprendió a sus enemigos al lograr que 5.000 de sus hombres (4.000 infantes y 1.000 jinetes) rompieran de improviso el cerco que había alrededor de la ciudad y entraran en Tarifa para reforzar a sus extenuados defensores.

En la mañana del 30 de octubre, después de confesarse, los cristianos formaron en la que podía ser su última batalla antes de pasar al otro mundo. A su favor tenían la fuerza de la caballería y la fe, pues esta campaña había sido calificada de cruzada por el Papado. Las órdenes estaban claras: los castellanos combatirían contra los benimerines mientras que los portugueses harían frente a las tropas de Yusuf. Para ello, el rey luso recibió el apoyo de 3.000 jinetes hispanos.

«Los cristianos formaron su línea de batalla, como era habitual, con una vanguardia de caballería pesada castellana y de órdenes militares, seguida de un cuerpo principal de infantería. A ambos flancos estaban dos unidades de caballería (…) y en el flanco izquierdo, la caballería pesada portuguesa. El ejército musulmán formó con una sólida falange de infantería, detrás de la cual se situó la caballería magrebí, dividida en cinco grandes unidades. Por detrás se colocó una gran masa de infantería. En el flanco derecho formó la caballería nazarí, al mando de Yusuf I» determinan los autores españoles en su obra.

Increíble conclusión
Después de que el sol se alzara lo suficiente como para que no molestase la visión de los cristianos, el contingente aliado se dispuso a atravesar el río Salado y enfrentarse, de una vez por todas, al enemigo. La vanguardia castellana fue la primera en atacar. «Llegando al río tomaron un estrecho puente, que defendían dos mil quinientos caballos musulmanes, y siendo ellos ochocientos les hicieron ceder el campo», afirma Miranda en su obra.

Sin embargo, en lugar de asegurar el puente, la caballería pesada formó una extensa línea y se abalanzó, con sus armas en ristre y preparadas para devastar las líneas enemigas, contra la infantería musulmana. El choque fue terrible para los mahometanos, que, ante la intensidad de la carga de los jinetes pesados, rompieron bruscamente la formación.

Mientras, en el flanco izquierdo, los jinetes portugueses trabaron combate con los nazarís, a los cuales hicieron huir gracias al apoyo de los caballeros castellanos. Según parecía, y a pesar de la superioridad numérica musulmana, la batalla iba a terminar con una victoria aplastante de los cristianos. Con todo, los aliados sabían que todavía tenían que hacer frente a la potente retaguardia de infantes enemigos en un último y cruento combate.

Pero, cuando este contingente iba a unirse a la refriega, un milagro se sucedió para los aliados pues, de improviso, los defensores de Tarifa salieron de la ciudad decididos a asaltar la retaguardia musulmana. Atrapados entre dos fuerzas, los mahometanos supieron al instante que la contienda era imposible de ganar, por lo que iniciaron una retirada caótica que acabó con muchos de ellos ahogados en la playa. Finalmente, y ante la huida masiva, los castellanos y lusos destrozaron los campamentos enemigos, donde hallaron inmensos tesoros. De forma casi increíble, se había logrado vencer.



Ante la desbandada de los hombres a pie, a la caballería benimerín no le quedó más remedio que cargar contra los jinetes pesados castellanos en lugar de llevar a cabo su táctica predilecta: la de asaltar y atacar constantemente al enemigo disminuyendo así el peligro de sufrir bajas. Al parecer, este fue uno de los primeros errores musulmanes, pues se enzarzaron en una lucha cuerpo a cuerpo a la que, en pocos minutos, llegaron también varios grupos de infantería aliada e, incluso, más soldados a caballo.
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« Respuesta #68 en: 24 horas »

Los árabes como traficantes esclavizadores: el otro gran negocio con los africanos.
11.09.19.-

Siglos antes de que Europa forzara a los habitantes de África Occidental a trabajar en las colonias americanas, decenas de miles de personas fueron capturadas por los árabes en África Oriental y vendidas como esclavas.

El antropólogo, economista y escritor Tidiane N’Diaye no niega que el sistema esclavista europeo haya dejado una huella más evidente en África que el árabe, pero explica que la visibilidad de esa impronta se debe a que la economía de muchos de los países africanos sigue siendo operada por empresas occidentales. En todo caso, el experto franco-senegalés insiste en que la gravedad de las secuelas que dejó la esclavización impuesta por los colonizadores europeos no justifica la relativa indiferencia con que es tratado por los historiadores el comercio de esclavos africanos practicado por los árabes. N’Diaye es una de las pocas eminencias en esta materia.

“Por solidaridad religiosa, la mayoría de los autores africanos se ha rehusado a escribir sobre la esclavización llevada a cabo por árabes musulmanes. Habiendo 500 millones de musulmanes en África, es preferible echarle toda la culpa a Occidente que hablar sobre los crímenes pasados de los árabes musulmanes”, esgrime N’Diaye con un deje de sarcasmo. El avasallamiento de los habitantes del continente africano es muy antiguo, pero especialistas señalan que éste se sistematizó en el siglo VII, cuando el Islam echó raíces y floreció en el norte de África; es decir, siete siglos antes de que los europeos exploraran el continente.

Esclavos blancos, esclavos negros

En otras palabras, un milenio antes de que hombres, mujeres y niños de África Occidental fueran encadenados y forzados por los europeos a trabajar en las colonias americanas al otro lado del Atlántico. Los árabes hacían grandes negocios esclavizando a miles de personas en el norte y el Este de África, y vendiéndolos en el Cercano y Medio Oriente. Los únicos que se salvaban de ser tiranizados eran los africanos musulmanes. “De hecho, los árabes empezaron traficando con habitantes de Europa Central y Oriental. Pero el creciente poder militar europeo le puso coto a la expansión islámica y trajo consigo un déficit de esclavos”, comenta N’Diaye.

“De ahí que los árabes dirigieran su mirada hacia África”, acota el investigador, cuyos ensayos sobre la materia han sido nominados al premio Renaudot, considerado el complemento natural del premio literario Goncourt. N’Diaye enfatiza que prácticamente todas las civilizaciones han recurrido a la mano de obra esclava para impulsar sus desarrollos y que hoy día hay aproximadamente 40 millones de personas esclavizadas alrededor del mundo. Antes de que los árabes se asentaran en territorio africano, diversos pueblos de África Oriental –como los Yao, los Makua y los Marava– convertían en esclavos a sus prisioneros de guerra.

Esto significa que, cuando los árabes llegaron a África, se encontraron con un sistema esclavista suficientemente estructurado que les facilitó el comercio con mano de obra involuntaria. “La esclavitud era parte de distintas culturas africanas”, dice también Abdulaziz Lodhi, profesor emérito de Lingüística Africana en la Universidad de Upsala, en Suecia. “Muchas sociedades africanas carecían de cárceles; las personas que incurrían en infracciones eran vendidas”, agrega. No obstante, el auge del comercio de esclavos comenzó realmente en el siglo XVII, cuando cada vez más mercaderes de Omán se radicaron en Zanzíbar.

Dudas razonables

Investigaciones científicas apuntan a que tres de cada cuatro esclavos morían –hambrientos, enfermos o exhaustos– antes de ser vendidos en ese conjunto de islas, ubicado frente a las costas de lo que hoy es Tanzania. N’Diaye da por sentado que 17 millones de personas perdieron la vida en cautiverio. “La mayoría de la gente tiene en mente los esclavos que los europeos llevaron hacia el Nuevo Mundo; pero, en realidad, la cantidad de personas esclavizadas por los árabes musulmanes fue mucho mayor: ocho millones fueron llevados a Marruecos y a Egipto a través de la ruta trans-sahariana”, asegura este conocedor del asunto.

