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HISTORIA

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VANIO:
1-12-15
EL ASEDIO MÁS LARGO DE LA HISTORIA, 21 AÑOS
Los que nacieron en el año 1648 en Candia (hoy Heraklion en la isla de Creta) no pudieron salir de las murallas de la ciudad hasta 1669: sufrieron el asedio más largo de la historia… 21 años.

En 1570, el Imperio Otomano invadió Chipre bajo dominio de la República de Venecia -cuenta la leyenda que de esta forma el sultán Selim II se aseguraba el suministro continuo de su vino preferido, el Commandaria-. Aunque se creó la Liga Santa (Corona de España, República de Venecia, República de Génova, los Estados Pontificios y la Orden de Malta) y derrotaron al Imperio Otomano en Lepanto (1571), Chipre permaneció bajo el domino turco durante tres siglos. La otrora rica República de Venecia comenzó a perder rápidamente sus posesiones de ultramar a manos de los turcos hasta que sólo quedó en sus manos la isla de Creta… aunque los turcos no necesitaban ninguna excusa para invadir la isla, un hecho puntual desató las hostilidades…
En 1645, los Caballeros de Malta atacaron un convoy otomano y se refugiaron en Candia (capital de Creta) con el botín… y el harén del sultán Ibrahim I. Craso error, tan craso como todas las mujeres del harén -el sultán estaba obsesionado con las mujeres obesas-. Una fuerza de 60.000 turcos desembarcó en Creta y en tres años tomaron toda la isla… excepto Candia que fue sitiada. La ciudad estaba protegida por 6.000 soldados y apenas contaba con suministros para aguantar un asedio largo. Cortaron el suministro de agua y bombardearon la ciudad durante varios meses, pero la ciudad no caía y la lucha en tierra se estancó. La única solución era hacerles llegar suministros por la cara norte de la fortaleza que daba al mar. La lucha continuó en el mar entre los venecianos y aliados contra los turcos por controlar las rutas marítimas que llevaban suministros a unos y otros. Las victorias en el mar se alternaban pero ninguno conseguía imponerse definitivamente a su oponente. Hubo dos intentos por romper el asedio desde dentro pero fracasaron, así como todos los intentos por tomar la ciudad por parte de los turcos.

En 1669, 21 años después, al capitán general Francesco Morosini sólo le quedaban 3.600 hombres para defender la fortaleza y apenas suministros para seguir aguantando. El 27 de septiembre se rindió la ciudad y los turcos permitieron que los sitiados abandonasen la ciudad con lo que pudiesen cargar.


Sitio de Candia

VANIO:
5-12-15
LA CARRERA DE LA VIDA O LA MUERTE
La ley del fratricidio impuesta por Mehmed II, sultán del Imperio Otomano, intentaba evitar las guerras civiles, como le había ocurrido a su abuelo Mehmed I, entre los posibles herederos al título de Sultán. Por esta ley, cuando era nombrado un nuevo Sultán, todos sus hermanos sobrevivientes eran estrangulados con una cuerda de seda. La mayor matanza tuvo lugar en la sucesión de Mehmed III, cuando 19 de sus hermanos fueron asesinados. Esta práctica fue abandonada en el siglo XVII por Ahmed I y sustituida por la prisión en la Kafes, “jaula”, un conjunto de habitaciones en el palacio de Topkapi (Estambul) donde los posibles sucesores al trono se mantenían bajo arresto y en constante vigilancia.
Y si esto hacían con los miembros de su familia, qué no harían con sus enemigos… En tiempos de Selim, apodado el Severo, en un período de 8 años ordenó la muerte de siete visires y otras 30.000 ejecuciones menores. Así que, lo lógico por la alta demanda de trabajo, habría sido crear un cuerpo específico de verdugos, pero ya tenían uno que se dedicaba a “podar y arrancar las malas hierbas“… los bostanci (“jardineros”). Los bostanci, cuerpo compuesto por unos 5.000 hombres, tenían tres funciones: guardia personal del Sultán, verdugos y el mantenimiento de los jardines de palacio.
La sentencia se comunicaba al reo mediante un curioso ritual: el bostanci le entregaba un sorbete, si era blanco se le perdonaba la vida pero si era rojo se le ejecutaba rápidamente (normalmente decapitación). Si el reo era un funcionario de alto nivel (visir, eunuco…), debía ser tratado directamente por el Bostanci Basha (el jefe de los jardineros) y, además, aunque el sorbete fuese rojo todavía tenía una oportunidad para salvar la vida: la carrera de la vida o la muerte.

