41
Noticias Nacionales / Re:CATALUÑA
« Último mensaje por Brotes en 24 horas »... A LA SALVACIÓN DE EUROPA, COMO UN 'QUIJOTE'
Pasan unos minutos de las 12 y a la sala Anna Politovskaya, no ha llegado nadie más que Clara Ponsatí, la profesora de Economía que se refugió en Escocia -que sí ha podido regresar a Cataluña porque sólo está acusada de desobediencia-, que de vez en cuando alardea de incumplir las mínimas condiciones establecidas por el juez y que se muestra especialmente borde. «¿Son todos medios españoles ya catalanes, verdad?», pregunta a una asesora, aferrada a su ficción y tanteando el alcance de sus palabras. Aprieta unos folios que trae preparados.
Puigdemont se hace esperar e irrumpirá seguido de más de 50 personas, con su esposa como una más entre el grupo. Ella parece haber encajado la noticia de la derrota con naturalidad. Los tres europarlamentarios comparecientes hacen un intento en el estrado por aparentar normalidad, e incluso darle cierta épica a su capacidad para remontar los momentos desfavorables, pero están serios. Puigdemont anuncia recurso ante el Tribunal de Justicia Europeo y, probablemente consciente de que hay un sector del independentismo, más radical, que a estas alturas le ve lejano y que está apuntándose a una ola creciente de abstencionismo porque huye del posibilismo de ERC y de la inacción fáctica de Junts, se erige en símbolo. En román paladino, él, viene a decir, no está allí para resolver una situación personal gastándose una millonada en abogados pagados con el dinero de otros - la mayor parte de la cual, sin que nunca se haya aclarado cuánto, va a parar al bolsillo de Gonzalo Boye, condenado en su día por colaboración con ETA - mientras vive en su urna de cristal; él, que aclara que no es un traficante de armas ni de droga, sino a lo sumo un «traficante de referendos» (se le olvida la palabra ilegales), asegura que esta sentencia no cambia la situación porque no tenía pensado volver a España hasta no derrotar la estrategia del Estado desde una Europa que ahora deja mucho que desear pero que él va a cambiar con su presencia. «No será sólo por nuestra situación personal ni tan sólo por la independencia de Cataluña, sino como europeos preocupados por las derivas que pueda haber en este continente, que limiten derechos fundamentales», proclama (quizás aludiendo para su conveniencia en el auge de la extrema derecha), y a los allí presentes, que entre sí están a la greña, les recuerda que les representa porque «todos ellos sin excepción son víctimas de la represión».
Este solemne intento de aunar al independentismo en una estrategia común se lo cargó de un plumazo Clara Ponsatí segundos después, quien, leyendo los papelitos que portaba, delante de todo el mundo recordó al ex president que sólo «liberando al país liberaremos a los represaliados», que ya estaba bien de conformarse con «la gestión de las expectativas» y con la vía judicial, y que incluso arrancó un amago de aplauso de los presentes al proclamar con cierto efectismo que tenían «una misión que la Historia nos reclama».
Hubiera resultado extremadamente interesante estar presente en la comida posterior celebrada en dos reservados en el Multifuncional Institucional Restaurant del Parlamento, en la que se podía cortar con un cuchillo la tensión que había entre algunos de los comensales. Sin embargo, eso no era lo importante. Lo importante era saber cómo Puigdemont piensa librarse de nuevo de la cárcel y eso lo explicaron Toni Comin y Gonzalo Boye: recurriendo; pidiendo medidas cautelares para que se les permita seguir en sus puestos de diputados mientras el Tribunal Europeo decide; alegando que el Tribunal General es un tribunal técnico que no se ha atrevido a asumir sus argumentos e intentando que el nuevo tribunal revierta la sentencia que indica que han sido respetadas todas sus garantías porque, según dicen, Adrián Vázquez, eurodiputado de Ciudadanos, el presidente del Comité de Asuntos jurídicos que defendió que se levantara su inmunidad, está contaminado.