“Y otros nueve millones fueron llevados a las inmediaciones del mar Rojo y otras regiones”, añade N’Diaye. Sus opiniones son respetadas, pero las cifras con que procura sustentarlas son objeto de debate. “¿17 millones de esclavos muertos? ¿Cómo es posible, si en aquella época la población de África no llegaba ni a los 40 millones?”, arguye Lodhi. El catedrático emérito de Upsala también pone en duda la veracidad de la estimación hecha por David Livingston, el misionero escocés dedicado a la exploración de África según el cual 50.000 esclavos eran llevados anualmente a los mercados de Zanzíbar. “Esa cifra no tiene ni pies ni cabeza”, critica.

“Ni siquiera hoy día podrían vivir 50.000 personas en Zanzíbar”, subraya Lodhi. Estadísticas aparte, se sabe que no todos los esclavos eran llevados a Egitpo o a Arabia. A partir de 1820, los colonos provenientes de Omán comenzaron a cultivar claveles en Zanzíbar para satisfacer la creciente demanda mundial. Eso hizo que surgieran grandes plantaciones en las islas, favorecidas por la cercanía de los mercados donde se podía comprar mano de obra barata. Poco a poco, el carácter de Zanzíbar fue cambiando: de ser un centro para el comercio de esclavos pasó a ser un consumidor de fuerza laboral esclava que dio pie a la aparición de personajes temibles como Tippu-Tip (Hamed bin Mohammed el Marjebi), un poderoso comerciante de esclavos suajili.
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« Respuesta #69 en: 24 horas »

El castigo de una furiosa Isabel La Católica a Cristóbal Colón por esclavizar a 1.600 indios
20.10.19.-

Las Casas criticó la crueldad de Colón con los indios y afirmó en sus crónicas que contradecía el espíritu «de benevolencia, dulzura y paz cristiana» reclamado por los Reyes Católicos. Los Monarcas exigían que se tratara bien a los indios, que se enviaran mensajes a los caciques para reunirse con ellos y que se les llevaran regalos a esos encuentro.

Los Reyes Católicos, como el propio Cristóbal Colón, creyeron en 1492 haber llegado a una isla de Asia y no a un nuevo continente. No obstante, incluso en la incertidumbre tuvieron claro que aquella oportunidad histórica debía guiarse por la evangelización y no por meros intereses económicos. Desde el principio, Isabel La Católica ordenó al navegante «tratar a dichos indios muy bien y con cariño», pero no siempre se hizo caso a lo que se predicaba desde España.

Colón describió durante su primer viaje a los indios que encontró en una isla del Caribe, probablemente en las Bahamas, como «un pueblo gentil y pacífico y de gran sencillez» a los que regaló gorritos rojos y abalorios de cristal que colgaron en sus cuellos a cambio de oro. No tardó mucho en buscar formas de obtener más oro y de esclavizar a los lugareños. En su cuaderno de bitácoras, apuntó el mismo 12 de octubre de 1492 vio que los nativos aprendían muy rápido y «debían ser buenos sirvientes». Al día siguiente, presionó para que buscaran tesoros, pero estuvieron por la labor. En la tercera jornada anotó directamente que «con cincuenta hombres podría someter a todos ellos y obligarles a hacer todo lo que deseara».

Antes de explorar otras islas, los españoles escogieron a algunos indios para que trabajaran a la fuerza a su servicio, como explica Kirstin Downey en su libro «Isabel, La Reina Guerrera» (Espasa). En su avance, Colón no dejó de buscar nuevas formas de rentabilizar su descubrimiento y, en una isla bautizada como La Española estableció una fortaleza usando materiales de la Santa María, encallada en aquella costa. En el asentamiento, llamado La Navidad, quedaron varios europeos a la espera de que Cristóbal fuera y viniera de España.

A principios de 1493 los españoles visitaron una última isla antes del regreso a casa, donde, para sorpresa de todos, se toparon con la otra cara de los nativos. Al intentar hacer un trueque, los indígenas los contestaron con arcos y flechas, de modo que se produjo el primer enfrentamiento violento entre europeos y americanos en el Nuevo Mundo. Se trataba de los feroces caníbales, de cuyos peligros habían advertido los indios pacíficos de las anteriores islas.

La amistad de Isabel con Colón
De vuelta a España, previa parada en Lisboa, Isabel pidió verse con Colón cuanto antes al advertir la importancia de aquel hallazgo. En las ciudades castellanas se celebró de forma masiva aquella empresa y Colón fue recibido como un héroe allí por donde atravesó hasta verse con los reyes. El hijo de Colón describió con magnitud la bienvenida multitudinaria de Barcelona, donde estaban los monarcas:
«Toda la corte y toda la ciudad salió a saludarle; y los soberanos católicos le recibieron en público, sentados con toda majestuosidad y grandeza en ricos tronos bajo un baldaquín de tela y oro. Cuando se acercó a besarles la mano, se levantaron de sus tronos como si se tratara de un gran señor y no permitieron que les besara las manos, sino que le hicieran sentarse a su lado»
Colón fue agasajado por los Reyes, quienes escucharon asombrados los detalles del viaje y conocieron a varios indios de aquellas tierras. Más allá de las posibilidades económicas, se habló en la reunión de los millones de vidas que corrían el riesgo de condenarse si no eran evangelizadas, pues se habían encontrado muestras entre ellos de «idolatría y sacrificios diabólicos para venerar a Satán».

Seis meses después, Isabel dispuso una segunda travesía, esta vez formada por 17 barcos y cientos de personas embarcadas, muchas de alta posición. La Reina redactó dieciséis órdenes para esta expedición, cuyo primer punto se refería a la obligación de instruir en la religión cristiana a los indios, a los que «por todos los medios debían esforzarse y empeñarse en convencerlos» para convertirlos a «nuestra sagrada fe católica», además de enseñarlos español para que entendieran a los sacerdotes que envió con Colón. Isabel «La Católica» ordenó, asimismo, «tratar a dichos indios muy bien y con cariño, y abstenerse de hacerles ningún daño, disponiendo que ambos pueblos debían conversar e intimar y servir los unos a los otros en todo lo que puedan». En caso de que Colón conociera algún maltrato, debía « castigarles con severidad», en virtud de su autoridad como almirante, virrey y gobernador.
A Colón se le concedieron una infinidades de mercedes y amplia autoridad al otro lado del charco, pero los Reyes Católicos situaron a su alrededor a personajes de su confianza, entre ellos a Don Juan de Fonseca, encargado en la Corte de que se cumplieran las directrices de Isabel y de las flotas enviadas. Fonseca no era marino ni descubridor, pero, a diferencia de Colón, él sí era un excelente gestor. Sus constantes discrepancias anticiparon que el navegante no estaba en consonancia con los planes a largo plazo de Isabel.

El segundo viaje de la discordia
Al este de la actual Puerto Rico, la segunda expedición castellana entró en contacto con la tribu caníbal de los Caribes, en cuyo campamento «vieron piernas humanas sazonadas colgando de vigas, como acostumbramos nosotros a hacer con los cerdos, y la cabeza de un joven recién asesinado, aún con sangre húmeda, y partes de su cuerpo mezcladas con carne de ganso y loro», escribió Pedro Mártir. Junto a ellos, hallaron prisioneros de otra tribu que iban a ser ejecutados pronto y que Colón se llevó consigo. Otras tribus igual de belicosas llenaron de flechazos, untados de veneno, la travesía de Colón hasta el asentamiento La Navidad.

Los mosquitos y las enfermedades autóctonas convencieron ya a muchos conquistadores de que Colón había exagerado su relato y los conducía hacia la miseria. Sin embargo, peor resultó el viaje para los nativos, contagiados por enfermedades que en Europa no eran mortales, como una simple gripe, que sembraron de cadáveres el camino de esta segunda expedición.
En La Navidad descubrieron que los 39 españoles habían muerto. Una docena de sus cadáveres habían sido colocados, muchos sin ojos, para que se pudrieran al sol por los nativos, que habían asesinado a los colonos cuando estos empezaron a robarles comida y mujeres. Colón no castigó al líder local que había permitido aquella matanza por miedo a represalias, pero permitió otros abusos contra los indígenas, en contra de las órdenes de la Reina. Sigue...

