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Noticias Internacionales / Re:SITUACIÓN EN VENEZUELA
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La Constitución sería objeto de una profunda reforma en la relación de poder y competencia para reequilibrar las cosas y evitar que el caudillismo regrese en fuerza para inocular de sus perniciosas influencias a la institucionalidad y evitar el cíclico perjuicio a los conciudadanos y a sus derechos, a menudo desconocidos y violentados.
Un federalismo veraz y verosímil hay que definir y constitucionalizar, además de un giro que apunte al manejo de la economía para que el Estado atienda lo que es de su naturaleza y no se hipertrofie grosero como ha pasado.
Un fisco responsable y un elenco de reglas macroeconómicas y de la hacienda pública que encarrile para siempre las finanzas, conforme a criterios sobrios pero estrictos en la medida de lo posible, es el medio para realmente orientarnos hacia una gestión de desarrollo ecológico y de ponderación sostenible.
La sociedad económica debe desregularizarse y promover la iniciativa privada; garantizar el derecho de propiedad, limitar las exorbitancias con las que la potencia pública suele comportarse, pero, si bien desde una economía social de mercado perseguiríamos la justicia, la equidad, la subsidiariedad, deberemos revertir y derrotar la pobreza que nos avergüenza. Ese es el propósito estratégico pendiente para llegar a la dignificación de la persona humana hoy desfigurada. Esa es la prioridad.
Un cambio verdadero, una auténtica revolución ciudadana, tiene como punto de partida la educación. Un segmento del plan o programa nacional de desarrollo y reconstrucción que nos saque del atraso, el aburrimiento, la decepción y la melancolía que turba a nuestros muchachos, se inscribirá en la actualización tecnológica y la sociedad digital. Desde la base entonces, pagándole bien a los maestros y redimensionando la universidad para que produzca con calidad y competencia. El otro aspecto a trabajar desde abajo sería la ciudadanización en la humanización que tanta falta nos está haciendo, en este tiempo horrido, de resentimiento y de despersonalización.
Puedo seguir con lo que algunos con “conmiseración” llamarán mi fantasía, mi utopía, pero, ojalá sirviera para iniciar una travesía que nos traslade a otro espacio y no, como temo, al mismo escenario en el que hoy vegetamos.
Cambiamos, innovamos o perecemos diría en uno de sus textos el periodista e intelectual Andrés Oppenheimer y le creo.
@nchittylaroche
La Constitución sería objeto de una profunda reforma en la relación de poder y competencia para reequilibrar las cosas y evitar que el caudillismo regrese en fuerza para inocular de sus perniciosas influencias a la institucionalidad y evitar el cíclico perjuicio a los conciudadanos y a sus derechos, a menudo desconocidos y violentados.
Un federalismo veraz y verosímil hay que definir y constitucionalizar, además de un giro que apunte al manejo de la economía para que el Estado atienda lo que es de su naturaleza y no se hipertrofie grosero como ha pasado.
Un fisco responsable y un elenco de reglas macroeconómicas y de la hacienda pública que encarrile para siempre las finanzas, conforme a criterios sobrios pero estrictos en la medida de lo posible, es el medio para realmente orientarnos hacia una gestión de desarrollo ecológico y de ponderación sostenible.
La sociedad económica debe desregularizarse y promover la iniciativa privada; garantizar el derecho de propiedad, limitar las exorbitancias con las que la potencia pública suele comportarse, pero, si bien desde una economía social de mercado perseguiríamos la justicia, la equidad, la subsidiariedad, deberemos revertir y derrotar la pobreza que nos avergüenza. Ese es el propósito estratégico pendiente para llegar a la dignificación de la persona humana hoy desfigurada. Esa es la prioridad.
Un cambio verdadero, una auténtica revolución ciudadana, tiene como punto de partida la educación. Un segmento del plan o programa nacional de desarrollo y reconstrucción que nos saque del atraso, el aburrimiento, la decepción y la melancolía que turba a nuestros muchachos, se inscribirá en la actualización tecnológica y la sociedad digital. Desde la base entonces, pagándole bien a los maestros y redimensionando la universidad para que produzca con calidad y competencia. El otro aspecto a trabajar desde abajo sería la ciudadanización en la humanización que tanta falta nos está haciendo, en este tiempo horrido, de resentimiento y de despersonalización.
Puedo seguir con lo que algunos con “conmiseración” llamarán mi fantasía, mi utopía, pero, ojalá sirviera para iniciar una travesía que nos traslade a otro espacio y no, como temo, al mismo escenario en el que hoy vegetamos.
Cambiamos, innovamos o perecemos diría en uno de sus textos el periodista e intelectual Andrés Oppenheimer y le creo.
@nchittylaroche