El condenado a muerte y el Bostanci Basha debían competir en una carrera de unos 300 metros, desde los jardines de palacio hasta la Puerta del Mercado de pescado, en la zona Sur del palacio de Topkapi. Si ganaba el condenado se le conmutada la muerte por el destierro. Si, por otro lado, ganaba el Bostanci-Basha, allí mismo era ejecutado y su cuerpo arrojado al mar.

El último hombre que salvó su vida, al ganar esta carrera de vida o muerte, fue el gran visir Hacı Salih Pasha en noviembre de 1822.

Mehmed II

VANIO:
15-12-15
¿DESCIENDEN LOS ANDALUCES DE LOS MOROS?
Antes de nada, me gustaría precisar que el término moro viene del latín maurus, el gentilicio de los habitantes de la provincia romana de Mauritania o Mauretania, zona del norte de África que correspondía a la costa mediterránea de lo que hoy es Marruecos y que nada tiene que ver con el actual país de Mauritania. Como todos sabemos, las oleadas que atravesaron el estrecho de Gibraltar y llegaron a la península Ibérica en 711 eran casi en su totalidad bereberes recientemente islamizados procedentes de esta zona -árabes, lo que se dice árabes, escasos-. Por extensión,  el termino moro acabó por utilizarse para denominar al que profesaba la religión islámica y al musulmán que habitó en España desde el siglo VIII hasta el XV.

Dicho lo cual, la respuesta al título está mucho más cerca del no que del sí. No me atrevo a decir un NO (rotundo) porque casi ocho siglos dan para mucho, pero podemos decir que su legado genético y fisonómico es mínimo comparado con el de otros.
Y ahora vamos al lío…

La ley islámica permití­a que los moros “emparentasen carnalmente” con cristianas (emires, califas y reyezuelos tuvieron a cristianas como concubinas y favoritas), pero las moras no podí­an hacerlo con cristianos, bajo pena de muerte. Por tanto, el único caso posible de mestizaje en al-Andalus era el de padre musulmán y madre cristiana y, lógicamente, sus hijos fueron educados en el Islam. Más tarde, durante la llamada Reconquista, los reinos cristianos del norte fueron vaciando la península de población musulmana conforme se fueron ganando territorios. Tras la toma de Granada en 1492 por los Reyes Católicos, se expulsó a los judí­os y en 1502 se proclamó el decreto de conversión forzosa (obligando a los musulmanes a convertirse o abandonar la pení­nsula), buscando la unificación religiosa. Los moriscos, que así se llamó a los musulmanes que se convirtieron al cristianismo y se quedaron, serían en este momento el único resto de mestizaje, pero la mayoría de ellos siguieron manteniendo en la intimidad sus costumbres, lengua e incluso religión. En 1570, Felipe II envió a su hermanastro Juan de Austria a las Alpujarras para sofocar una rebelión de los moriscos. Tras años ayudando a piratas berberiscos y turcos, Felipe III ordenó la expulsión definitiva de los moriscos en 1609. Así que, la “sangre” mora que quedó en el antiguo al-Andalus fue mínima.

¿Entonces, de dónde procede la población actual de Andalucí­a?