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« Respuesta #70 en: 24 horas »

El cronistas Bartolomé de Las Casas describió como Alonso de Hojeda apresó más tarde a varios indios y ordenó que a uno de ellos le cortaran las orejas ante la sospecha de que había robado ropa, una pena habitual para este delito en el Viejo Continente. Lejos de frenar a sus hombres, Colón ordenó que ejecutaran a otros tres indios, en lo que fue el inicio de una oleada de actos vengativos.
Las Casas criticó la crueldad de Colón con los indios y recordó en sus crónicas que contradecía el espíritu «de benevolencia, dulzura y paz cristiana» reclamado por los Reyes Católicos. Los Monarcas exigían que se tratara bien a los indios, que se enviaran mensajes a los caciques para reunirse con ellos y que se les llevaran regalos a esos encuentros. No fueron el único tipo de críticas que recibió el explorador, que pronto demostró ser un mal administrador y un líder autoritario. El aragonés Mosén Margarit, amigo personal del Rey Fernando, decidió marcharse, sin pedir permiso a nadie, a España con tres barcos para informar en la corte de lo ocurrido.

El colmo de los desafíos a la Corona fue la captura de 1.600 nativos, que, sin capacidad de embarcarlos a todos, obligó a Colón a liberar a 400 de ellos. Las indígenas «para poder escapar mejor de nosotros, como tenían miedo de que volviéramos a apresarlas de nuevo, dejaron a sus hijos en el suelo y huyeron como desesperados» a las montañas, relató Miguel de Cuneo.

En España, la Reina Isabel se puso furiosa por la captura del millar de esclavos y ordenó al marino que devolviera como fuera a aquellos hombres y mujeres al Nuevo Mundo, lo que para muchos de ellos fue demasiado tarde, debido al frío ibérico y la exposición a enfermedades desconocidas.

Entre los indios que pudieron volver a casa, se contó un joven que trabó amistad con Bartolomé de Las Casas, cuyos familiares habían viajado en este segundo viaje a América. Aquel encuentro prendió la chispa a la lucha que de Las Casas acometió a lo largo de su vida en defensa de los derechos de los indígenas. De sus textos, poco precisos en sus cifras, se valieron los enemigos del Imperio español para tejer la llamada Leyenda Negra.

La caída en desgracia del descubridor
Las relaciones entre Colón y la Reina empeoraron a raíz de esta ofensa, así como la percepción de las dotes de Cristóbal Colón como administrador. Los hijos del italiano fueron insultados en las calles de Granada por las familias de los que habían perdido la vida en América: «¡Ahí van los hijos del almirante de los mosquitos, el que ha descubierto las tierras de la vanidad y la ilusión, la tumba y la ruina de los caballeros castellanos!». Aún así, Isabel accedió finalmente a una tercera expedición tras dos años de súplicas.
El 30 de mayo de 1498, Colón partió al frente de una flota de seis barcos y la instrucción clara como el agua de que tratara a los indios con calma y dignidad y los condujera con «paz y tranquilidad» a la fe católica. Una vez en América, la situación que encontró en Santo Domingo era de alboroto, sedición y con centenares de personas enfermas de sífilis.

A pesar de todo, Colón pasó de largo y se fue a buscar oro en nuevas tierras, lo que en España levantó más indignación e insultos contra el navegante. Son «personas injustas, enemigos crueles y causantes de derramamiento de sangre española», personas que «disfrutaban» matando a quienes se oponían a ellos, en palabras de Pedro Mártir. Paranóico y cada vez más religioso, Colón empezó a ver enemigos en todas partes y se veía a sí mismo como una víctima de los designios de los poderosos de Castilla. Le habían exprimido y luego tirado como si fuera una naranja.
En la primavera de 1499, Isabel, al fin, tomó cartas en el asunto y envió a Francisco de Bobadilla a que investigara sobre el terreno lo que estaba ocurriendo. Tenía licencia real para arrestar a los rebeldes y asumir el poder en los fuertes de Colón. En La Española, se topó con siete españoles ahorcados y otros cinco a la espera de ser ejecutados al día siguiente por oponerse al navegante y sus incondicionales. Bobadilla descubrió pronto que Colón había ordenado que le cortaran la lengua a una mujer por el simple hecho de hablar mal de él y sus hermanos, así como cortar el cuello a un hombre por conducta homosexual.

El enviado de los Reyes Católicos asumió el control de la ciudad y se instaló en la casa del italiano ante aquella anarquía. A su regreso a La Española, Colón fue esposado y enviado a Europa con los grilletes. Permaneció seis semanas en prisión hasta que se le concedió audiencia con su querida Isabel. Todavía tuvieron que pasar más semanas, de hecho varios años, hasta que se permitió a Colón un cuarto viaje a América, bajo muchas condiciones, de las que incumplió varias.

Paradójicamente, aquel fue el más rentable de todos y en la que encontró una pista de oro en cantidades importantes. El navegante oyó en Panamá de grandes cantidades de este metal enterradas y también de otro océano, el Pacífico, a unos ochenta kilómetros de allí. Claro que fue otro ilustre explorador, Vasco Núñez de Balboa, al que se le reservó la hazaña de ser el primer europeo en contemplar años después el Pacífico, llamado durante un siglo el Lago español por el control con que este país lo dominó.
Con la caída en desgracia de Colón, la empresa americana entró en una nueva fase más ambiciosa. La Reina castellana tenía claro que quería llevar al Nuevo Mundo la educación castellana, la atención sanitaria, los sistemas políticos y los valores espirituales cristianos a millones de personas, aparte de que, por mucho aprecio que tuviera a Colón, no quería permitir que toda la conquista y evangelización se produjera a través de un solo hombre. Isabel abrió el abanico a otras expediciones a cargo de Alonso de Hojeda, Juan de la Cosa, Vicente Yáñez Pinzón, Diego de Lepe, Pedro Alonso Niño...

La directriz de tratar bien a los indios y cooperar con ellos pervivió a la muerte de la Reina, aunque no faltaron conquistadores que hicieron oídos sordos y cometieron numerosos abusos, castigados por la Corona siempre que fue posible. La presencia de los representantes reales en un territorio tan extenso fue siempre escasa y condicionada por el poder de los grandes terratenientes.
En los días que precedieron a su muerte, el 26 de noviembre de 1504, una de las pocas preocupaciones que Isabel la Católica plasmó en su testamento estuvo puesta en los «inocentes» del Nuevo Mundo y de las Islas Canarias. La Monarca comprendía que la esclavitud estaba justificada para los «infieles» y los enemigos vencidos, no para los habitantes de la tierra descubierta por Cristóbal Colón. En su lecho escribió: «No consientan ni den lugar que los indios reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados».
César Cervera
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« Respuesta #71 en: 24 horas »

Siempre tuvimos HÉROES
25.03.2020.-

España está enferma. No es un tópico noventayochista. Desgraciadamente es literal. Y cientos de vidas están muriendo en una lucha contra un maldito virus. Confinándonos en nuestras casas a la mayoría, mientras que en el día a día, otros siguen en sus puestos de manera profesional arriesgándose a convertirse en estadística de esta pandemia del Siglo XXI que se ha llevado de un plumazo el tópico de estar viviendo los felices veinte. Tampoco los del siglo pasado fueron tales. Pero ya nadie olvidará este 2020.

Por eso hoy quiero recordar, como Espía Mayor, lo que se me quedara en el tintero cuando escribí un libro llamado Siempre tuvimos héroes. Ya ya. Imagino que estarán algunos pensando, joer con el plumilla, que nos quiere meter de matute publi de su libro. ¡No osara yo tal, por vida de…! Bueno, algo sí. Pero también por una razón. La de que puedan estar orgullosos de nuestra Historia. De tanto bueno que hicimos y todo lo que aportamos al humanitarismo nada menos. Pues esa fue y no otra, la razón por la que lo escribí. Que si andan ustedes creyendo que con los maravedises que da el escribir me estoy haciendo un Creso, ya les digo que craso error. Y me permitan el fácil y pedante juego de palabras.

