31-3-16
EL ORÍGEN INCIERTO DEL PUEBLO ETRUSCO
El pueblo de los etruscos constituyó en la península italiana, entre el 1000 AC y el 400 AC, una de las culturas más interesantes, misteriosas y trascendentes del hemisferio occidental y hasta el día de hoy, motivo de apasionadas discusiones y polémicas entre historiadores y arqueólogos, particularmente las relacionadas con su origen, que hasta la fecha no ha sido posible determinar con exactitud.
Durante siglos se pensó que los etruscos no existieron o que eran una especie de pueblo mitológico, paradójicamente esa creencia vulgar, era lo que justamente quisieron hacer creer los romanos, que se vanagloriaban de su pasado greco/fenicio cuando realmente, ellos eran invención etrusca.
Por ese espurio motivo, es que la mayor obra histórica sobre Etruria, cuyo autor fue el emperador Claudio, fue destruida en cuanto este murió, quedando hoy solo unos pocos fragmentos privándonos de un material de investigación incomparable para conocer con más detalle a esta magnífica y enigmática civilización que junto con la micénica es cuna de nuestra propia civilización.
Claudio tuvo la perspicacia de entender que ante él estaban muriendo en Roma los últimos etruscos de pura sangre, y atraído por el pasado legendario que se les atribuía, pasó varios años compilando un detallado, monumental trabajo de etruscología, especialmente enfocado en la cultura y la lengua de ese misterioso pueblo.
Los romanos de la época, especialmente los miembros de las clases cultas, sostenían que el origen de los romanos eran los sobrevivientes de la Guerra de Troya, y así lo cantaba Virgilio en La Eneida; es de suponer que esa sociedad no veía con buenos ojos que la Historia descubriese que los altivos dueños del Mediterráneo provenían de los etruscos, un pueblo considerado bajo, inculto y primitivo.
Lamentablemente la obra de Claudio no lo sobrevivió, ya que fue destruido a poco de la muerte de su autor, suponiendo así que se preservaba el origen mitológico y cuasidivino de los fundadores de Roma.
Se dice a veces muy superficialmente que Roma aniquiló a los Etruscos, cosa ya de por sí sospechosa, ya que los romanos asimilaban más bien que aniquilaban; Roma, cierto es, aplastó políticamente a los etruscos cuando estos se aliaron con los cartagineses de Aníbal, pero para esa época la cultura etrusca hacía ya 500 años que infiltraba a la romana hasta los huesos, en su escritura, en sus leyes, en el arte, en sus acueductos, en sus artes adivinatorias, en la toga purpurada, los pontífices, la silla curul, las fasces con el hacha, los lictores, los anfiteatros, las calzadas, la Cloaca Máxima (aún funciona…!), el ancla…! que revolucionó la navegación...etc. etc.
Pero ya en el siglo I durante el gobierno de Octavio, hacía más de 150 años que no quedaban rastros culturales de lo etrusco, los individuos aislados que se encontraban, eran considerados parias y objeto del máximo desprecio (el célebre Mecenas fue una notable excepción), ningún romano de esa época alegaría ser descendiente de etruscos, mucho menos los miembros de las clases más acomodadas.
Reitero que los romanos se consideraban un pueblo de inmigrantes venidos de Grecia y Fenicia y que fueron los dioses quienes los trajeron a las colinas del Tíber, por eso su interés en borrar todo recuerdo de los etruscos.
Massimo Pallottino el eminente arqueólogo italiano, ha sostenido que la pregunta planteada acerca de los orígenes o procedencia etrusca, es irrelevante porque la civilización etrusca es un producto italiano único, un fenómeno cultural que no se encuentra en ningún otro sitio que no sea la península italiana.
Pero no todos concuerdan, y como dije antes, existe un acalorado debate sobre los orígenes del pueblo etrusco, con claras connotaciones etnocéntricas de corte clasista y nacionalista, que no poco enturbian la cuestión de fondo.
El debate académico consiste en el hecho de que, después de siglos de investigación de los Etruscos, la introducción de innovaciones científicas y avances tecnológicos y metodológicos, los términos del debate en cuanto a origen etrusco permanecen polarizados en dos teorías diametralmente opuestas, básicamente en las mismas condiciones generales que se debatieron miles de años atrás por Herodoto y Dionisio de Halicarnaso.
Para entender la cuestión. debemos revisar brevemente su contenido.
El primer historiador en abordar la cuestión de los orígenes etruscos fue Herodoto, el historiador griego que a mediados del siglo quinto antes de Cristo, escribió un relato que describe a los etruscos como un grupo de inmigrantes de Asia Menor.
Así, según Herodoto, la civilización etrusca se deriva de la meseta de Lidia en Asia Menor. Varios otros historiadores griegos y romanos, como Virgilio, Ovidio y Horacio o Séneca comparten este punto de vista dando por hecho que los etruscos emigraron de su tierra de origen en Asia.
Por otro lado, esta teoría del origen etrusco, apoyada por la mayoría de los historiadores griegos y latinos, fue rechazada por el teórico griego Dionisio de Halicarnaso, que, durante la época de Augusto, escribió en antigüedades romanas que los etruscos eran una población autóctona de la península italiana.
Estas dos visiones contrapuestas, han dado forma al desarrollo posterior de esta discusión, creando básicamente, dos escuelas principales de pensamiento entre los arqueólogos y estudiosos.
La teoría que apoya el carácter autóctono de los etruscos ha sido desarrollada y promovida principalmente por etruscologistas italianos como Piranesi, Pallottino, y Torelli quienes afirman que la cultura de Villanova originaria de Italia, es la predecesora de los etruscos.
Mientras que otros arqueólogos no italianos, se decantan por la teoría del origen asiático de Herodoto, como Nicolás Freret, Barthold Niebuhr, o Karl Muller.