Minutos antes, el propio Adrián Vázquez, en la misma sala de prensa, les había descrito prácticamente como una organización mafiosa cuyos abogados se dedican a presionar a los funcionarios del Parlamento en acciones que han provocado que los miembros del Comité hayan recibido cartas amenazándoles de muerte. "Dos cartas con amenazas de muerte y una, graciosa, con mi cara puesta sobre un cuerpo de cerdo, dice Vázquez a Crónica. «Yo soy un demócrata que defenderé los derechos de estos tres señores y las garantías del proceso, como la justicia acaba de confirmar, lo que no es legítimo es socavar el orden constitucional", añade y explica que sus acusaciones son tan falsas como que la decisión final de conceder su suplicatorio fue votada por los 700 miembros del Parlamento, en una sesión en la que «hasta los tres afectados pudieron votar».
«Esta es una victoria aplastante pero falta la última puntilla», señala Vázquez. Y hasta el juez Llarena y la Fiscalía que están dispuestos a solicitar su detención, parecen estar teniendo cuidado con eso, por si los belgas, de nuevo, se inventan un nuevo obstáculo. La estrategia de Puigdemont es la de seguir ganando tiempo para que el Tribunal Europeo decida sobre su recurso lo más tarde posible, de modo que si pierden pero Bélgica no los ha entregado antes de las próximas elecciones europeas, en marzo de 2024, puedan presentarse y reiniciar todo el proceso. «Estamos rascando por si...», fue la expresión empleada por Comín.
Y cuentan con que, entonces, en España haya un gobierno del PP respaldado por Vox, no sólo porque esto alentaría a los independentistas decaídos sino porque podrían acudir a los tribunales europeos alegando que son víctimas de la represión de la extrema derecha. «Y lo harían sin que pudiera oponerse la fuerza que ahora tienen los liberales», apostillan desde Ciudadanos, que está en el grupo liberal y que ha estado muy activos durante todo este proceso. «En realidad, para nosotros los socialistas son el enemigo, porque con la migaja de los indultos nos han desactivado», señala un independentista próximo a Puigdemont. «Esta situación le reafirma como referente», señala otro, que asegura que las próximas elecciones serán muy importantes para clarificar muchas cosas en este sentido.
Angeles Escrivá
Pasan unos minutos de las 12 y a la sala Anna Politovskaya, no ha llegado nadie más que Clara Ponsatí, la profesora de Economía que se refugió en Escocia -que sí ha podido regresar a Cataluña porque sólo está acusada de desobediencia-, que de vez en cuando alardea de incumplir las mínimas condiciones establecidas por el juez y que se muestra especialmente borde. «¿Son todos medios españoles ya catalanes, verdad?», pregunta a una asesora, aferrada a su ficción y tanteando el alcance de sus palabras. Aprieta unos folios que trae preparados.
Puigdemont se hace esperar e irrumpirá seguido de más de 50 personas, con su esposa como una más entre el grupo. Ella parece haber encajado la noticia de la derrota con naturalidad. Los tres europarlamentarios comparecientes hacen un intento en el estrado por aparentar normalidad, e incluso darle cierta épica a su capacidad para remontar los momentos desfavorables, pero están serios. Puigdemont anuncia recurso ante el Tribunal de Justicia Europeo y, probablemente consciente de que hay un sector del independentismo, más radical, que a estas alturas le ve lejano y que está apuntándose a una ola creciente de abstencionismo porque huye del posibilismo de ERC y de la inacción fáctica de Junts, se erige en símbolo. En román paladino, él, viene a decir, no está allí para resolver una situación personal gastándose una millonada en abogados pagados con el dinero de otros - la mayor parte de la cual, sin que nunca se haya aclarado cuánto, va a parar al bolsillo de Gonzalo Boye, condenado en su día por colaboración con ETA - mientras vive en su urna de cristal; él, que aclara que no es un traficante de armas ni de droga, sino a lo sumo un «traficante de referendos» (se le olvida la palabra ilegales), asegura que esta sentencia no cambia la situación porque no tenía pensado volver a España hasta no derrotar la estrategia del Estado desde una Europa que ahora deja mucho que desear pero que él va a cambiar con su presencia. «No será sólo por nuestra situación personal ni tan sólo por la independencia de Cataluña, sino como europeos preocupados por las derivas que pueda haber en este continente, que limiten derechos fundamentales», proclama (quizás aludiendo para su conveniencia en el auge de la extrema derecha), y a los allí presentes, que entre sí están a la greña, les recuerda que les representa porque «todos ellos sin excepción son víctimas de la represión».