Cuando leí con grata sorpresa que el Ministerio de Defensa nominaba a su operativo en el apoyo contra el coronavirus como Operación Balmis, no pude menos que recordar ese capítulo dedicado a quien llevara por todo el mundo, y es literal, la vacuna contra la viruela. El alicantino Javier de Balmis, junto con el catalán José Salvany y la gallega Isabel Cendal, la primera enfermera considerada como tal, de la Historia. ¿Cómo no sentirme muy orgulloso de nuestro pasado? Porque no lean de manera literal al coñón de don Miguel de Unamuno cuando dijo eso de «¡que inventen ellos!». O mejor, lean entera la cita y su contexto. Pero sobre todo, sepan que no es verdad.

Pues entre descubridores, precursores e inventores, tenemos sólo en ciencia, para sentirnos toda una potencia. ¿Ciencia en España? A usté se le ha ido la pinza rosalegendaria, señor Espía. Sepa que no, amable y desconfiado lector. Ciencia. En España. Y mucha. Pero como siempre, se nos ha olvidado.

Se nos ha olvidado que fue en 1582 cuando Felipe II instituye en Madrid la Academia de Matemáticas, con un tal Juan de Herrera como director, con ingenieros civiles y militares, arquitectos y cosmógrafos trabajando juntos, antecedente directo de la Academia de Ciencias, Exactas, Físicas y Naturales. Que fue en tiempos de este denostado Filipo cuando se llevaría a cabo en 1571 la primera expedición científica de la Historia Moderna en los territorios americanos. De la misma, saldría una descomunal obra de 38 tomos, base de muchos aspectos de la medicina y la farmacopea moderna. ¡Ahí es nada!

Por cierto, un reconocido y venerado científico italiano dijo no estar de acuerdo con su contenido porque no podía creer que tales descubrimientos pudieran ser reales. Lo eran. Y eso que el científico negacionista se llamaba… Galileo Galilei.

Pero es que en 1618, un madrileño de Fuentes de Olmeda llamado Pedro Páez de Jaramillo, descubre las fuentes del Nilo (aunque fuera un escocés quien quisera reivindicar tal hecho, y eso que llegó en 1768). Pero lo importante fue su obra Historia de Etiopía que, citando al escritor Javier Reverte: «Los ingleses la valoran como un antecedente de Darwin porque es un libro de alto contenido científico». Y eso que Sir Charles ya fue a su periplo conociendo, además, la obra del militar y científico oscense Félix de Azara, cuya obra era de cabecera del inglés, entre otras cosas porque la escribiría un siglo antes, anticipándose en sus estudios a lo que luego Darwin desarrollaría.

No quiero ser moroso refiriéndome a quienes merecen libros propios. Pero al menos queden citados, como la Expedición Malaspina –  Bustamante, mandada por el tercero Carolo en 1789, navegando por todo el mundo, llevando naturalistas, botánicos, astrónomos, hidrógrafos, y dibujantes que plasmaran todo aquello. O al médico tarraconense Jaume Ferran i Clua, un precursor a finales del XIX de una serie de vacunas, entre ellas las que permitirían luchar contra el cólera, el tifus y la tuberculosis. La labor de nuestro Premio Nobel, Ramón y Cajal, que hizo la neurociencia posible hasta nuestros días, estando al mismo nivel que Einstein para la física. Y hasta, para que vean lo que son las cosas, ¡cómo no citar al logroñés Manuel Jalón! El inventor de la fregona, esa de la que tanto nos enorgullecemos pacatamente, y no de otro de sus inventos que revolucionó la sanidad en todo el mundo: ¡las jeringuillas y agujas desechables!

En suma, lugares como la Biblioteca Sanlorentina nos recuerdan que dentro guarda España, como dicen que quedara dentro de la Caja de Pandora, la esperanza. O más bien, el ejemplo de que si fuimos algo muy grande, ese reflejo está aquí. Entre nosotros. Hoy mismo. Ahora y en el presente. Y en ese aplauso que se da cada día a las ocho de la noche, a quienes están en primera línea defendiéndonos. Con batas o uniformes verdes. Civiles y militares. Pero también los que desde retaguardia siguen en sus puestos  alimentándonos, trabajando, y no permitiendo que nos vayamos al garete como sociedad. Como nación. Pese a los traidores, irresponsables y cobardes que siempre y en cada momento de la Historia nos vamos a encontrar. No les demos una línea más de mención. Se irán por el retrete como las toneladas de papel higiénico que hemos acaparado.

Pero no olvidemos nunca, pero nunca, que siempre tuvimos héroes. Y hoy siguen entre nosotros.
Javier Santamarta del Pozo @JaviSantamarta
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« Respuesta #72 en: 24 horas »

Las razones por las que EE.UU. borró de su historia la contribución decisiva de España a su independencia
27.12.2020.-

Carlos III y sus ministros sabían, y no se equivocaban, que insuflar vida a una república de esa entidad y con ADN anglosajón era una mala inversión de cara al futuro para el imperio americano.

El mito fundacional de EE.UU, que conmemora cada 4 de julio su independencia, reserva un papel protagonista a la ayuda militar que recibieron los rebeldes de Francia e incluso de países con un papel menor como Holanda. Se omite o minimiza, casi siempre, el papel de España, concretamente la campaña de Bernardo de Gálvez en la Florida, para que las Trece Colonias lograran su anhelado deseo. La Leyenda Negra, la preeminencia anglosajona en EE.UU. y la propaganda antiespañola en la Guerra de Cuba tienen buena parte de culpa de este descuido historiográfico, pero, sobre todo, está relacionado con la prudencia (por usar un eufemismo) mostrada por España al reconocer la nueva nación que surgió de la Guerra de Independencia.

Carlos III y sus ministros sabían, y no se equivocaban, que insuflar vida a una república de esa entidad y con ADN anglosajón era una mala inversión de cara al futuro. Especialmente cuando aquella entidad política iba a compartir cientos de kilómetros de frontera con Nueva España. Claro que, entre la prudencia y la tentación de descabezar al Imperio británico, al final el Rey se decantó por lo segundo. Tras el fracaso de la alianza franco-española en la Guerra de los Siete años, el nuevo hombre fuerte de la diplomacia hispánica, el Conde de Floridablanca, abogó por una estratégia más pacifista, una mayor independencia respecto a Francia e incluso un acercamiento a Inglaterra. Solo los nuevos acontecimiento internacionales provocaron un volantazo en la política española.

Un país explotado por la metrópolis
En 1776, las Trece Colonias cruzaron la última línea en su desafío a Inglaterra, que resultaban un obstáculo visible a nivel económico y demográfico para unas colonias cada vez más pujantes gracias a sus plantaciones de algodón del sur y a las incipientes industrias textiles del norte. Lejos de la imagen de los ingleses como abanderados del libre comercio, lo cierto es que solo defendían esta libertad cuando se trataba de los territorios del resto. Gran Bretaña ejercía sobre sus territorios ultramarinos un férreo control comercial, de modo que en 1699 prohibió la producción de textiles y, en 1750, la de metales en Norteamérica. Como señala Elvira Roca Barea en «Imperiofobia y Leyenda Negra» (Siruela), únicamente los navíos ingleses (ni escoceses ni irlandeses) podían atracar en los puertos americanos.

Para garantizar este control, la llamada Ley de los Cuarteles determinó que en las colonias inglesas hubiera un ejército permanente de 100.000 hombres pagado por los colonos, en contraste con los 50.000 que tenía España para defender un territorio veinte veces más grande y mucho más poblado. De forma previsible, la asfixia económica de un territorio que habían creado en origen un grupo de «puritanos» (baptistas, congregacionistas, cuáqueros, menonitas, luteranos…), que huyeron de la persecución religiosa en Inglaterra a principios del siglo XVII, derivó en aires de rebelión gracias a las ideas ilustradas que danzaban por ambos lados del charco.

