Aquí estoy de nuevo con todos vosotros tras un pequeño paréntesis.
Diciembre, sí, otro año más llega la Navidad a nuestras vidas y yo, naturalmente, no puedo resistir la tentación de ponerme a escribir sobre el TEMA con mayúsculas en estas fechas: la Navidad. Personalmente adoro estas fiestas, pero según parece cada vez somos menos los encantados, la moda ahora es ser un Scrooge, ese malvado ser sin sentimientos que retrató magistralmente Dickens en su cuento "A Christmas Carol"ese maravilloso cuento de Navidad cuyo protagonista Ebenezer Sccrooge, un ser malvado, que odia a la humanidad en general y la Navidad en particular, incluso desea borrar del calendario estas entrañables fiestas navideñas... cada vez hay más scrooges, escucho a mucha gente decir esa frase convertida en muletilla "¡qué horror, ya tenemos las navidades encima!" o aquella otra "estoy deseando que pasen estas fiestas". Sí, parecen ser legión todos aquellos a los que los villancicos les chirrían, el muérdago les produce alergia, los que desearían que en el calendario se borrase diciembre por arte de magia, bueno diciembre y noviembre, porque la Navidad ahora empieza a finales de noviembre.
Los odiadores de la Navidad alegan en su defensa que estas fiestas son en realidad todo lo contrario de lo que pretenden, nada de amor y paz, nada de buenos sentimientos y solidaridad, ocurre que deprimen y estresan al personal y algo de cierto puede que haya en este negativo discurso, porque psiquiatras y psicólogos informan de un aumento de pacientes con depresión en estas fechas, incluso algún informe apunta que es la época del año con mayor número de suicidios...quién sabe, quizá la tristeza y la soledad pesan más en Navidad. Luego está el discurso de mal rollo que abomina del buen rollo navideño: que si es una estupidez esperar al último mes del año para ser buenos, amar y acordarnos del prójimo cuando tenemos doce meses para practicar, que si esto es hipocresía, que si desear felicidad en Navidad a gente que ni siquiera nos importa es esconder el rencor de todo el año tras una fachada bondadosa, que si es estúpido tener que ser feliz por decreto... y como guinda la historia del consumismo desatado, la fiesta de los grandes almacenes y bla,bla,bla. En fin, esta corriente parece estar de moda, incluso ya tienen nombre los detractores:los Grinch, como el personaje de los libros infantiles que robó la Navidad, este calificativo define a los amargadillos que no solo no disfrutan sino que intentan sabotear a los demás el placer de la alegría.
A mí me gusta la Navidad, en este sentido sigo siendo una niña con la misma ilusión; me encanta la ciudad iluminada, los escaparates brillantes, el Belén y el abeto, el movimiento en las calles, los buenos deseos del personal,falsos o auténticos -yo prefiero pensar que son verdaderos- y la solidaridad -falsa o de corazón- que estas fechas despiertan, cierto que esto debería ocurrir durante todo el año, pero bienvenido sea.
Disfrutemos de este ambiente de felicidad, por unos días respiremos esperanza que falta nos hace, abramos nuestros corazones y volvamos a la infancia por Navidad, sin olvidar el significado religioso que para muchos de nosotros tiene.
El único motivo que tengo para odiar la Navidad es que nunca me toca la lotería.
La Bruja de Gredos os desea feliz semana. Ya os felicitaré...