Pues, sencillamente, de los cristianos que repoblaron el sur: leoneses, castellanos, gallegos, aragoneses… Y para dejarlo más claro, en palabras de maestros:

Podréis vosotros, amigos andaluces, gozar de la autonomí­a polí­tica que ahora deseáis. Porque sois nietos de los conquistadores cristianos, podréis vivir autónomos dentro de España. Claudio Sánchez Albornoz (historiador y ministro de la Segunda República)
La ilusión de que los andaluces desciendan de los moros no se sostiene más que en la fantasí­a de algunos pseudo-historiadores y de ciertos conversos al Islam que repudian sus nombres de pila Sebastián, José, Paquita, por Abderramán, Mohamed o Aixa”. Juan Eslava Galán (escritor y ganador del Premio Planeta)
Pero tras el brillo guerrero las loas mas o menos fundadas aparece de modo invariable el interés económico. Interesa que los musulmanes se mantengan – como antes los cristianos- por una básica motivación económica, al menos mientras no se repueblen las nuevas tierras con suficientes norteños, proceso iniciado a mediados del siglo XIII en el valle del Guadalquivir y culminado en las Alpujarras en 1570.  La población sometida (mudéjar), en declive demográfico y económico constante, sobrevive por un tiempo en las áreas rurales y en menor proporción dedicados a la construcción, el servicio doméstico y pequeñas industrias artesanales. La emigración hacia el norte de África y el reino de Granada, espoleada tanto por los alfaquí­es, que no podí­an soportar la idea del mestizaje, como por los conquistadores, va despoblando las morerí­as, de suerte que en tiempos de Alfonso XI habí­an pasado a mejor vida las de Niebla, Carinona, Jerez, Moguer y Constantina, y las de Écija, y Sevilla se redujeron gravemente. Todo ello en paralelo a una afluencia masiva de norteños que castellaniza de forma profunda y radical el centro y oeste de la actual Andalucí­a, volviendo esta realidad histórica innegable ilusorias y de un folklorismo delirante las presentes pretensiones de quienes aseguran muy serios «descender de los moros». Los excelentes estudios del profesor Manuel González Jiménez nos eximen de repetir aquí­ hechos bien aquilatados y probados en la documentación existente. Sabemos que a la muerte de Fernando II ya repoblados los reinos de Jaén y Córdoba, por el Rey Sabio – canonizado en la actualidad como gran protector de moros y judí­os- concentró sus esfuerzos en poblaciones grandes o medianas y en el eje defensivo en torno a la frontera con Granada. Pero no sólo afluyen gallegos, asturianos o leoneses, en Camas se establecen 100 ballesteros catalanes y la toponimia urbana de Sevilla nos aviva la memoria con la denominación de sus viejas calles. Los resultados que presenta R. Arié en el oriente peninsular son muy similares en Valencia, Baleares y Aragón, aunque la repoblación aragonesa en el levante fue más lenta y, por motivaciones económicas, se intentó frenar, al menos al principio, la salida de mano de obra mudéjar. Serafí­n Fanjul (catedrático de Literatura Árabe en en la Universidad Autónoma de Madrid).

VANIO:
10-1-16
EXPEDICIÓN MALASPINA
Aunque lleva el nombre de Malaspina fue una expedición encabezada por los marinos Alejandro Malaspina y José Bustamante. Sus principales objetivos eran dar la vuelta al mundo (emulando a Elcano) y hacer un estudio exhaustivo (flora, fauna, minas, cartografí­a, etc) de todas las posesiones de la Corona (como James Cook) – es preciso recordar que en 1789 la Corona Española todaví­a se extendí­a por Europa, América y Filipinas -.
El marino italiano Malaspina le presenta su proyecto (polí­tico y cientí­fico) al monarca español, Carlos III. Con el apoyo de Antonio Valdés, ministro de Marina, el proyecto es aprobado el 14 de octubre de 1788.

El rey manda construir en Cádiz dos corbetas, llamada Atrevida y Descubierta (como las de Cook). Capitaneadas por Malaspina y Bustamente. Se seleccionan 204 marinos que acompañaran a 2 médicos, 2 capellanes, un cartógrafo, cuatro pilotos, seis dibujantes y tres naturalistas. El 30 de julio de 1789 zarpan de Cádiz en una travesí­a que durará cinco años.