La escenificación de la ruptura fue arrojar las cajas de té de la Compañía de las Indias Orientales al mar, muestra de que los colonos se negaban a seguir pagando tantos impuestos y a ser una mera colonia comercial. A la represión británica, los colonos respondieron convocando el Congreso de Filadelfia, que sentó las bases para el futuro estado independiente y para crear un ejército que George Washington dirigió contra las tropas enviadas por Londres. En junio de 1776, Virginia tomó la iniciativa y, un mes después, el Congreso declaró la independencia de las colonias. Thomas Jefferson redactó una Constitución con clara vocación ilustrada. Así nacieron los Estados Unidos de América, al menos en el plano de la teoría. Faltaba confirmarlo en los campos de batalla.

Los franceses, que acababan de perder sus colonias a manos inglesas, no dudaron en apoyar a los rebeldes, a pesar de que aquel hermanamiento abrió un peligroso flujo revolucionario en el país de cuna de los Borbones. Los españoles, en cambio, se dividieron entre los partidarios de debilitar a Inglaterra y los que preferían no sentar malos precedentes en este continente. John Jay, primer presidente de la Corte Suprema de los Estados Unidos, contactó con Madrid, mientras el Conde de Aranda abría conversaciones en París y el comerciante Juan Miralles hacía lo propio en La Habana. Grimaldi, primero, y luego Floridablanca adoptaron una posición precavida ante esta petición de ayuda que, sin embargo, tornó en 1777 a un compromiso en firme, pero secreto, para intervenir en varios frentes.

Floridablanca se negó a reunirse personalmente con el enviado norteamericano, Arthur Lee, pues temía que ello significaría un reconocimiento oficial de la independencia de estas colonias. La discreción y la ambigüedad de los españoles enmascaraban las dudas que seguía habiendo en la corte sobre cuánto debían mancharse las manos en una causa así.

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« Respuesta #73 en: 24 horas »

La entrada de Gálvez en la guerra
Incluso tras la importante victoria rebelde de Saratoga, Floridablanca siguió abogando por una mediación entre Londres y los rebeldes. Pesaba en su desconfianza hacia el conflicto el miedo a un contagio a Hispanoamérica, así como la creencia de que una rebelión de esas características alteraba «los sagrados derechos de todos los soberanos en sus respectivos territorios».

El fracaso de la mediación ofertada empujó al ministro de Carlos III a entrar, sin otra opción, con todo en el conflicto. El 12 de abril de 1779, Carlos suscribió en secreto la Convención de Aranjuez e inició las operaciones militares con Inglaterra. El centro de la ofensiva española estuvo en el Golfo de México. En 1779, el gobernador español de Luisiana, Bernardo de Gálvez, realizó varias incursiones por la orilla izquierda del río Misisipi destruyendo las fortificaciones británicas que controlaban la desembocadura, conectando con los colonos y estableciendo, a la española, pactos con los indios de la zona.

Gálvez aportó su vasta experiencia en la zona, grandes recursos materiales y 7.000 hombres (fuerza reseñable si se tiene en cuenta que no fue un conflicto con ejércitos de envergadura), de los cuales 1.500 eran indígenas, la mayor parte semínolas hispanizados, y todos bien adiestrados. En paralelo al avance por el Misisipi, el general Cagigal tomó en un rápido golpe de mano la Isla de Nueva Providencia, un enclave fundamental para los ingleses en las Bahamas.

En 1781, el propio Gálvez puso sitio a la plaza de Pensacola y recuperó el dominio completo de La Florida. Esta acción, a su vez, sirvió de distracción para los ingleses cuando se produjo la decisiva batalla de Yorktown, lo que supuso el fin militar de la Guerra de Independencia en América.

La guerra también estuvo presente en el Viejo Continente, con el enésimo intento por revertir lo acordado en el Tratado Utrecht medio siglo antes y con una intentona franco-española de desembarcar en la Isla de Wight. Al final, Gibraltar siguió en manos británicas y la nueva «Armada Invencible» fracasó, pero, por lo demás, la guerra que dio lugar a la Independencia de las Trece Colonias concluyó en el resto de frentes con un éxito sin igual para Carlos III.

La impresionante campaña de Don Bernardo de Gálvez en Florida situó al Imperio español en una posición ventajosa que Aranda se encargó de certificar vía diplomática. Por lo firmado en septiembre de 1783, España recuperó Menorca, conquistada previamente en un rápido golpe de mano, la costa de América Central y Florida.

Dos imperios para un solo continente
España alcanzó con esta victoria su máxima expresión territorial y sirvió a Carlos III para desquitarse por lo ocurrido en la Guerra de los Siete años. Sin embargo, como relata el historiador Roberto Fernández en su libro «Carlos III: Un monarca reformista» (Espasa, 2016), las tres consecuencias negativas del conflicto, la letra pequeña, es que el país quedó con las arcas públicas vacías, la revolución resultó un espejo en el que mirarse las minorías criollas en el futuro y, ante todo, contribuyó al nacimiento de una nación peligrosa para los intereses del Imperio español.
Con la independencia se pudieron desarrollar plenamente las Trece Colonias, de manera que, si en 1775 tenían 2,5 millones de habitantes, en 1817 habían pasado a 8,5 millones. La expansión hacia el oeste y el sur, controlados por España, resultó más pronto que tarde una parada obligada para EE.UU.

Tras la firma de la Paz de Versalles, España aún tardaría mucho en reconocer la nueva soberanía de los EE.UU, cuyo nacimiento tanto había alimentado. En el futuro inmediato, los enfrentados intereses comerciales y territoriales de ambos países impidieron una buena vecindad entre EE.UU. y España. La libre circulación por el Misisipi y la salida de los estadounidenses al golfo de México y al Caribe fueron los principales motivos de choque, pues los barcos de la nación de George Washington aspiraban a lucrarse mediante el contrabando en estos mares. Las relaciones no se normalizaron algo hasta el reinado de Carlos IV, mediante el Tratado de San Lorenzo de 1795.

El afán expansionista de EE.UU. y su vocación republicana eran incompatibles con la existencia de un gigantesco imperio europeo y monárquico enclavado en aquel continente. Así quedó claro, en 1848, cuando tras una guerra desigual entre México y EE.UU. el primero tuvo que ceder la mitad de su territorio, esto es, la mitad de Nueva España, al segundo por medio del Tratado de Guadalupe Hidalgo. Como bien avisó la Doctrina Monroe: «América para los americanos». Pero, más bien, para los americanos más blancos y más al norte.
César Cervera @C_Cervera_M
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« Respuesta #74 en: 24 horas »

Así profanaron la tumba del Cid Campeador las tropas francesas de Napoleón: huesos dispersos por el mundo
10.01.2021.-

Las tropas napoleónicas arrasaron con cualquier objeto valioso del templo, entre ellos los restos del Cid y su familia. Solo cuando el general Thiebault, conocedor del personaje, quiso congraciarse con el pueblo de Burgos se pudieron recuperar algunos de los restos.

En lo más alto de su poder, el 10 de julio de 1099, cinco días antes de la toma de Jerusalén por los cruzados, falleció Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid, a causa de muerte natural. Cuando dos años después los almorávides conquistaron Valencia, Doña Jimena se llevó consigo los restos mortales de su marido, que fueron depositados en en el atrio del Monasterio de San Pedro de Cardeña, un templo levantado en el siglo IX, a diez kilómetros de Burgos, que en la actualidad es morada de una comunidad de hermanos trapenses pertenecientes a la orden Benedictina.

Doña Jimena eligió el Monasterio de San Pedro de Cardeña como tumba para su marido, y para ella, porque, según la leyenda, fue allí donde el héroe castellano dejó a su esposa e hijas allí tras ser desterrado en 1081 por Alfonso VI. Años después, Alfonso X El Sabio honraría su memoria construyendo en la capilla mayor un gran sepulcro labrado con las palabras: «Aquí yace enterrado el Grande Rodrigo Díaz, guerrero invicto, y de más fama que Marte en los triunfos». Los restos del Cid fueron embalsamados y el Rey mostró todo su reconocimiento público.