Este solemne intento de aunar al independentismo en una estrategia común se lo cargó de un plumazo Clara Ponsatí segundos después, quien, leyendo los papelitos que portaba, delante de todo el mundo recordó al ex president que sólo «liberando al país liberaremos a los represaliados», que ya estaba bien de conformarse con «la gestión de las expectativas» y con la vía judicial, y que incluso arrancó un amago de aplauso de los presentes al proclamar con cierto efectismo que tenían «una misión que la Historia nos reclama».
Hubiera resultado extremadamente interesante estar presente en la comida posterior celebrada en dos reservados en el Multifuncional Institucional Restaurant del Parlamento, en la que se podía cortar con un cuchillo la tensión que había entre algunos de los comensales. Sin embargo, eso no era lo importante. Lo importante era saber cómo Puigdemont piensa librarse de nuevo de la cárcel y eso lo explicaron Toni Comin y Gonzalo Boye: recurriendo; pidiendo medidas cautelares para que se les permita seguir en sus puestos de diputados mientras el Tribunal Europeo decide; alegando que el Tribunal General es un tribunal técnico que no se ha atrevido a asumir sus argumentos e intentando que el nuevo tribunal revierta la sentencia que indica que han sido respetadas todas sus garantías porque, según dicen, Adrián Vázquez, eurodiputado de Ciudadanos, el presidente del Comité de Asuntos jurídicos que defendió que se levantara su inmunidad, está contaminado.
Minutos antes, el propio Adrián Vázquez, en la misma sala de prensa, les había descrito prácticamente como una organización mafiosa cuyos abogados se dedican a presionar a los funcionarios del Parlamento en acciones que han provocado que los miembros del Comité hayan recibido cartas amenazándoles de muerte. "Dos cartas con amenazas de muerte y una, graciosa, con mi cara puesta sobre un cuerpo de cerdo, dice Vázquez a Crónica. «Yo soy un demócrata que defenderé los derechos de estos tres señores y las garantías del proceso, como la justicia acaba de confirmar, lo que no es legítimo es socavar el orden constitucional", añade y explica que sus acusaciones son tan falsas como que la decisión final de conceder su suplicatorio fue votada por los 700 miembros del Parlamento, en una sesión en la que «hasta los tres afectados pudieron votar».
«Esta es una victoria aplastante pero falta la última puntilla», señala Vázquez. Y hasta el juez Llarena y la Fiscalía que están dispuestos a solicitar su detención, parecen estar teniendo cuidado con eso, por si los belgas, de nuevo, se inventan un nuevo obstáculo. La estrategia de Puigdemont es la de seguir ganando tiempo para que el Tribunal Europeo decida sobre su recurso lo más tarde posible, de modo que si pierden pero Bélgica no los ha entregado antes de las próximas elecciones europeas, en marzo de 2024, puedan presentarse y reiniciar todo el proceso. «Estamos rascando por si...», fue la expresión empleada por Comín.
Y cuentan con que, entonces, en España haya un gobierno del PP respaldado por Vox, no sólo porque esto alentaría a los independentistas decaídos sino porque podrían acudir a los tribunales europeos alegando que son víctimas de la represión de la extrema derecha. «Y lo harían sin que pudiera oponerse la fuerza que ahora tienen los liberales», apostillan desde Ciudadanos, que está en el grupo liberal y que ha estado muy activos durante todo este proceso. «En realidad, para nosotros los socialistas son el enemigo, porque con la migaja de los indultos nos han desactivado», señala un independentista próximo a Puigdemont. «Esta situación le reafirma como referente», señala otro, que asegura que las próximas elecciones serán muy importantes para clarificar muchas cosas en este sentido.
Angeles Escrivá