Parte rumbo a Montevideo, Buenos Aires hasta la Patagonia atravesando el Cabo de Hornos para seguir, bordeando el continente americano, hacia el Norte. Buscaban el paso entre el Pací­fico y el Altántico por el Norte, llegando a Alaska donde cartografí­an la zona pero no encuentran el paso. Cruzan el Pací­fico haciendo escala en Guam, bordean las Marianas y llegan a las Filipinas en marzo de 1972. En Manila los barcos se separan para estudiar las costas de las islas. Vuelven a juntarse para llegar hasta Nueva Zelanda y Australia (donde también cartografí­an la zona). Aquí­ se plantean continuar hasta África, doblando el cabo de Buena Esperanza, o regresar a América y volver a casa. No se sabe bien porqué pero deciden regresar cruzando el Pací­fico hasta Perú y desde allí­ a casa. Llegan a Cádiz en marzo de 1794. La expedición ha sido todo un éxito (se ha cartografiado territorios desconocidos, realizado experimentos cientí­ficos, estudiado flora y fauna autóctonas y palpado la situación de los territorios de la Corona).
Son recibidos como héroes. Se elabora un informe de la expedición, Viaje cientí­fico-polí­tico alrededor del mundo, que es presentado al nuevo monarca Carlos IV. Pero en este paí­s (cuyo segundo deporte nacional, tras la siesta, es la envidia) no podí­a ser todo de color de rosa, así­ que, el valido del inoperante rey, Godoy (hombre fuerte de la Corona) sintió celos de Malaspina y procuró su desgracia. Le acusó de revolucionario y conspirador, encerrrándolo durante 10 años. Tras salir de la cárcel (a instancias de Napoleón), el emperador quisó ganárselo para su causa, pero el marino declinó la oferta y se retiró a Italia donde falleció en 1810.A Bustamante le fue mejor ya que fue gobernador de Montevideo.

A pesar de Godoy, el informe no se destruyó y en 1885 fue publicado por Pedro de Novo y Colson. En él se detallan cartas naúticas, informes de minerí­a, estudios de más de 500 especies y 14.000 plantas, dibujos étnicos y paisajes… uno de los proyectos más importantes de todos los tiempos que casi cae en el olvido.

Fuente: La Gesta Española – José Javier Esparza

VANIO:
24-1-16
LOS BASUREROS DE LA ANTIGUA ROMA
Un problema que nos acompaña desde siempre es la cantidad de basura que generamos, su retirada, el almacenamiento y su destrucción o reciclaje. Pues este problema ya lo tenía en las ciudades de la Antigüedad. Aún contando con la revolucionaria red de alcantarillado que convirtió al Tíber en una cloaca fluvial y de leyes que prohibían tirar la basura dentro de la ciudad, Roma era una ciudad sucia, muy sucia. En sus calles se acumulaba la basura generada en las viviendas y que la gente arrojaba a la vía pública, excrementos de todo tipo de animales, cadáveres… y frente a esta marea de desechos, algunos stercorari (basureros) que ayudados por los plostra stercoraria (carros de basura) recorrían la ciudad retirando los residuos que depositaban en los puticulum (pudrideros) situadas fuera de la ciudad. En algunas ocasiones, los stercorari se hacían acompañar por cerdos que ayudaban en la limpieza, especialmente con la basura orgánica.
Cacator sic valeas ut tu hoc locum transeas (Hazte un favor y caga en otro sitio)

Así reza una pintada en Pompeya, señal inequívoca de que la gente era un poco guarra. Incluso en algunas tumbas hay epitafios maldiciendo a los cacatores y minctores (creo que no hace falta traducción). Igualmente había que tener cuidado con los fluidos corporales que desde las ventanas se arrojaban a la calle, además sin el aviso de “agua va”. En el caso de que se arrojase no solo el contenido de la vasija que hacía las veces de orinal, sino también el continente, la ley preveía que el lanzador correría con los gastos médicos por las heridas sufridas e indemnizaría al damnificado por los días que no pudiese trabajar.
También fueron pioneros en la recogida selectiva de residuos. Prueba de ello es el monte Testaccio en Roma, una colina artificial de una altura de 50 metros y una base 22.000 metros cuadrados construida con los restos de 25 millones de ánforas en las que transportaba el aceite de oliva desde Hispania hasta la urbe.

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