En el siglo XV, unas obras en el cenobio forzaron un nuevo traslado a la entrada de la sacristía para ser colocada la tumba sobre cuatro leones de piedra. Pero no terminó ahí el periplo de los huesos del Cid... En el año 1541, la tumba fue relegada al lateral de la abadía, hasta que el condestable Pedro Fernández de Velasco reclamó al Emperador Carlos V que los monjes volvieran a dejar al héroe en su localización original. En 1736, los restos fueron llevados a una capilla de nueva creación, la de San Sisebuto.


La profanación del héroe
El monasterio, donde 200 monjes habían sido martirizados durante la conquista musulmana, se convirtió gracias a la historia que rezuman sus paredes en un lugar de peregrinaje para los castellanos. Isabel la Católica, Felipe II y Felipe III no dudaron en presentar sus respetos al Campeador. Pudo ser así hasta la Guerra de Independencia, donde el expolio cultural francés también se extendió al monasterio burgalés.

Las tropas napoleónicas arrasaron con cualquier objeto valioso del templo, entre ellos los restos del Cid y su familia. Solo cuando el general Thiebault, conocedor del personaje, quiso congraciarse con el pueblo de Burgos se pudieron recuperar algunos de los restos. El 19 de abril de 1809 se celebró un acto lleno de pompa y de solemnidad para sepultar al Cid en un mausoleo que, para la ocasión, se levantó en el Paseo del Espolón. A la marcha de los franceses, los monjes solicitaron al Ayuntamiento de Burgos que los restos fueran devueltos al Monasterio de San Pedro de Cardeña, pero no obtuvieron una respuesta positiva hasta 1826.

Las desamortizaciones que sufrieron las propiedades eclesiásticas durante buena parte del siglo volvieron a dejar lo que quedaba del Cid a expensas de profanadores, de modo que fueron resguardados en la capilla de la Casa Consistorial de Burgos. Desde 1921 reposan junto con los de su esposa Doña Jimena en el crucero de la Catedral de Burgos, como bien explica Leyre Barriocanal y Ana Fernández «Los Huesos del Cid y Jimena: expolios y destierros», editado por la Diputación de Burgos en 2013 .

La profanación francesa y el abandono dieron como resultado que los restos óseos se dispersaran por Francia y la República Checa, así como el disparate de que con todos los huesos que se dicen hoy procedentes de Don Rodrigo se podrían montar tres o cuatro hombres. Pero, ¿para qué querían los franceses los restos de un héroe castellano de la Edad Media? Lo cierto es que durante los siglos XVI y XVII la influencia cultural de la España imperial extendió la lengua castellana y la forma de vestir «a la española» a muchas cortes europeas que querían imitar a la potencia hegemónica. La historia del Campeador se popularizó en aquellos siglos en Francia tanto con la lectura del «Cantar del Mío Cid» como, sobre todo, tras el estreno de la obra de teatro «Le Cid», de Pierre Corneille, en 1636.

Españoles por el mundo
Al calor de su popularidad a ambos lados del Pirineos, el conde de Salm-Dick y el barón de Delammardelle se apropiaron de gran parte de los restos mortales durante la invasión napoleónica. El primero terminó por regalárselos al príncipe alemán Carlos Antonio de Hohenzollern, pasando a formar parte del museo particular de su castillo de Sigmaringen, en el sureste de Alemania. El gobierno español consiguió que esos restos regresaran a España a finales del XIX. No obstante, el resto se perdió por distintas ubicaciones, entre ellas Brionnais, en la Borgoña francesa, y el palacio checo de Lazne Kynzvart.
El egiptólogo, dibujante y coleccionista francés Vivant Denon hizo acopio de muchos de estos huesos. Es más, el francés se arrogó la devolución de una parte del cráneo del Cid al monasterio burgalés en el invierno de 1808-1809 en medio de grandes escenificaciones, pero, en secreto, se guardó para su colección particular unas cuantas piezas. En 1825, a la muerte de Denon, se subastó un reliquiario que atesoraba huesos del Cid y de Jimena, de Molière y La Fontaine, y de los eternos amantes Abelardo y Eloísa. Aparte de un trozo de la camisa ensangrentada de Napoleón y del bigote del rey Enrique IV de Francia. Denon guardaba incluso la mitad de un diente del divino Voltaire

Como recuerdo de que el Cid es tanto un personaje histórico como uno literario, en la sede de la Real Academia Española de la Lengua se conserva también un fragmento del cráneo desde 1968 a raíz de la pasión de uno de sus miembros por el Campeador. Con motivo del 99 cumpleaños de Ramón Menéndez Pidal, una comisión de académicos acudió a su domicilio a homenajearlo y llevarle como presente un hueso del cráneo del héroe. Según recogen las actas de la RAE, el casi centenario filólogo observó el fragmento de cráneo «con conmovedor silencio» y que después lo besó «devotamente». El mismísimo Camilo José Cela hizo las gestiones para hacerse con la reliquia con su anterior propietaria, la condesa Thora Darnel-Hamilton, quien a su vez lo había heredado de su abuelo.
César Cervera
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« Respuesta #75 en: 24 horas »

Alfonso XIII: el hijo póstumo de un rey, que se dio al desenfreno con numerosas amantes y que dilapidó su fortuna al quedarse "en paro".
17.05.2022.-

El 17 de mayo de 1902, hace hoy justo 120 años, Alfonso XIII, bisabuelo del Rey Felipe, cumplía 16 años, su mayoría de edad, y ese mismo día asumió de facto la Corona jurando la Constitución en el Congreso de los Diputados. Fue rey desde su nacimiento, caso sin precedentes en nuestra historia, pues cuando murió de tuberculosis con 27 años su padre Alfonso XII, su esposa, la reina María Cristina, estaba embarazada de tres meses, siendo por tanto hijo póstumo.

Algo que dio lugar a una regencia de 17 años en la que María Cristina, que se había casado con Alfonso XII tras enviudar este de su adorada prima Mercedes, ostentó la monarquía parlamentaria bajo la supervisión de los líderes de los dos partidos que se turnaban en el poder: los conservadores de Cánovas y los liberales de Sagasta.

Nacida archiduquesa de Austria, María Cristina era una mujer austera, rígida, y extremadamente religiosa, tanto que la apodaban "doña Virtudes". Aunque ejerció la regencia con acierto y escrupulosa neutralidad, para ella fue una liberación traspasarle el trono a su hijo, centrándose a partir de entonces en su religión y sus obras de caridad. "Quiero dar a mi madre testimonio de mi entrañable afecto... disponiendo que durante toda su vida conserve el rango y los honores de reina consorte", decía el primer decreto firmado por el rey.

Alfonso XIII era un hombre listo aunque no demasiado culto, políglota, pues hablaba ingles, francés y alemán, simpático y muy campechano. Integraba en su carácter una curiosa mezcla de hedonismo frivolón plasmado en su afición por la caza, los caballos y los automóviles, con un amor desmedido por España, a la que intentó modernizar y equiparar a las potencias europeas. Como ejemplo, la construcción del hotel Ritz de Madrid, establecimiento de lujo que solo existía en París y Londres, fue una apuesta personal suya.
Educado en la prestigiosa escuela militar británica de Sandhurst, recibió formación de rey-soldado, pero su admiración por la milicia unida a su afán por intervenir en política sería su perdición, plasmada en los nombres de dos militares: Primo de Rivera, que con el apoyo del monarca ejerció la dictadura de 1923 a 1930, cosa que los liberales jamás perdonaron, y Francisco Franco.
Este último, tras sus éxitos en la guerra con Marruecos, se había convertido en el niño mimado de Alfonso XIII que le concedió la medalla militar, le nombró director de la flamante academia de Zaragoza y hasta fue padrino de su boda con Carmen Polo, representado por el alcalde de Oviedo. "Elegí a Franco cuando no era nadie, él me ha traicionado y engañado a cada paso", reconocería posteriormente con amargura tras asumir que tras ganar la Guerra Civil, jamás le devolvería el trono.

Otra de sus grandes frustraciones fue el fracaso de su matrimonio con Victoria Eugenia de Battenberg, celebrado el 31 de mayo de 1906. Nieta de la reina Victoria de Inglaterra, era una imponente rubia de ojos claros y costumbres modernas, pues fumaba y bebía copas, que conquistó a primera vista al monarca durante un baile en el palacio de Buckingham. Se casaron muy enamorados, pero los problemas de salud de sus hijos por la hemofilia que Ena, como la apodaban, trasmitía en sus genes, enfriaron la pasión del rey, que se dio al desenfreno con numerosas amantes, entre ellas la actriz Carmen Moragas. Murieron de dicho mal dos de sus cuatro hijos varones, Alfonso y Gonzalo, quedando sordomudo otro de ellos, Jaime. El único sano fue Juan, el tercero de ellos, padre del Rey Juan Carlos, y las chicas, Beatriz y Cristina, pues la hemofilia no afectaba a las mujeres.

La proclamación la de II República en 1931 tras unas elecciones municipales que se presentaron interesadamente como plebiscito entre monarquía y república, decidieron al rey a abandonar España e instalarse inicialmente en París "para no lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil" cosa que pese a todo sucedería. Aunque no tuvo protagonismo en el golpe militar de Franco, su corazón estaba con el bando sublevado, al que incluso donó un millón de pesetas, creyendo ingenuamente que Franco le devolvería el trono al acabar la contienda, cosa que no ocurrió.

Sin Corona ni esperanzas de recuperarla y separado de Victoria Eugenia desde 1933, en que ella se marchó con su familia a Londres y luego se estableció en Lausana, su vida carecía de sentido: "Soy un rey en paro", bromeaba con amargura. Se dedicó a viajar, dilapidando su gran fortuna en los más lujosos hoteles y restaurantes de Europa, Oriente Medio y La India, hasta que se afincó definitivamente en Roma. El 28 de febrero de 1941, tras ceder sus derechos a su hijo Juan, falleció con 55 años de una angina de pecho en el exclusivo hotel Le Grand de la ciudad eterna, en cuya suite real residía. Sus últimas palabras fueron "Dios mío, España", su gran obsesión, ya que según Churchill, Alfonso XIII nunca acabó de asimilar "sentirse violentamente rechazado por la nación de la que estaba tan orgulloso".
CONSUELO FONT
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« Respuesta #76 en: 24 horas »

«Los españoles luchaban como diablos»: el secreto que revolucionó la guerra mundial durante cinco siglos.
09.05.2024.-

El cambio introducido por Gonzalo Fernández de Córdoba en su Ejército le dio a España el poderío militar en el mundo y transformó la forma de combatir hasta la llegada de las armas de destrucción masiva en el siglo XX.

Para ver el alcance de la transformación radical sufrida por el Ejército español durante la gestación de España como país y en los primeros pasos del Imperio, podemos leer una de las crónicas antiguas que contaron lo ocurrido en la batalla de Nördlingen, en la colina alemana de Albuch, el 5 de septiembre de 1634. Se enfrentaban 21.000 soldados hispano-imperiales –entre los que destacaban los Tercios españoles de Flandes, Sicilia y Sagunto– contra 18.000 germano-suecos dentro de la Guerra de los Treinta Años.

«Estuvieron seis horas enteras sin perder pie, acometidos dieciséis veces, con una furia y un tesón increíbles; tanto, que los alemanes decían que los españoles peleaban no como hombres, sino como diablos», aseguraba la crónica. A parecer, en medio de las cargas despiadadas de los regimientos protestantes suecos, el mariscal de campo Martín de Idiáquez dio la orden a los 1.800 hombres de su tercio –todos vestidos con sus colores vivos, su lazo rojo en el brazo, su chambergo de plumas blancas y sus picas, mosquetes, arcabuces, ballestas y espadas–, de que no retrocedan bajo ninguna circunstancia.

Los españoles tenían que hacer el esfuerzo para no venirse abajo al observar las ingentes cantidades de sangre que veían bajo sus piés, debían resistir como fuera, tal y como ocurrió. Tras dos días de duros combates, el Ejército protestante se derrumbó, al igual que había ocurrido otras muchas veces con los todopoderosos tercios españoles entre 1534 y finales del siglo XVII. Había pasado un siglo y medio desde su formación, toda Europa era consciente de que aquellas eran todavía las mejores unidades militares del mundo.

Los cambios introducidos en el Ejército por Gonzalo Fernández de Córdoba, que pasó a la historia como el Gran Capitán, a finales del siglo XV no solo le dieron a España el poderío militar todo el mundo durante un siglo y medio, sino que revolucionaron la forma de combatir en Europa y el resto del planeta hasta la llegada de las armas de destrucción masiva a comienzos del siglo XX. De hecho, tres siglos después de su desaparición, los tercios de infantería española todavía se comparan con las temidas legiones romanas o las falanges macedónicas creadas por Filipo II y usadas por su hijo Alejandro Magno.

El interés por los tercios.
La pasión que despiertan los tercios es tan grande que, en los últimos años, se ha renovado el interés por la peripecia que demostraron a la hora de controlar el viejo continente una guerra tras otra. Las hazañas de sus soldados llenan en la actualidad todo tipo de conferencias y recreaciones a cielo abierto, generan millones de comentarios en las redes sociales, inspiran nuevos libros y hasta empujan a los aficionados a abrir librerías especializadas. Y podemos decir, sin lugar a dudas, que el culpable es el Gran Capitán, noble y militar castellano nacido en Montilla (Córdoba) en 1453.

Hablamos del considerado aún hoy como uno de los mejores soldados de la historia de España. Los expertos se refieren a él con títulos tan significativos como «el primer general moderno», «el padre de la guerra de trincheras» o «el Wellington español». Un comandante excelente, un innovador perspicaz que inspiró la creación de los mencionados tercios con sus coronelías, unas unidades de maniobra más pequeñas, pero más eficaces que las que tenían dimensiones más grandes y combatían bajo un mando unificado. Este fue el verdadero secreto que revolucionó la guerra como nunca antes durante los cinco siglos siguientes.

Dentro de este hito hay otros pequeños hitos, como que Fernández de Córdoba fue el primer general que ideó un sistema para explotar con éxito las armas de pólvora en un ejército de finales de la Edad Media. Pero lo importantes fueron estas coronelías, cada una de las cuales estaba formada por un número variable de soldados de infantería que se agrupaban bajo las órdenes de un coronel. Este actuaba de mando intermedio entre los capitanes de las compañías y el capitán general del ejército.

Un largo camino.
Fernández de Córdoba, sin embargo, no creó esta organización de la noche a la mañana, sino en el transcurso de una serie de batallas de la Guerra de Granada (1482-1492), de la Primera guerra italiana (1494-1498) y, especialmente, de la Guerra de Nápoles (1501-1504), con aquel épico enfrentamiento en Ceriñola que ya contamos en ABC Historia. Fue en estas primeras aventuras militares, bajo la supervisión de Alonso de Cárdenas, el gran maestre de la Orden de Santiago, donde aprendió el oficio y se erigió como uno de sus guerreros más notables, siempre en primera línea del frente.

Nuestro protagonista comenzaba a experimentar con una nueva formación militar en la que mezclaba artillería e infantería con una caballería mucho menor que la usada durante la Edad Media. Su éxito fue tal que, cuando conquistó Granada en 1492, fue nombrado uno de los negociadores de las condiciones de la rendición. Como recompensa a sus servicios, los Reyes Católicos le concedieron tierras y le pusieron al frente del Ejército que fue enviado en ayuda del Reino de Sicilia, cuando Carlos VIII comenzó a invadir Italia dos años después.
Su elección causó recelos entre los generales más experimentados, ya que no le veían capaz de enfrentarse al Rey francés con una expedición relativamente pequeña como la suya, formada por 5.000 soldados de infantería y 600 de caballería ligera. Sin embargo, fue una batalla en campo abierto de la que aprendió que era mejor combinar el sitio de las ciudades con una cobertura de caballería ligera móvil. A partir de ese momento explotó esa nueva táctica con ingenio, apoyado por la superioridad naval que le ofrecía la Liga Santa formada por los Reyes Católicos para mermar el poder de los galos en la costa.

Éxito y recelos.
El resultado fue tan exitoso que, en dos años, ocupó Nápoles y todo el sur de Italia. En su última operación expulsó a los franceses de Ostia, el puerto de Roma, a petición del Papa Alejandro VI, el cual le otorgó también importantes condecoraciones como la Rosa de Oro y el Estoque Bendito. A raíz de ello, pudo regresar a España como un héroe. Sin embargo, en casa se encontró con los primeros reproches y ataques de Fernando de Aragón, pues el Rey no era partidario de la transformación que este estaba llevando a cabo.

Fernández de Córdoba llegó a esa convicción cuando percibió que sobraban ballesteros y faltaban arcabuceros, de manera que incrementó estos últimos para lograr mayor contundencia y sorpresa. Por otro lado, la infantería fue dotada de espadas cortas, rodelas y jabalinas para poder infiltrarse entre las compactas formaciones del enemigo. Fue entonces cuando decidió organizar la tropa en compañías mandadas por un capitán, formadas a su vez por varias unidades nuevas, las coronelías, con aproximadamente 6.000 hombres cada una, que podían combatir en todos los terrenos, soportar grandes marchas y, sobre todo, realizar trabajos de todo tipo, como atrincheramientos y fortificaciones. Entendió, en definitiva, que las guerras modernas debían librarse trabajando en equipo.

Aunque el Gran Capitán había caído en desgracia, todo cambió cuando los turcos atacaron la costa Dálmata. El Papa Alejandro VII, el dogo de Venecia y el Rey de Francia formaron una nueva Liga para expulsarlos y, curiosamente, le ofrecieron el mando a los Reyes Católicos, pero con una condición: Gonzalo Fernández de Cordoba debía dirigir las tropas. Tras las primeras victorias se reconcilió con su monarca, pero donde cambió realmente la historia y se ganó su apodo fue en la batalla de Ceriñola, donde puso en marcha un nuevo tipo de lucha dirigida casi como un asedio, con una trinchera como foco del combate y un bastión de apoyo para cañones y mosquetes del ejército.

La batalla apenas duró una hora y fue una auténtica paliza. La táctica fue perfecta y reflejó la importancia que, desde ese momento, tendrían la fortificación y la elección del terreno. «El Gran Capitán demostró también que la victorias se lograrían con la infantería. Al utilizar compañías formadas por soldados distribuidos en tercios, es decir, en tres partes: arcabuceros, rodeleros —soldados con armadura muy ligera armados de espada y rodela, el típico escudo circular de origen musulmán— y piqueros. Se adelantó cuatro siglos a Napoleón, huyendo de la guerra frontal y utilizando las tácticas envolventes y las marchas forzadas de infantería», explica Juan Granados, autor de la novela histórica 'El Gran Capitán' (Ed. Edhasa). Israel Viana
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ADN revela que restos de Cristóbal Colón se encuentran en la Catedral de Sevilla.
03.09.2024.-

Sus orígenes son muy discutidos, pero los expertos se inclinan a asegurar que era genovés y que posiblemente nació el 31 de octubre de 1451.

Cristóbal Colón es una de las figuras más conocidas de la historia. Sin embargo, hay muchas cosas sobre su vida que no se tienen muy claras. Por ejemplo, sus orígenes son muy discutidos, pero los expertos se inclinan a asegurar que era genovés y que posiblemente nació el 31 de octubre de 1451. No obstante, hay algo que sí se sabe de él, y con mucha certeza, y es que  murió en Valladolid el 20 de mayo de 1506.
Se dice que falleció en la ciudad castellana en 1506, posiblemente por complicaciones derivadas de una gota que llevaba años padeciendo. Se encontraba allí debido a que seguía a la corte itinerante de Fernando el Católico.

Sus restos fueron sometidos a un proceso llamado descarnación, y el funeral se llevó a cabo en la Iglesia de la Antigua de Valladolid. Fue enterrado inicialmente en el Convento de San Francisco de Valladolid.

Traslados

En primera instancia, a petición de su hijo Diego, en 1509 sus restos fueron trasladados a Sevilla, concretamente al Monasterio de la Cartuja, probablemente por el cariño que sentía Colón hacia este lugar.

Años más tarde, en 1544, la tumba de Colón fue trasladada a la capilla mayor de la iglesia catedral de Santo Domingo. Se tiene registro de este traslado por el historiador del siglo XIX Antonio López, que cuenta que el cuerpo fue llevado hasta la actual República Dominicana en una carabela en 1536. La razón de este traslado se dice que fue por un deseo del genovés de ser enterrado en la isla de La Española, lugar que exploró en uno de sus viajes al Nuevo Mundo.

Tras el Tratado de Basilea, que cedió parte de la isla a Francia, se dispuso a mover nuevamente al navegante, pero esta vez a La Habana. Llegó a La Habana en 1796, y casi un siglo después Colón fue nuevamente trasladado. Luego de que España perdiera la guerra de independencia cubanaen 1898, sus restos fueron embarcados en el crucero Conde de Venadito, en el que llegaron a Cádiz y posteriormente a Sevilla, donde se encuentran.

Teorías sobre sus restos

A pesar de que desde hace años el almirante se encuentra en España, muchos argumentan que una buena parte de sus restos  siguen en Santo Domingo. Otros dicen que en realidad nunca fue trasladado y que está en su totalidad en la isla caribeña.

En 1877 se produjo una controversia. En la Catedral de Santo Domingo apareció una caja de plomo que contenía fragmento de huesos y que llevaba una inscripción que decía «Varón ilustre y distinguido Cristóbal Colón». Estos restos fueron posteriormente trasladados al Faro a Colón, monumento construido en Repúblicana Dominicana para homenajear al navegante.

Se dice que esto ocurrió porque, a la hora de exhumar los huesos en la catedral, no se tenía muy claro cuál era la tumba de Colón, debido al mal estado generalizado de los sepulcros, por lo que se tomaron huesos de otros restos, dejando así parte de los correspondientes a Cristóbal Colón en Santo Domingo.

Para acabar con la incertidumbre, se inició un estudio de ADN de ambos esqueletos: el de Sevilla y el de Santo Domingo. Sin embargo, este no continuó en República Dominicana. En cambio, en Sevilla sí se hicieron algunas pruebas y se determinó que los restos que descansaban allí sí eran los de Cristóbal Colón.

Colón descansa en la Catedral de Sevilla

Si viajas a Sevilla, una de las visitas imprescindibles es a la catedral de la ciudad. No solo podrás ver y disfrutar de una construcción impresionante que agrupa estilos artísticos: renacentista, barroco, gótico tardío y almohade, sino también ver la tumba de Cristóbal Colón y su ornamentación.

La tumba se encuentra del lado derecho del crucero y el conjunto escultórico fue realizado por el madrileño Arturo Mélida. Este lo concibió como una procesión fúnebre con cuatro heraldos, que representaban los reinos de la monarquía española de entonces. Entre los que más destacan figura el de Castilla y León.

El pedestal en el que se alza el conjunto tiene una inscripción en la que se lee: «Cuando la isla de Cuba se emancipó de la Madre España, Sevilla obtuvo el depósito de los restos de Colón, y su Ayuntamiento erigió este pedestal».

Para visitar la tumba del genovés debes acceder a la catedral de Sevilla, que es de pago, excepto cuando se están llevando a cabo oficios religiosos. La entrada general a la catedral cuesta 10 euros, pero hay opciones reducidas de 50% para pensionistas y estudiantes.
Nastasja Vásquez
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